En el actual contexto electoral, el término populista empieza a ser utilizado para etiquetar lo mismo a candidatos identificados con la izquierda como con la derecha. La experiencia reciente nos ha mostrado que Andrés Manuel López Obrador es el ejemplo más claro de esta tendencia.
Pero más allá del juego propagandístico con esta etiqueta, es claro que para muchos ciudadanos existe una confusión, pues aceptan con agrado a quien es presentado como populista, en tanto que otros lo rechazan.
Siempre! entrevistó a Gerson Hernández, consultor político, y a Israel Covarrubias, académico e investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, para revisar el tema y su impacto en el actual proceso electoral.
Desarrollo histórico
“En México hay varias vertientes de comprensión, la primera está vinculada a la experiencia de Lázaro Cárdenas en los años treinta y la concepción en torno al lugar que se le va a dar al pueblo, no nada más como actor político, sino a nivel constitucional y el discurso que el propio Cárdenas utilizó entonces para algo que los sociólogos políticos definen, desde un punto de vista muy clásico, como una forma de integrar a las masas al juego público político, en contextos de gran movilidad social, pero también de atomización social, que fue lo que sucedió posterior a la Revolución Mexicana”, apuntó Israel Covarrubias acerca del populismo.
Para el también autor de Retóricas y dinámicas del populismo en México: Un análisis desde la teoría política, “el populismo de la primera mitad del siglo XX, lejos de decir si era negativo o positivo, responde a una exigencia de reorganizar a sociedades nuevas, que están naciendo en el mundo político”.
Gerson Hernández complementa la información al comentar que el populismo “surge como tal en la Rusia zarista. También a principios del siglo XX en Estados Unidos con antecedentes de lo que ahora es el Partido Demócrata, en el ámbito rural, y que estaba en contra de los propietarios de los medios de producción. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial en Italia como en Alemania se presentan movimientos fascistas, abanderados por líderes como Mussolini —carismático, militar, que generó una estrategia para generar empatía con el pueblo, característica importante de este tipo de movimientos—; ha habido movimientos tanto de derecha como de izquierda que encarnan este tipo de tendencias”.
En lo que respecta a nuestro país, señala Covarrubias, “el populismo, al final, es un recurso para una garantía de estabilidad social en el mediano y largo plazo, en el caso mexicano con Cárdenas lo tenemos muy claro, pues integra, reduce conflictividad no totalmente pero la encausa a través de la personalidad que le da el propio Cárdenas al Estado, al régimen político, al partido que posteriormente ve la luz como el PRI”.

Gerson Hernandez
El impacto electoral
En el actual proceso electoral, algunos partidos buscan que el ciudadano decida entre varias opciones, pero calificando algunas de ellas como populistas, atendiendo al rechazo que dicho término genera en ciertos sectores sociales.
Al respecto, Gerson Hernández explica que “hay dos narrativas en este tema; una, que proviene de las ciencias sociales que muestra rasgos como el autoritarismo, la antipolítica, el desprecio por las instituciones, el pensar que toda la comunicación está encarnada en un líder carismático; y, por otra parte, está la que maneja la gente de a pie que relaciona este tema con algo cercano a la población”.
Israel Covarrubias además de compartir la visión aquí comentada, también aporta una idea que se debe considerar en el análisis de este fenómeno, que se está convirtiendo en una opción para muchos votantes.
“Cuando analizamos que el populismo tanto política, como moralmente, no puede gobernar un país como México, pues ya resolvimos el asunto: si es malo per se, entonces para qué vamos a discutir, pero más bien tendríamos qué preguntarnos qué hace de México, y particularmente, qué se hizo en el interior del fenómeno de la democratización durante los años 90 del siglo pasado y durante el primer gobierno de la alternancia, que fue el de Vicente Fox, que fue generando desde el punto de vista no solo institucional, sino de conjunción social, cultural, de percepciones —en última instancia— para que el populismo se haya convertido en la bestia negra de México, y en una opción, porque al final tenemos que partir de esa premisa: es una opción en la democracia mexicana hoy”, señaló el académico de la UACM.

Israel Covarrubias
Populistas de derecha e izquierda
En la actual etapa del proceso electoral que culminará con la elección del próximo primero de julio, empieza a ofrecernos ejemplos que han sido calificados como populistas, principalmente por las propuestas presentadas.
La que ha colocado en esta categoría tanto a Andrés Manuel López Obrador como a Ricardo Anaya, precandidatos presidenciales por sus respectivas alianzas electorales, es la concerniente a la renta básica universal, es decir, otorgar un subsidio a toda la población que vive en este país por el solo hecho de hacerlo.
Respecto al panista, Israel Covarrubias consideró que dicha etiqueta es una reacción ante su precandidatura, por lo que pidió tener cuidado con el uso de este tipo de lenguaje.
“Esa manera de estructurar el debate político entre candidatos me recuerda la manera en como los fascistas italianos del siglo XX fueron construyendo a sus enemigos. Al final, tenemos la experiencia de qué pasó con el fascismo y deberíamos tener cuidado por la manera de descalificación que me parece, semánticamente, muy próxima a la lógica fascista”, señaló.
