No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no llegue: el presidente Enrique Peña Nieto ya eligió a su sucesor. El lunes 27 de noviembre con la renuncia del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, se destapó quien será el abanderado del PRI a la Presidencia de la República.

“La oligarquía en México ya tiene candidato y se llama José Antonio Meade Kuribreña, quien cumple con los requisitos indispensables para aspirar a la presidencia, es un neoliberal dogmático y ha demostrado estar a la orden de los intereses del capital financiero internacional. Secretario de Energía, de Hacienda en dos ocasiones, de Relaciones internacionales, y de Desarrollo Social —en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto— lo hacen merecedor de la confianza del dinero”, señala Aldo Fabián Hernández Solís en su artículo “Mediocridad tecnocrática, miedo y lugares comunes rumbo al 2018”, publicado en el portal digital black magazine.

Con Meade, más carga fiscal

Para Raymundo Tenorio Aguilar, director del Programa de Economía y Finanzas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Santa Fe, Meade es un tecnócrata con menos tamiz político que garantiza la continuidad de un modelo neoliberal que está agotado. “Representa continuismo en el sentido de los desajustes fiscales que generó este gobierno que arrancó con un secretario de Hacienda —Luis Videgaray— que lo único que provocó fueron desequilibrios fiscales, un gasto multimillonario deficitario comprometiendo recursos futuros de la federación”.

“Frente a este panorama, Meade tuvo que llegar a sustituir a Videgaray, quien demostró efectivamente ser un aprendiz e intentar componer los serios desajustes fiscales de su predecesor”,  asegura Tenorio.

Apunta que en “el ámbito económico, ni su antecesor ni él pudieron demostrar desde la Secretaría de Hacienda que los gobiernos estatales son un desorden en materia fiscal. La dependencia federal no sentó a ni un solo gobierno estatal en la silla de los juicios respecto de sus irresponsabilidades fiscales locales, dejemos a un lado los actos de corrupción de los exgobernadores, Javier Duarte, de Veracruz; Guillermo Padrés, de Sonora; Roberto Borge, de Quintana Roo; y César Duarte, de Chihuahua, todos esos casos no los denunció, no los acusó, Hacienda, sino la Auditoría Superior de la Federación”.

En términos económicos, dice, la llegada de Meade “significaría seguir cargando al ciudadano costos fiscales que van en detrimento de nuestro Estado de bienestar. Con los impuestos indirectos y directos simplemente aseguran que hay continuidad, que no se vislumbra un esquema de incentivos, sino de continuidad en ajustes y en recargarse en los contribuyentes de siempre”.

Raymundo Tenorio.

Lucha de dos proyectos

Con la designación de Meade como abanderado del PRI se vislumbra que la lucha por el poder será entre dos proyectos de nación, el del régimen priísta y el de Andrés Manuel López Obrador, que en opinión de Tenorio Aguilar, “no es social, más bien es un proyecto de socializar las pérdidas fiscales, es un modelo de socialización de perdidas, es decir, no nos repondrá las perdidas fiscales que ha ocasionado el desorden fiscal, simplemente se promete un Estado de bienestar que no se dice cómo se financiará”.

“La principal fortaleza de Meade es que tiene evidentemente el respaldo, a medias, del empresariado mexicano, porque no está contento desde luego con la estructura de impuestos, ni con la estructura de incentivos, pero tiene ese respaldo. López Obrador no ha cautivado a esos contribuyentes de altos ingresos y lo único que ha hecho es polarizar la concentración del ingreso de los más ricos contra la percepción de ingreso de los pobres”, explica el académico del Tec de Monterrey.

 

Discursos que enamoran y desenamoran

“La fortaleza de López Obrador  —asegura— es su discurso sobre lo que se podría hacer con el dinero de la corrupción, obra pública, obra social… un discurso que enamora al electorado”.

Mientras que el discurso del hoy exsecretario de Hacienda “no enamora al electorado.  ¿Cómo lo puede hacer cuando él es el tutor de los últimos ajustes fiscales en materia de impuestos a los hidrocarburos, cuando nos dice que no habrá cambios en impuestos, cuando no tiene un discurso que enamore al electorado en materia fiscal?”.

Destaca que Meade “es un tecnócrata, muy buen técnico, buen administrador de crisis, sobre todo fiscal, pero no tiene una sensibilidad o este acercamiento que realmente necesitan 53 millones de mexicanos en situación de pobreza”.

“Meade pertenece a un grupo compacto de élite académica  con poca sensibilidad de los requerimientos y los proyectos de vida de los millones de pobres que existen en el país”, subraya Tenorio.

Ante los argumentos de la opinión pública en el sentido de que el PRI sólo puede retener el poder con un candidato que no suscite la animadversión que existe en contra del tricolor y a la vez sea capaz de atraer el voto del centro y de la derecha para vencer al líder de Morena, el experto en economía y finanzas asegura que efectivamente “es la única opción también para que el PRI intente lavarse la cara de corrupción, de impunidad y de falta de resultados en esta administración”.

Añade que Meade “no le está cambiando el perfil al PRI, porque no es priista, el partido es el que está intentado lavarse la cara con un externo que tape el sol con un dedo, el sol es el PRI, que una cantidad importante de mexicanos, no todos, le cree”.

Estudiantes en el ITAM, José Antonio Meade y Luis Videgaray.

 Opinan periodistas

Analistas económicos, financieros y políticos afirman que en el país existe una oligarquía, “un grupo reducido de personas con poder e influencia que ejerce el poder. Es un grupo minoritario que influye en todos los partidos, en los gobiernos, en los medios, en todas las ramas de la acumulación de capital, en las universidades, en las redes sociales, los deportes, el espectáculo, el crimen organizado y en el lavado de dinero”, precisa Rubén Marín, periodista independiente.

Este grupo de analistas habla de que de ganar la Presidencia de la República, Meade tendría un solo equipo económico-financiero y muchos de sus amigos del Instituto Tecnológico Autónomo de México, su alma máter, y excolaboradores formarían parte del gabinete.

“En ese grupo lo encabezan el canciller Luis Videgaray y el exdirector general de Pemex, José Antonio González Anaya. Además están Abraham Zamora, actual jefe de Oficina de Videgaray, el senador panista Ernesto Cordero, el titular del IMSS, Mikel Arriola; el director general de Bansefi, Virgilio Andrade; los subsecretarios de Hacienda, Miguel Massmacher, Fernando Galindo y Vanessa Rubio; el exsubsecretario Fernando Aportela; y muy probablemente sería el regreso del extitular del Sistema de Administración Tributaria, Aristoteles Núñez”, asegura el periodista especializado en asuntos de negocios Mario Maldonado, en su artículo  “El equipo de Meade”,  publicado en El Universal.

Aldo Fabián Hernández va más allá, pues señala que “los que apoyaron a Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto estarán unidos con el nuevo candidato de un mismo proyecto… La elección del 2018 será histórica, está en juego la continuidad neoliberal o un cambio de rumbo”.