José Antonio Meade Kuribreña, seguro candidato priista, de quien el mismo PRI destaca, como una de sus virtudes, el no ser priista, ha empezado a externar ideas.

Sus conceptos, por lo general, se dirigen a confrontar oblicuamente los decires de Andrés Manuel López Obrador, quien belicoso, pone los temas de campaña, provocando a su más poderoso adversario con expresiones despectivas.

Si López Obrador afirma que promoverá el desechamiento de reformas peñistas para restablecer las tesis de la Revolución Mexicana, Meade responde: “Enfrentar los retos con viejas recetas no va a ayudar a México… Hay que dar continuidad y no improvisar”.

También, Meade contesta: “Estoy con las víctimas, no con los victimarios… combatiré frontalmente la corrupción”, persistiendo en lo realizado; pues López Obrador “para pacificar el país” analiza “otorgar amnistía a líderes del crimen organizado” bajo ciertas reglas.

De inicio, parece descabellada esa amnistía, incluso, se escucha incoherente el solo estudiarla; hasta Miguel Ángel Mancera alerta que “México sería un narco Estado”.

Sin embargo, vale la pena escudriñar sus posibilidades y efectos, y no prejuiciarse ni generar frases lapidarias para tiempos electorales, siempre y cuando se logre la seguridad de vivir en paz conforme a derecho, se obtenga la reorganización sana de las fuerzas productivas y una mejora substancial en la distribución de la riqueza, al fortalecer la cultura y la educación para el eficaz respeto a valores y derechos humanos.

Analicemos propuestas, vengan de quien vengan. Los medios no justifican los fines, en abstracto y generalizadamente; pero sí algunos medios justifican a algunos fines.

Según López Obrador, esa amnistía debe contar con la aceptación del sujeto pasivo del delito; que sea general, impersonal y abstracta, como toda ley emanada del proceso legislativo. Incluiría a quienes él ha venido llamando “la mafia del poder”.

Está claro que a balazos, exclusivamente, hemos producido una guerra entre mexicanos, y con ello cientos de miles de muertos, convirtiendo a México en un enorme cementerio, donde huele a sangre, a putrefacción cadavérica, y en donde se han generado viudas y huérfanos en serie y en serio, deshilachando el Estado y el gobierno.

Esas recetas de violencia contra violencia, nuevas o viejas, hechas en nuestro país o made in USA, únicamente han servido para mal de México.

Si perdonar, sin olvidar, es “un paso para la paz”, busquemos con responsabilidad a la gente eficaz y honorable que pueda llevar a cabo esta tarea, con bajo costo y logros sólidos, perdurables y benéficos para la mayoría de los mexicanos.

Analicemos sin prejuicios la afirmación de Meade cuando descalifica “las viejas recetas para mejorar la economía familiar, la seguridad y la justicia”. Preguntémosle para que explique a detalle cuáles son las nuevas recetas que propone y estudiémoslas sin recelos.