El pasado 12 de diciembre, fecha emblemática para los mexicanos, el Papa Francisco publicó en su cuenta de Twitter: “Gracias a todos los que siguen @Pontifex que hoy cumple cinco años. ¡Que las redes sociales sean lugares ricos en humanidad!”.

Han pasado cinco años apenas tras la apertura de la cuenta @Pontifex en Tuiter, bajo el pontificado de Benedicto XVI. Fue, exactamente, el 12 de diciembre de 2012. Con el impulso comunicativo que le es afín, el Papa Francisco ahora es seguido por 40 millones de personas, en nueve idiomas.

El Papa Bergoglio ha confesado, una y otra vez, que es “un tronco” con respecto a computadoras, dispositivos móviles, teléfonos inteligentes, tabletas y todos los aparatos de la era tecnológica. Sin embargo, se ha convertido en el más grande tuitero de la actualidad.

La particularidad del Papa es, exactamente, la particularidad de los buenos usuarios de la tecnología digital. No la usan para matar el tiempo, construir vanidades o atacar al prójimo, sino para difundir valores, lo que a ellos (y a él) le parece relevante en la construcción de un nuevo humanismo.

Buena cantidad de los 40 millones de seguidores de Francisco no son católicos, sin embargo, el Papa suscita interés por lo que dice, por la sencillez de lo que dice y por la profundidad en que, en 140 caracteres, enmarca su mensaje. Busca algo que los ideólogos no entienden: ayudar a formar la conciencia de la gente, no a sustituirla.

Sabe muy bien que el cambio de época no puede hacer a un lado la autopista digital. Y cada día, a veces un poco más espaciado, a veces no, redacta un Tuit, lo relee y lo envía a recorrer el mundo. Tiene el ojo del jesuita: usar las mediaciones técnicas para —en su caso— explicar el ethos cristiano.

Y con ese método de sencillez extrema, aunado a su carácter personal y a su acercamiento constante a las periferias, ha llegado a la cima de aquello que ni pretende ni entiende: el número de seguidores en Tuiter, y en constante crecimiento. Algo que muchos políticos —que también usan el tuiter— deberían por lo menos copiar.