Javier Vieyra y Jacquelin Ramos

A pesar de la ineludible y paulatina transformación que marcan los tiempos y la modernidad, las fiestas navideñas en México conservan una esencia tradicional de inacabable valor e historia propios; una de las más notables expresiones de ello es la representación del Nacimiento de Cristo que, año con año, engalana los hogares y recintos  nacionales, para presidir todas las celebraciones destinadas a los últimos días del año.

De un sinfín de  tamaños y materiales, en cada una de las entidades de nuestro país, el nacimiento es un ritual que adquiere las infinitas variantes culturales de la región y se vuelve un auténtico conjunto de arte realizado por geniales maestros artesanos, que le brindan, además, un contenido simbólico de significados y cualidades. Amenazada actualmente por la irrupción de productos masivos de baja calidad, la labor artesanal mexicana tiene en Fomento Cultural Banamex, A. C. una oportunidad de ser difundido y apreciado a través de su Programa de Apoyo al Arte Popular que busca rescatar y revalorar el trabajo y la riqueza de estos magníficos artistas presentando la exposición “Nacimientos. Arte y tradición popular“ en el Palacio de Iturbide.

En entrevista exclusiva con Fernando Gómez Goyzueta, gestor cultural del mencionado proyecto, afirma que su objetivo general es dar a conocer al gran publico mexicano la importancia de esta costumbre decembrina, así como todas las expresiones artesanales que la integran, con la finalidad de que se logre una valoración positiva de las mismas y  que, de alguna manera, esto contribuya a que todos los maestros artesanos y los artistas populares del país, “puedan encontrar en esta producción una forma de vida digna y valorada”.  

Fernando Gómez Goyzueta.

Derivada de esta preocupación, dice el promotor cultural, se ha creado una gran colección de arte popular, que entre otras cosas se caracteriza por tener diversas temáticas dentro de los ámbitos de la profesión artesanal en México: “las temáticas son muy concretas, y una de ellas es precisamente la relacionada con las tradiciones navideñas, en específico, con la producción de nacimientos”.

Asegura que es de suma importancia echar una mirada al origen de estos tradicionales conjuntos —antiguamente llamados belenes— que, de modo artesanal, evocan el alumbramiento del niño Jesús. En ese sentido, debemos recordar que los nacimientos en México son el resultado de los procesos de evangelización que se inician desde el siglo XVI, en los años inmediatos a la Conquista, fundamentalmente con las órdenes mendicantes que llegan al país.

“Hacia 1631, los franciscanos son los primeros en utilizar estas representaciones, o dramaturgias del nacimiento de Cristo, para influir de manera directa en la población indígena que estaba en proceso de cristianización”.

Añadió que a estos recursos teatrales se unieron también los diferentes talleres de oficios populares que los frailes —los franciscanos, los dominicos, después los agustinos, y por supuesto los jesuitas— desarrollaron para la población indígena con el fin de generar una producción artesanal, algunos de ellos concebidos desde la perspectiva europea, recuperando así la gran capacidad que tenía esta población en México, recobrando tradiciones vernáculas y constituyendo con ello un sinfín de variedades de la representación del nacimiento.

Desde el siglo XVI y siglo XVII, señala Gómez, se tiene registro tanto en lo histórico como, en algunos casos, también en lo arqueológico, de la creación de representaciones de nacimientos, en donde inicialmente las piezas fueron hechas en barro y se vendían en los mercados y en los tianguis populares de la Ciudad de México durante el periodo virreinal.

“La consecuencia fue que la tradición católica definitivamente se introdujo en lo más profundo de la idiosincrasia popular mexicana, y tuvo como forma de expresión por excelencia el nacimiento, siempre presentado en los últimos días del año”.

Ya para el siglo XIX, con la consolidación de la Academia de San Carlos y algunas otras escuelas de arte, agrega el especialista, hubo representaciones de nacimientos no solo de gran elegancia, utilizando materias primas como la cera, sino además compuestos de piezas muy realistas, las cuales eran trabajadas con cera moldeada de “una calidad verdaderamente insuperable que representaban la temática desde una visión un tanto romántica”.

