Durante algún tiempo se pensó que la tristeza y depresión que se llegan a presentar a fines de año eran producto únicamente de fenómenos culturales y de problemas psicológicos, según lo han planteado algunos investigadores, como los psiquiatras James Hillard y John Buckman, quienes en 1982 publicaron su artículo “Christmas Depression” en JAMA (Revista de la Asociación Médica Estadounidense), en el que reseñaban las creencias sobre el particular.
Trabajos posteriores, como el de Michael Mutz, “Christmas and Subjective Well-Being: a Research Note” (“Navidad y bienestar subjetivo: una nota de investigación”), publicado en diciembre de 2016 en Applied Research in Quality of Life, confirman que sí se resienten bajas en el estado anímico de las personas en Navidad, por lo menos de europeos de once países: Alemania, Bélgica, España, Estonia, Hungría, Irlanda, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, República Eslovaco y Suecia.
La triste y gris Navidad
Tal vez esos factores psicológicos y culturales influyan en la tristeza navideña, aunque no son determinantes, pues tanto en los países nórdicos, donde el invierno coincide con el fin de año, como en los australes, en los que el invierno va de junio a septiembre, se presentan casos de personas que caen en depresión profunda sin causa aparente. Una vez que llegan la primavera y el verano, es decir, cuando los días vuelven a ser más largos que las noches, desaparece la depresión.
Este fenómeno se llama desorden afectivo estacional, precisamente porque se presenta durante cierta estación del año, que tiene más que ver con la alternancia de luz y oscuridad que con los cierres de ciclos, aunque en el hemisferio norte coincide con el fin de año. Cuando las horas de luz son muy pocas, algunas personas resienten la menor luminosidad, pues su organismo requiere más tiempo de luz para funcionar bien, ya que hay una conexión entre el ambiente y el reloj biológico.
A partir de la observación de que los reptiles y los anfibios tienen una conexión directa entre la retina y el hipotálamo (estructura cerebral que regula las emociones, sensaciones y funciones corporales), los científicos buscaron una comunicación semejante en los mamíferos… y la encontraron. Ahora se conoce que hay una conexión, llamada tracto retino-hipotalámico, que llega a dos acumulaciones de neuronas (núcleo supraquiasmático).
El mensaje luminoso entra a través de la retina, que se conecta con la glándula pineal (principal mediador del ritmo anual y del circadiano, el que dura cerca de un día), que además está conectada con el núcleo supraquiasmático. Así, la glándula pineal contribuye a regular el ritmo biológico, pues la melatonina (hormona que interviene principalmente en el ajuste de nuestro reloj interno), que se secreta por estímulos luminosos, tiene un circuito de realimentación con el reloj biológico del hipotálamo.
La sanación por la luz
Ahora se sabe que la menor respuesta de la melatonina, por disminución del estímulo luminoso durante el invierno, produce un retraso en el pico de secreción de varias hormonas. La falta de luz se puede suplir por estímulos ambientales (variaciones de actividades y ruidos a lo largo del día). En algunas personas fallan esos estímulos, entonces se secreta menos melatonina y se altera el reloj biológico. La falta de sincronía de los diferentes ritmos es una de las causas de la depresión.
Por lo tanto, el desorden afectivo estacional que sufren algunos habitantes de regiones nórdicas y australes se debe a la disminución de horas de luminosidad, que causa menor secreción de melatonina. Algo semejante, aunque de menor intensidad (la triste y gris Navidad) ocurre en países como México, donde se han diagnosticado algunos casos.
En ambas enfermedades el tratamiento es muy sencillo: exponer al paciente a estímulos luminosos de siete mil lux (unidad con la que se mide la intensidad de la iluminación) por varios minutos al día, lo cual equivale a la iluminación de las playas de Huatulco al mediodía. Es decir que los médicos pueden recetar esta buena medicina a quienes sufren del desorden afectivo estacional y a quienes se sienten tristes en Navidad y año nuevo.
Claro que si a esta cura por la luz se le añade un buen ambiente familiar y de amigos, entonces es menor la probabilidad de que las personas se depriman y pasen una triste Navidad con pocas expectativas para el siguiente año.
Aunque a veces el panorama social no es del todo luminoso, sino un tanto sombrío, como este fin de año con leyes represoras y escenarios electorales difíciles.
reneanaya2000@gmail.com
f/René Anaya Periodista Científico