En la venganza, como en el amor, la mujer es más astuta que el hombre. Nietzsche

Desde el anochecer del 7 de diciembre, las aspiraciones presidenciales del Dr. Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de nuestra ciudad, dieron el vuelco previsible ante una acción concertada entre líderes de partidos políticos en los que el gobernante capitalino había confiado.

Los atisbos de traición se dejaron sentir en declaraciones sesgadas que auguraban un fatídico desenlace a quien pensó haber construido una gran alianza de fuerzas políticas que le favorecieran en su afán por llegar a Los Pinos, so pretexto de dar cauce a gobernantes sin partido y sin ideología.

Su participación en la liza electoral aparentemente garantizaba la connivencia entre las leyes del Estado y las del mercado, tal y como lo hizo con el gobierno de la Ciudad de México, actitud que, al parecer, le había logrado la simpatía de Peña Nieto, afecto a tales formas de transar.

Mancera confió su suerte a un operador político que, a la vieja usanza, ha tratado de sostener hegemonías grupusculares en función a formas de cooptación y violación de principios básicos de democracia, construidos a través de luchas históricas en esta ciudad, como la que doblegó las mapacherías priistas desde 1997, año histórico en el que los capitalinos comenzamos a recuperar nuestro derecho a elegir a nuestros gobernantes.

La falta de experiencia partidista del jefe de Gobierno, y su inocencia en las lides de la vida, en 2012 también le llevó a confiar su futuro político a su adversaria del Senado de la República: colocó a Alejandra Barrales primero en la Secretaría de Educación y después en la conducción nacional del PRD, espacio desde el cual consideró que su candidatura presidencial sería defendida a capa y espada, y no con el ánimo vengativo que constató al acabar recibiendo —de parte de ella— la coordinación de la campaña presidencial de Ricardo Anaya.

Así mismo, Mancera confió la construcción de un cuarto polo político a Dante Delgado, dueño de Movimiento Ciudadano, quien ante el interés y participación de Acción Nacional se volcó en crear el Frente Ciudadano y, en el camino, olvidó defender las aspiraciones presidenciales del gobernante de la ciudad, a quien al final solo llegó a ofrecer un escaño en el Senado.

En la actitud asumida por Miguel Ángel Mancera ante tales traiciones, reconozco el temple del Ing. Cárdenas; tal vez por ello lo he exhortado a reconstruir la ciudad, y no solo en lo que el sismo destruyó: esta urbe también requiere reconstrucción en democracia, reconstrucción en su pluralidad política y reconstrucción en la limpieza y la tranquilidad de los comicios de 2018.

A este espíritu y conducta apelo, y alerto a que las actitudes de venganza dañarían profundamente la ciudad; por ello invoco hoy la reflexión nietzscheana, a efecto de que nuestro gobernante se aparte de ella, se aparte de las amarguras, de los rencores y que, en efecto, reconstruya la ciudad con pasión y democracia plenas.