Una gravísima acusación lanzó Javier Corral, gobernador panista de Chihuahua, contra el gobierno federal, pues dijo que la Secretaría de Hacienda federal canceló la entrega de 700 millones de pesos como represalia por haber hecho públicas las declaraciones del priista Alejandro Gutiérrez, presunto responsable del desvío de 250 millones de pesos que habrían ido a parar a las arcas del PRI.

De acuerdo con las declaraciones de Corral, José Antonio González, secretario de Hacienda, en una reunión celebrada en Palacio Nacional, admitió que la investigación en torno a las desviaciones de fondos a favor del PRI fueron la causa de que se suspendiera el envío de las partidas que corresponden al estado de Chihuahua.

La Secretaría de Hacienda respondió mediante un boletín que no desmiente la presunta infidencia de su titular, sino que se limita a afirmar que todos los recursos que por ley corresponden a los estados fueron transferidos en tiempo y forma con mecanismo transparentes. No, pos sí.

Más importante fue la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto, quien acusó al gobernador chihuahuense de haber realizado “un acto político y auténticamente cargado de signo partidario”, para luego agregar lo que popularmente se conoce como autogol: “Creo que el gobierno de la república no puede ni merece ser descalificado y menos señalado por no estar respaldando al gobierno de Chihuahua”. Pues sí, pero por eso mismo lo señaló y descalificó el panista.

Desde las cloacas salió una voz parecida a la de Aurelio Nuño, coordinador de campaña del candidato fuereño impuesto al PRI, quien de acuerdo con un boletín de ese partido, dijo: “Es muy grave que el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, esté torturando a Alejandro Gutiérrez para querer utilizar la justicia en temas electorales”. Nuño, ahora en riesgo de ser acusado por difamación, no precisó si Corral empleó el pocito, los toques y otros métodos que tradicionalmente han usado los gobiernos del PRI contra sus opositores.

En el acto donde el Ejecutivo chihuahuense hizo las denuncias, participaron panistas destacados e intelectuales que se han adherido a la campaña de Ricardo Anaya. Pero nadie se preocupe, diga lo que diga la oposición, todo mundo sabe que César Duarte y todos los gobernantes priistas son seres de honradez impoluta y que ellos y sus familias llevan una vida de ascetas, ajena a los viajes en avión privado, a las compras en las mejores tiendas de Nueva York, Londres o París y a las comidas en los restaurante de cinco estrellas. ¡Pobrecitos!