Sin lugar a dudas, el aspecto más llamativo de la ceremonia de premiación de los Globos de Oro fue la protesta simbólica que realizaron diversas personalidades, tanto en vestimenta como en discurso contra las agresiones sexuales que tuvieron colegas en años anteriores y un destape explosivo sobre todo en la figura del productor Harvey Weinstein. El color negro fue la insignia de tal expresión lanzada por el movimiento Time´s Up y respaldada por más de 300 actrices en el evento.

Sin embargo, el logro feminista hollywoodense no ha estado excepto de polémica y recientemente, en Francia, un grupo de 100 artistas francesas constituyó una interesante réplica por medio del diario Le Monde en donde se plantea el rechazo a lo que las galas consideran el clima de “puritanismo” estadounidense.

Liderado por la prestigiosa actriz  el manifiesto es firmado por celebridades como la literata Catherine Millet, la interprete Ingrid Caven, la ilustradora Stéphanie Blake y la cineasta Brigitte Sy. Contundentemente, el desplegado pronuncia en su inicio que  “la violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”. Posteriormente, continúan desarrollando su postura:

Desde el caso Weinstein se ha producido una toma de conciencia sobre la violencia sexual ejercida contra las mujeres, especialmente en el marco profesional, donde ciertos hombres abusan de su poder. Eso era necesario. Pero esta liberación de la palabra se transforma en lo contrario: se nos ordena hablar como es debido y callarnos lo que moleste, y quienes se niegan a plegarse ante esas órdenes son vistas como traidoras y cómplices”.

Además, las intelectuales francesas condenan la victimización en que se ha encasillado a las mujeres convirtiéndolas en “pobres indefensas bajo el control de demonios falócratas”.

Vale mencionar que entre algunas de las precursoras del comunicado existen también mujeres que han debatido constantemente alrededor de las vertientes que ha tomado el movimiento feminista en la modernidad, tal es el caso de Abnousse Shalmani, quien hace unos meses definió al feminismo como un neototalitarismo en su columna del semanario Marianne: “el feminismo se ha convertido en un estalinismo con todo su arsenal: acusación, ostracismo, condena”.

Advirtiendo el regreso de una “moral victoriana”, las firmantes del manifiesto aseguran que defienden “la libertad de importunar, indispensable para la vida sexual”, así como el albedrío de creación en la cultura que, aseguran, se ha visto muy afectado por este ambiente negativo que pareciese “fiebre por mandar cerdos al matadero”.  “Esta justicia expeditiva ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su oficio, obligados a dimitir […] por haber tocado una rodilla, intentado dar un beso, hablado de cosas intimas en una cena profesional o enviado mensajes con connotaciones sexuales a una mujer que no sentía una atracción recíproca”, aseveran.

Aunque el comunicado ya ha desatado polémica en Francia, seguramente habrá de expandirse la discusión en todo el mundo, pues la vigencia que ha tomado el tema despierta innumerables posturas que chocan entre los dos extremos de opinión.