Se ha atribuido a José Vasconcelos, equívocamente, una frase lapidaria contra Sonora que dice que allí es donde termina la cultura y empieza la carne asada, aunque se refería al norte en general. Pero si el afamado autor de Ulises criollo resucitara en el siglo XXI, y se topara con las cosas que se han hecho en materia de cultura en aquel estado, expresaría algo muy distinto. Y en gran medida, el responsable de sacar adelante una maquinaria que parecía atrofiada, es el actual director del Instituto Sonorense de Cultura, Mario Welfo Álvarez Beltrán.

 Tiene 33 años y aparenta muchos menos. Ingresa en Icaria, una linda casa color rosa de dos plantas en la colonia Narvarte que actualmente alberga una extraordinaria librería y la Escuela de Escritores. Se distrae largo rato entre libros, sale cargando una pila y los aparta antes de acceder a esta entrevista con una sencillez y una franca alegría que no permite imaginar su asombrosa trayectoria política y administrativa en varios niveles. Doctorado en gestiones y estrategias políticas del desarrollo por la Universidad Anáhuac, Mario Welfo ha trabajado en áreas administrativas del gobierno, pero lo que poca gente sabe es que es hijo del músico Mario Álvarez Gutiérrez:

“Mi papá tiene 72 años y 54 dedicado a la música. Crecí entre músicos y acompañé a mi papá en sus giras. Tengo nociones de batería, guitarra y bajo, aunque de ninguna manera me considero profesional. Mi padre tuvo una carrera importante. Vivió en El Paso y en California, tocó en el Noa Noa de Ciudad Juárez antes de que se popularizara a través de la canción de Juan Gabriel, y también en varias agrupaciones de la Ciudad de México. Actualmente continúa tocando en bares de Hermosillo… y eso me llena de orgullo. He alentado la profesionalización de los músicos sonorenses como un homenaje para él.

No obstante, ni en sus más locos sueños Mario imaginó que terminaría siendo director del Instituto Sonorense de Cultura:

“Yo vivía en la Ciudad de México. Fui director económico de 2012 a 2015 en el fideicomiso público Proméxico que promueve la inversión extranjera. El secretario de Educación de Sonora, Ernesto Lucas Hopkins, me presentó con la actual gobernadora, Claudia Pavlovich, quien me invitó a su campaña. Solo pedí un permiso de diez días para sondear el terreno… y ya no regresé. Me encargaron hacer la transición de la oficina del Ejecutivo de las nueve oficinas de la gobernadora, y un sábado a las diez de la noche me habló para decirme que, aunque ya se había dado una encomienda para trabajar cerca de ella, consideraba que estaría mejor al frente del ISC… y me puse muy, muy feliz”.

El nombramiento de Mario Welfo Álvarez al frente de una institución que había sufrido violentos altibajos y solo conoció una época fructífera durante el gobierno de Eduardo Bours Castelo, con el doctor en literatura Fernando Tapia como director, fue muy controvertido, no solo porque su carrera no tiene relación alguna con el cargo, sino por su extrema juventud.

“Me da mucho orgullo decir que desde los 21 años tengo relación con la administración de la política pública. Desde el principio supe que podría con la encomienda y a 26 meses de distancia sigo creyendo que ha sido la mejor oportunidad de mi vida. Hemos trabajado muchísimo y mi oficina está permanentemente abierta. No quería llegar a administrar la inercia: eso lo haría cualquiera. Y el ISC, por desgracia, venía arrastrando esa tendencia”.

Mario Welfo Álvarez Beltrán.

“La mayor inquietud de la gobernadora era democratizar la actividad cultural —que en algunos momentos fue por completo elitista, y, en otras, totalmente volcada hacia lo popular— y el enfoque social que le hemos otorgado ha sido controvertido pero de mucho impacto. Me propuse brindarles oportunidad a jóvenes con talento pero, al mismo tiempo, conservar a los de mayor experiencia y cumplir con los grupos que han aportado a la cultura durante todos estos años. Se ha logrado la fusión de todos los organismos que manejan el tema de cultura, que antes funcionaban de manera independiente. Lo formalizamos el pasado 2 de octubre y el objetivo es tener un solo organismo del sector cultural y evitar duplicidad de funciones.

En las últimas semanas, Mario Welfo ha estado inmerso en una campaña de promoción nacional para visibilizar el más importante festival internacional que se realiza en el maravilloso poblado colonial de Álamos, Sonora: el Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado.

“Desde su nombre, este festival, que está a punto de celebrar su edición número 34, enuncia que está fundamentalmente dedicado al bel canto.  Al mismo tiempo debemos impulsar foros alternos, no perder de vista otras propuestas musicales. El año pasado tuvimos una barra operística imposible de superar a escala mundial, y fue la edición más exitosa de su historia… y nos proponemos repetir, si no es que mejorar la hazaña. Se reunió  a 120 mil personas, con un presupuesto de 28 millones de pesos y dejamos una derrama económica de 131 millones. Tenemos un compromiso con los hoteleros y restauranteros de la zona que nos suplican que el festival no disminuya su calidad. Este año logramos una alianza con empresas del sector privado y la Secretaría de Cultura”.

El FAOT, que arranca el 19 de enero para concluir el 27, tendrá entre sus artistas invitados, a intérpretes de bel canto como Encarnación Vázquez, Arturo Chacón, Dante Alcalá, entre otros, mientras que en los foros alternos estarán Concha Buika, nominada al Grammy 2018, Lila Downs, Aleks Syntek, Celso Piña, Pato Machete, exvocalista de Control Machete, y Mijares, acompañado por la orquesta filarmónica de Sonora que estará presente a través de todo el festival. Asimismo se entregarán medallas a las sopranos Rebeca Olvera y María Caballero, y al académico Rogelio Riojas-Nolasco.