Para el padre Alejandro Solalinde

Leer la Biblia es sorprendente. Echa abajo nuestros supuestos conocimientos para brindarnos una nueva luz. Si alguien lo vivió así fue Passolini quien, ateo, leyó en una sola noche El evangelio de Mateo. Su conmoción fue tal que filmó su fascinante película con el mismo título.

En esta Navidad, además de realizar todas las actividades propias a esta fecha como la cena, la piñata, la posada, los regalos —quizá la misa— sugiero leer los dos textos que hablan sobre el nacimiento de Jesús. Recomiendo hacerlo en una Biblia que tenga notas explicativas, pues dos mil años, miles de kilómetros y culturas desconocidas nos separan de ese evento.

El Evangelio de Lucas narra el anuncio del ángel a María y, luego, la necesidad de José y María de viajar desde Nazaret, en Galilea, a Belén, en Judea, para inscribirse en un censo poblacional. El censo fue ordenado por Augusto, emperador romano, pues Israel era un territorio ocupado por el imperio. La madre dio a luz en un establo porque no había lugar en el mesón. Lo presentaron en el templo y regresaron a Galilea.

En Mateo, la situación es distinta. En un sueño, el ángel se apareció a José para que no repudiara a su mujer embarazada con la que no había tenido relaciones. No se habla aquí del censo. Siendo Herodes, el Grande, rey del país, Jesús nace en Belén. En ese momento, a Jerusalén llegan unos sabios de Oriente buscando al rey de los judíos. Herodes, quién ultimó a su esposa, a varios de sus hijos y a algunos parientes por temor a que lo derrocaran, mandó matar también al anunciado rey de los judíos. Enterado de esto José decide emigrar a Egipto para refugiarse ahí. Herodes manda entonces asesinar a todos los niños menores de dos años en la región. A la muerte del rey, José y su familia regresan a Israel, pero por temor, y por advertencias en sueños, José decide instalarse en Nazaret.

Lo que tienen en común ambos evangelios es la relación del nacimiento de Jesús y la situación histórico-política de la región. En ambos casos el poder político influye en la familia del niño Dios. En Mateo la situación es más grave pues el rey local, sometido al emperador, teme, sin embargo, perder su poder y prerrogativas, por lo que es capaz de asesinar a quienes representan una amenaza para él. Jesús es entonces, primero, un migrante y refugiado político en un país extranjero y, luego, un migrante interno dentro de su propio país.

No sólo Dios se hizo hombre, no sólo nació de manera humilde en un establo, también hizo suyas las condiciones históricas y políticas de su época desde el momento de su nacimiento. Para sacar una consecuencia, parafraseo a Mateo (25, 37-40): Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed o como migrante o refugiado o sin ropa o enfermo o en la cárcel? “El Rey les contestará: ‘lo que hicieron por uno estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron”.

¡Feliz Navidad a todos, en particular a los migrantes y perseguidos políticos!