El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de ser destituido. El Congreso de ese país votó una moción para quitarlo del poder debido a un caso relacionado con la empresa brasileña Odebrecht. Se requerían 87 votos para ello, pero el resultado final sólo alcanzó 79, con lo que el mandatario seguirá al frente del país.

La iniciativa fue promovida por Fuerza Popular, identificada con el movimiento fujimorista, el cual tiene mayoría de 71 congresistas de un total de 130. Los medios de comunicación locales calificaron la acción como un intento de “golpe de estado” organizado por ese partido opositor.

“La Constitución y la democracia están bajo ataque. Estamos bajo un golpe bajo el disfraz de interpelaciones legales supuestamente legítimas”, dijo el mismo Kuczynski un día antes de la votación.

El mandatario peruano es acusado de haber solicitado varias consultorías a Odebrecht para una de sus empresas cuando era ministro del ex presidente Alejandro Toledo. El señalamiento fue confirmado en las últimas semanas las declaraciones hechas por el empresario brasileño Marcelo Odebrecht ante los fiscales peruanos.

Kuczynski afirma que se desvinculó de la gestión de la compañía Westfield Capital cuando fue nombrado ministro, aunque reconoció que sí continuó siendo accionista sin enterarse de las operaciones que esta realizaba.

A sólo 18 de meses de su gestión, su popularidad cayó nueve puntos el presidente en menos de quince días para ubicarse en 18% la semana pasada. Según datos de firmas encuestadoras, sólo un 37% de los empresarios peruanos apoya su mandato.

El mandatario realizó una maniobra muy fina a último minuto para salvar la amenaza de destitución. Hizo que sus dos vicepresidentes Martín Vizcarra y Mercedes Araoz, que dimitirían si lo echaban a él. De esta manera, el poder quedaría en manos del presidente del Congreso, Luis Galarreta, quien es un defensor de Alberto Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, dio un autogolpe en 1992 y permanece encarcelado por corrupción.