Este año que casi termina fue especialmente conflictivo para nuestra vida institucional e individual. En 2017 se abatieron sobre el territorio nacional una serie de eventos naturales que dejaron sentir su implacable fuerza en regiones de la zona centro de la república. Varios huracanes en temporada de lluvias causaron inundaciones y deslaves con pérdidas materiales y humanas importantes. Sin embargo, los sismos fueron los más implacables por su destrucción, en especial el del 19 de septiembre, que provocó derrumbes en edificios públicos, viviendas, escuelas, clínicas y centros de trabajo, tanto en la Ciudad de México como en varias entidades federativas, con un alto registro de muertos y desaparecidos.
También nuestras finanzas públicas registraron saldos negativos, causados básicamente por el arribo de una nueva administración presidencial en Estados Unidos, que desde un principio marcó un ambiente de hostilidad hacia México, estableciendo condiciones de intercambio comercial inaceptables y presionando la salida de millones de compatriotas radicados en aquel país. La constante amenaza de la construcción de un muro y la renegociación del Tratado de Libre Comercio también se sumaron a un incremento en precios de artículos básicos y de combustibles que empujó notoriamente la inflación.
Sin embargo, todo este contexto sirvió para que afloraran conceptos que parecían haber desaparecido de nuestra idiosincrasia. La solidaridad y la unidad volvieron a ser términos que cobraron actualidad creciente, sobre todo ante las secuelas de pérdidas humanas de conciudadanos. México se envolvió en un halo de entrega y hermandad nunca antes visto. Atestiguamos que la unidad es el material de cohesión de la nación, tanto en lo institucional, como en las organizaciones sociales y en las familias. El nacionalismo llevado a los hechos afloró en la nación.
Especialmente 2017 fue un año difícil y no sabemos a ciencia cierta cómo será el entrante 2018, aunque todo hace suponer que, como este que termina, el que se avecina viene cargado de retos, en tanto que tendremos el desarrollo de un proceso electoral que, desde ahora, se considera como el más competido y controvertido de nuestra historia reciente.
Pero como sea, ya vimos que el antídoto como sociedad ante los vaivenes es la unidad, fórmula probada para salir delante de cualquier episodio de incertidumbre. Con unidad mantendremos el ritmo de crecimiento que hemos registrado en los últimos años. Con unidad repeleremos las ambiciones de grupos que desean imponer criterios fundamentalistas y retrógrados que nos harían involucionar como nación. Con unidad seguiremos construyendo el futuro que merecen nuestras familias. Un futuro con proyectos y no de ocurrencias.
Con unidad refrendaremos nuestro compromiso con una democracia incluyente y participativa, condición necesaria para que México conquiste el sitio de grandeza que le corresponde en el concierto internacional.
Por lo pronto, amables lectores, les deseo una muy feliz Navidad y que reine la armonía, la salud y el bienestar en sus hogares.
Secretario general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.



