Hoy la política en México es, entre otras cosas, el lamentable resultado de una insensata y perversa improvisación de políticos deficientes.

No siempre ha sido así. En otros tiempos fue peor; pero también hemos tenido épocas de trabajo político certero, patriotismo inteligente, y armonía honesta de intereses mayoritarios aceptables.

Ilustraré con una muestra la acción política actual.

Luis Videgaray, a la sazón secretario de Relaciones Exteriores, cercanísimo al presidente Enrique Peña Nieto y el vínculo mexicano con el presidente Donald Trump, utilizó un foro de la Secretaría de Relaciones Exteriores para inundar en elogios a un miembro de la cuarteta que el titular del Ejecutivo federal y el PRI integraron con precandidatos a la Presidencia de México.

Luis no lo hizo de mutuo propio, pues entiende los tiempos que se viven, y puede que sirva a dos amos, uno aquí y otro allende las fronteras. Todo por el poder y con un dejo de soberbia a la vista; lo que no ayuda en nada a nadie.

Después del arrogante destape hecho por Videgaray, el propio presidente Peña tuvo que corregir con rostro presionado y cortante frase de enmarque inexacto: “Yo creo que andan bien despistados todos, ¿eh? El PRI no ha de elegir a sus candidatos a partir de elogios o aplausos…”

Posterior a la rectificación presidencial, después de aniquilada la prudencia, Videgaray al estilo Trump tuiteó para explicar lo inexplicable.

El México político, analizando lo anterior, quedó estupefacto, extrañado por la manera en que se les enredaban los hilos de la sucesión presidencial.

Y después, tras esas patidifusas acciones políticas, Juana Cuevas de Meade, la esposa del prospecto, sale ante los medios a decir que ella y su familia apoyan a José Antonio, y éste se autodestapa públicamente, bajo la aceptación silenciosa de Peña Nieto y su gabinete.

Renuncia Meade a la Secretaría de Hacienda, se nombra a su sucesor y se le toma protesta, y el crédito público hace que la tradicional cargada lance, entre aplausos, porras y matracas, las clásicas aseveraciones: “yo lo vi primero”, “es el mejor de todos”, “es otro Plutarco Elías Calles”.

El autodestape familiar de Meade está bajo sospecha, y azarosamente sus primeros pasos como precandidato del PRI se trazaron por instrucciones superiores: ladinas asambleas del CTM, CNC y CNOP, lo recibieron con la alegre maña de muchas prácticas sexenales.

Entre la tradicional cargada que se expandirá en todo el país con el peor de nuestros rostros, y la repulsa a todo lo electoral, de alto costo para el pueblo y de tantas mentiras para el ciudadano, tendrá que circular la inexperiencia política electoral de José Antonio Meade.

Hasta ahora, lo mejor de él ha sido el impulso inteligente y firme de su esposa Juana.

Y algo positivo de Andrés Manuel López Obrador: la grata voz melódica de su esposa Beatriz Gutiérrez interpretando ”El necio”, de Silvio Rodríguez, para mostrar los perfiles de su marido.