En diciembre pasado, Donald Trump llamó a atención cuando dijo que cambiaría la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén. En ese momento, señaló que Jerusalén era la capital de Israel y era lo más lógico para él. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) rechazó la decisión considerando que se crearía un problema mayor, al desestimar la parte palestina, que también reivindica Jerusalén como parte de su territorio. Este lunes, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, anunció en el Parlamento israelí que el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén se concretará “antes del final del año que viene”.

“Jerusalén es la capital de Israel y como tal (Donald) Trump ha dado indicaciones al Departamento de Estado para empezar las preparaciones del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén”, declaró frente al Congreso.

Pence aseguró que la medida tiene la intención de forzar a los palestinos a sentarse en la mesa de diálogo para resolver, de una vez por todas, el conflicto árabe-israelí. “La paz solo puede venir a través del diálogo”, advirtió Pence.

La propuesta no fue bien recibida por los diputados árabes en la Knesset, quienes lanzaron gritos de protesta contra la ruptura del consenso internacional, al tiempo que exhibían carteles con imágenes de la mezquita de Al Aqsa, considerado como el principal símbolo islámico de la Ciudad Santa.

Sin embargo, Pence fue elogiado por los legisladores israelíes no sólo por esta cuestión sino porque también aseguro que la Casa Blanca cancelará el acuerdo nuclear con Irán. “Prometo solemnemente a Israel, a todo Oriente Próximo y al mundo que EE UU nunca permitirá que Irán se dote del arma nuclear”, proclamó entre ovaciones.

Pence se reunirá sólo con autoridades israelíes, pues el jerarca palestino Mahmoud Abbas rehusó hablar con él tras emitir su declaración de cambiar la embajada estadounidense a Jerusalén.