El presidente de EEUU, Donald Trump, ha anunciado este miércoles su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y ha ordenado que se traslade allí la embajada estadounidense, un anuncio que podría echar por tierra cualquier perspectiva de un proceso de paz mediado por Washington.

“Prometo que miro los desafíos del mundo con ojos abiertos y pensamiento fresco”, ha comenzado diciendo el presidente de EEUU. Viejos desafíos requieren nuevas soluciones.

“Desde hace 20 años todo presidente norteamericano se ha negado a trasladar la embajada norteamericana a Jerusalén, negándose a reconocerla como la capital”, ha explicado el máximo mandatario de EEUU. “Creyeron que eso avanzaría hacia la paz”, pero se equivocaron”, ha matizado Trump, en cuya opinión “no estamos más cerca de un acuerdo de paz entre Israel y Palestina”.

Estados Unidos se convertirá así en el único país del mundo que reconoce como capital de Israel a Jerusalén, donde ninguna nación tiene su embajada debido a que, tras la anexión israelí de la parte oriental de la urbe en 1980, la ONU llamó a la comunidad internacional a retirar sus legaciones de la Ciudad Santa. Aunque Israel considera a Jerusalén su capital, la soberanía del país sobre la parte oriental de la urbe (Jerusalén Este) no está reconocida por gran parte de la comunidad internacional, y los palestinos quieren establecer allí la sede de su futuro estado.

Trump llamó el martes al rey Abdalá II de Jordania y al presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, para comunicarles su intención de trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel. Según la agencia de noticias estatal jordana, Petra, el monarca advirtió a Trump durante su conversación del “peligro de tomar cualquier decisión fuera del marco de una solución global que garantice el establecimiento de un Estado palestino con Jerusalén Este como capital”.

Asimismo, el rey jordano destacó que esta decisión “tendrá reflejos peligrosos sobre la seguridad y la estabilidad de Oriente Medio, y debilitará los esfuerzos de la Administración estadounidense para reavivar el proceso de paz” entre palestinos e israelíes.

Abdalá II insistió en que Jerusalén es la “llave” para alcanzar la paz y la estabilidad en la región y en el mundo, y Jordania es el guardián de los santos lugares musulmanes y cristianos de Jerusalén Este.

El rey jordano también habló por teléfono con el presidente palestino, Mahmud Abás, al que Trump informó anteriormente de su decisión, y le mostró el “apoyo total de Jordania a los hermanos palestinos y sus derechos históricos sobre Jerusalén”.

Trump también telefoneó a Al Sisi, el cual destacó la “importancia de no complicar la situación en la región tomando decisiones que van a disminuir las oportunidades de paz en Oriente Medio”, según un comunicado de la presidencia egipcia.

Según los funcionarios de la Casa Blanca, este traslado podría durar entre tres y cuatro años.

“La localización física de la embajada estadounidense no es un impedimento para la paz”, argumentó el primer funcionario que habló con la prensa. Pero el futuro de Jerusalén es “el tema más sensible y volátil en las negociaciones” de paz, según Aaron David Miller, un analista que asesoró al Gobierno de Bill Clinton en el proceso de paz de los años 90.

Según opinó Miller en la página web de la cadena CNN, la decisión sobre Jerusalén se debe a “una combinación de la frustración de Trump respecto a tener que postergar de nuevo (la aplicación de la ley) y sobre la falta de cumplimiento de su promesa electoral, y de su deseo obstinado de hacer algo que sus predecesores no hayan hecho nunca”.

Jerusalén, sin dueño

Jerusalén Este, que los palestinos reclaman como capital de su futuro Estado, está ocupada por Israel desde la Guerra de los Seis Días, de 1967, y fue anexionada en 1980 en una decisión unilateral israelí que no reconoció la comunidad internacional.

Hoy ningún país tiene su embajada en Jerusalén y el traslado de la sede diplomática estadounidense se entendería como el reconocimiento de la soberanía israelí sobre toda la ciudad, incluida la parte ocupada.