Pero es el tabasqueño quien no concita tantas opiniones contrastantes, pues él encarna lo que las definiciones indican como un líder populista, de acuerdo a Gerson Hernández.
“López Obrador encarna rasgos populistas desde que se desempeñó como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, desde el año 2000 y, obviamente, al analizar su comunicación, entre sus principales rasgos destaca que encarna un escenario como los sacados de las películas de Ismael Rodríguez, con la actuación de Pedro Infante, en las cuales en forma discursiva ve al pueblo como los buenos y a los ricos como los malos, en una fórmula en la cual reduce a los empresarios, a los que llama pirrurris, a los que no están de acuerdo con él, como la prensa fifi y muchos otros términos que ha utilizado en sus más de 20 años de campaña permanente”, explicó el también autor del libro Comunicación política y populismo de Andrés Manuel López Obrador.
El debate que debería ser
De acuerdo con nuestros entrevistados, en nuestro país es necesario que se dé un debate acerca de lo que es y representa el populismo, pues la variedad de opiniones en torno a este fenómeno nos indica que se trata de algo acerca de lo que no hay acuerdo.
“El grueso de la población mexicana piensa que algo tiene que ver con ellos, digamos un llamado a la idea de pueblo, que es al final abstracto, pero piensan que es una interpelación directa a los sectores populares. Por otro lado, hay sectores significativos a lo largo de las clases medias que ven con muy malos ojos el populismo, pero es un juicio más moral, porque si al final lo colocamos en términos coyunturales, la opción más visible y contra la cual muchos partidos van a estar en contra es, digamos, el populismo de izquierda que encabeza López Obrador”, consideró Covarrubias.
“No es algo nuevo, lo vimos en la elección de 2006 y de 2012, en las cuales el principal político que representaba eso era López Obrador, ¿qué ocurrió? Que entre muchos factores, no es presidente, cometió errores y éstos provocaron que sus críticos confirmen que es un populista. Tenemos que esperar a ver, con las precampañas, si un spot trata de relacionar tanto a López Obrador o a Jaime Rodríguez Calderón con este término y si esta etiqueta logra, por tercera ocasión, el mismo resultado”, añadió Hernández.
Sin embargo, Israel Covarrubias pidió que se debata lo que realmente implica para nuestro país este fenómeno, en virtud de que cuenta con seguidores y defensores.
“En ese sentido, si se abriera un debate serio sobre el populismo estaríamos en posibilidades de entender cómo hemos evolucionado como sociedad, como academia —porque estamos metidos muchos académicos en el debate—, cómo hemos evolucionado en la sociedad democrática mexicana como periodistas, como medios de comunicación y como líderes políticos, en un momento en el que hay una exigencia como país por tomar en serio las cosas de este tipo”, explicó Covarrubias.
“Podemos encontrar muchas promesas que se hacen en campaña, que en realidad son castillos de naipes, cuestionando su credibilidad. Hoy puede ser Ricardo Anaya y mañana puede ser el Bronco, son cosas que pueden resultar en campañas muy atractivas, aunque en su implementación habrá que ver si es viable o requiere más endeudamiento, con lo cual podemos comprobar si es o no populista”, añadió Gerson Hernández.
“Al final el populismo es un arma de descalificación política”, consideró Israel Covarrubias, a lo que agregó Hernández: “no es algo único de México, sino que tenemos ejemplos en otras partes, en donde la democracia en países como Brasil con Lula o Dilma Rousseff cacarearon que su forma de hacer política era la mejor y ahora vemos que están en líos con procesos judiciales y con resultados negativos”.
“Podríamos discutir si es viable o la mejor, pero se ha vuelto una opción para la sociedad, ese es el punto de contexto, qué fue lo que se cocinó en estas dos décadas para que el populismo se convierta en un producto genuino de la democracia”, concluyó Israel Covarrubias.
Prometer no empobrece
En el contexto de las precampañas presidenciales, dos aspirantes han acaparado la etiqueta de populistas por algunas de las propuestas hechas. El primero, y con ese calificativo a cuestas desde hace años, es Andrés Manuel López Obrador, quien se ha ganado tal nombramiento debido a propuestas como las de cancelar las reformas energética y educativa, trasladar diversas secretarías de Estado a otras entidades del país y por su política de subsidios y pensiones a distintos sectores sociales, como el caso de la idea de la renta básica universal.
En este tema no está solo, pues lo acompaña Ricardo Anaya, quien también ha propuesto dicha renta para todos los habitantes del territorio.
El catálogo de propuestas que dio a conocer López Obrador el pasado 12 de diciembre, día de su registro como precandidato, incluye eliminar la corrupción, pues el gobierno “predicará con el ejemplo”; modernizar las seis refinerías con que cuenta el país y construir dos más; no aumentar impuestos ni la deuda pública y con el ahorro que se realizará con el combate a la corrupción, financiar proyectos productivos; brindar una pensión a jóvenes estudiantes de 2,400 pesos mensuales; contratar a más de dos millones de “ninis” con un sueldo de aprendices mensual de 3,600 pesos; duplicar la pensión a adultos mayores y ampliar este beneficio a las personas pobres con discapacidad; y someter a consulta pública la amnistía para los delincuentes que se sometan a readaptación.
Las precampañas apenas inician, por lo que el catálogo de propuestas puede aumentar.
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