Manifiesta que para el siglo XX, sobre todo con el boom que se da en los años cincuenta del arte popular, al impulsar las creaciones de los artistas de esa época y de algunos ideólogos mexicanos importantes, se empieza a promover y apoyar las tradiciones, y una de las formas de hacerlo es creando concursos nacionales de elaboración artesanal , un ejemplo de ello, es el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), que instituye el Concurso Nacional de Nacimientos.

“Este  concurso nacional ha estimulado mucho a los artesanos y artistas del país; trajo como resultado que la tradición del nacimiento artesanal se consolide dentro del ámbito cultural y popular mexicano, además de que se ha versificando en sus formas de representación y en el uso de diferentes materiales para su producción artística”.

Nacimientos con piezas más reales y maduras

Por ello, en Nacimientos. Arte y tradición popular se ofrece una colección de piezas más maduras, garantiza el gestor cultural, en donde es visible encontrar obras de artistas populares, que contienen el mismo valor y belleza que la obra de artistas académicos, reflejando así elementos de su vida, realidad social y económica.

“Estas piezas de arte popular nos muestran aspectos de la cotidianidad de las poblaciones de los maestros artesanos, desde aquellos que viven en ámbitos urbanos, como Tláhuac o Ciudad Neza, hasta los maestros que viven en comunidades indígenas como Tavehua en la sierra Mixe, o como los maestros o maestras tejedoras tzotziles. Esto hace que la expresión del nacimiento sea mucho más rica y mucho más compleja que la versión muy sintética que nosotros conocemos cotidianamente”.

Agregó que la magna muestra, que contiene 350 nacimientos, que hacen un total de 2,800 piezas, es una colección muy diversa que ofrece al visitante una lectura de la representación del nacimiento de Jesús a través de obras como los árboles de la vida que vienen de la conjugación de dos tradiciones importantes, la tradición de Metepec y la tradición de Izúcar de Matamoros en Puebla, sin olvidar los nacimientos realizados en diferentes naciones de América Latina y Europa.

“Esto nos deja ver de alguna manera que no somos el único país que tiene una gran diversidad cultural y una gran riqueza estética y estilística en el tema de nacimientos, pues países como Perú, Guatemala, España y Portugal también poseen una gran riqueza al respecto, que se expresa con gran fuerza en sus tradiciones y raíces”.

 

No debe faltar en las casas mexicanas

Cuando llega la Navidad, esta representación no debe faltar en las casas mexicanas, asevera Gómez Goyzueta, quien asegura que el nacimiento de Jesús es uno de los elementos icónicos de la festividad en México y se ha convertido en una maravillosa obsesión para las manos de nuestros artistas populares, a pesar de que actualmente se comercialicen nacimientos de pasta o de plástico, que obstaculizan el desarrollo del arte popular.

“Todavía mucha gente va por ejemplo a San Ángel o a los tianguis populares a adquirir sus piececitas de barro, que son preciosas, tan coloridas, tan mexicanas; en ellas, todavía podemos observar los atuendos reales de los pastores. De alguna manera estos detalles, siempre seguirán generando apego al nacimiento”.

El nacimiento de Jesús, en México, representa la búsqueda de la consolidación de valores, asegura el especialista, ya que frente a la profunda crisis que México vive actualmente en muchos sentidos, pueden encontrarse muchos de ellos consolidando nuestra identidad, ética y moral.

“La valoración del nacimiento artesanal es en sí misma la valoración del arte popular, y no puede ser visto solamente como una cuestión del folclor turístico sino que tiene que ser apreciada como una gran oportunidad de desarrollo no únicamente  para la nación sino para toda esta enorme población artesanal que tiene derecho a desarrollarse en este país, a través de esta tradición, que no debemos relegar a la indiferencia”, concluye Fernando Gómez Goyzueta.