“El mundo debe olvidarse del petróleo barato”. Hugo Chávez.

El Reino de Bahréin está situado en un pequeño archipiélago del golfo Pérsico. Con apenas 760 kilometros2 de extensión (aproximadamente la mitad de la ciudad de México) ha sido fundamental en la historia del Medio Oriente: rechazó las pretensiones coloniales de los portugueses en 1621, tuvo una independencia temprana de Persia desde 1783 y fue protectorado del Reino Unido hasta hace poco más de medio siglo. Pese a su posición geográficamente estratégica este país se caracterizó por tener los primeros pozos de producción petrolera en la región y lograr ser el primer país de la región en concretar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, firmado en agosto de 2006.

No obstante, debido a los múltiples yacimientos de hidrocarburos en todos los países vecinos, además de los límites de la extracción, el Reino de Bahréin afronta el reto de encontrar fuentes de financiamiento sin depender de sus riquezas minerales. Pese a que de 2005 a 2011 su producción no rebasó el volumen de 50 mil barriles de crudo diarios (su peor nivel fue de 41 mil en 1991, con motivo de la guerra del golfo); en 2014 alcanzó una producción récord promedio diaria de 64 mil.

No obstante, las reservas de hidrocarburos del Reino de Bahréin son limitadas y a fin de mantener la calidad de vida de la nación se ha requerido diversificar los ingresos de este país; 86% del presupuesto nacional depende de la venta de energéticos minerales. Una de las alternativas es la alianza militar con Estados Unidos, que al ocupar sus bases puede mantener el equilibrio de la región ante alguna diferencia con Irán. Esto ya había sucedido en 1991 contra Irak, y ha dado una fortaleza para esta nación mediante las relaciones internacionales.

Otras respuestas para facilitar la recepción de capitales fue abrir paso al turismo -a diferencia de Arabia Saudita que no lo permite-; con importantes avances como la obtención de la certificación Patrimonio de la Humanidad y de la obtención de perlas y la zona arqueológica de Qal`at al-Bahrain por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El reino también recibe un número importante de visitantes extranjeros por la carrera de autos de Formula 1 del Gran Premio de Bahréin (desde 2004), y que al cumplir diez años de celebrarse innovó con una carrera nocturna.

Además, otra inversión consecuencia de las extracciones de petróleo y gas natural es el desarrollo del sector bancario, con empresas nacionales sólidas y cobertura global. Asimismo, el Gobierno ha impulsado el fortalecimiento de la economía interna y el desarrollo de servicios a fin de generar empleos y el desenvolvimiento sin depender de los hidrocarburos. También se ha apostado por la inversión en transportes, aunque en ese sentido la competencia con otros países de la zona -como Emiratos Árabes Unidos- complica el ingreso de divisas al archipiélago.

Si bien la disminución de yacimientos de energéticos ha sido constante desde hace unas décadas, este país se convirtió en líder de procesamiento y refinación de hidrocarburos, lo que le permitió desarrollar una industria petroquímica de importancia regional, lo que le ha permitido continuar en el mercado de energéticos pese a una eventual escasez de combustibles de origen prehistórico.

Lamentablemente, estos esfuerzos no han sido suficientes para afrontar las amenazas que pueden venir tanto de la economía internacional como del acontecer internacional. Ejemplo de esto es el impacto ocasionado en el sistema financiero de Bahréin en los últimos años por el precio bajo del petróleo, lo que mermó el presupuesto nacional y ocasionó un déficit cercano a 14% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2016, lo que equivale a una cifra cercana a cuatro mil millones de dólares estadounidenses. Aunado a esta insuficiencia, el gobierno no ha logrado realizar un recorte al gasto público eficiente que ayude a solventar la crisis, además de la nula capacidad de recibir prestamos por la disminución de los yacimientos, por lo que algunas calificadoras han degrado su nota crediticia como bonos basura, lo que genera más incertidumbre sobre la viabilidad monetaria del archipiélago.

Existen otros factores que han agravado la situación financiera de Bahréin. Uno de ellos es que más de la mitad de la población (1.4 millones) no nacieron en el archipiélago y han venido a laborar a este país en busca de mejores oportunidades, en especial procedentes de otras naciones musulmanes o países asiáticos, aunque en menor medida también africanos, europeos o americanos. La población en este país goza de altos estándares de vida, pero la migración masiva ha generado disputas por las ganancias económicas, con tasas de desempleo cercanas a 4% de la fuerza laboral en los últimos años.

Por otra parte, y aún con el recuerdo reciente de la primavera árabe -que impactó en Bahréin con las revueltas de 2011-, el tema del descontento social es una preocupación latente, en especial en los últimos meses que el gobierno retiró los subsidios a combustibles como gasolina, diésel y keroseno, además de alimentos como la carne. A fin de superar el déficit fiscal, la autoridad anunció incrementos de precio a servicios básicos a los hogares como la electricidad y el agua potable, los cuales serán de forma gradual, por lo que la prospectiva para los siguientes años es que la crisis económica por falta de ingresos por exportaciones de hidrocarburos se agudice.

El Reino de Bahréin requiere de fortalecer su competitividad a fin de que sus actividades monetarias no petroleras puedan ser exitosas y con ello mejorar las condiciones de vida de su población. Los avances en temas como turismo, servicios y reformas fiscales han sido de utilidad pero aún insuficientes para solventar los desafíos, con el elemento de la presión social como una variable que puede presionar más al gobierno de que las soluciones puestas en acción sean las acertadas.

El autor es Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.