En la pasada Bienal de Venecia resaltó la obra de tres grandes artistas mexicanos: Gabriel Orozco, Cynthia Gutiérrez y en el pabellón nacional, Carlos Amorales. De hecho, la decisión de que Amorales representara a México se tomó apenas unos meses antes de que iniciara la Bienal. Sólo un artista de la importancia y con la trayectoria de Amorales podía hacer un papel decoroso utilizando parte de un trabajo que ya había invertido muchos años para llenar el espacio de forma decorosa.

Exactamente esa inversión consta de 22 años de su vida para conjuntar la trayectoria que lo caracteriza, integrada por obra que se basa en la posibilidad de la comunicación a través de formas irreconocibles o que no se pueden codificar: sonidos, gestos y símbolos; pues Amorales experimenta en los límites de la imagen y el signo, a través de diferentes medios que incluyen animación, video, cine, dibujo, instalación, performance y sonido.

“Si ya llegué a tal nivel de sofisticación en la creación de esa máscara, ¿qué pasa si te la quitas?, si ya eres capaz de decir las cosas como las piensas, como las ves; evidentes, abiertas”, dice en entrevista para el diario Reforma, al reflexionar sobre las dos décadas que estarán exhibidas en la próxima exposición en el Museo Universitario Arte Contemporáneo.

Con el nombre de Carlos Amorales: Axiomas para la acción (1996-2018), la muestra además de realizar un énfasis en los aspectos conceptuales su trabajo, revisa cómo estos operan más allá de la presentación de series u obras específicas. Su núcleo es un texto teórico del artista, titulado Axiomas para la acción, que define los ejes que han venido constituyendo su obra como una investigación orgánica, a pesar de su expresión multiforme.

La exposición que abrirá sus puertas en febrero, consta aproximadamente de 15 piezas, en las que se destaca La vida en los pliegues, refleja el trabajo de Amorales poniendo énfasis en el binomio film/ instalación, a la vez que a partir de una interpretación de la arquitectura del Museo en tensión con el espacio de referencia de la obra de Amorales en su estudio en la Ciudad de México. En esta versión la parte gráfica de su obra pasará a un segundo plano, aquel que está relacionado a la creación de estructuras narrativas (guiones) que funcionan como herramientas para poner en práctica los Axiomas.

La trayectoria de Carlos Amorales (1970) ha sido curiosa, pues en su andar ha hecho de todo. Su búsqueda creativa va más allá de los formatos y tiene que ver con una forma de buscar la libertad desde su propia problemática y no tanto a partir de una crisis sistemática.

Estudió en la Gerrit Rietveld Academie, antes asistió a Rijksakademia van Beeldende Kunsten, en Amsterdam. Ha sido muy multifacético; primero trabajó en Europa en lo que pudo, luego fue performancero, después se ligó al arte contemporáneo, la industria musical y luego al cine.

Empezó a hacer “arte contemporáneo” cuando nacieron sus hijos, pues no vivía del performance. Tuvo una disquera llamada Nuevos Ricos: en esta estuvieron María Daniela y su Sonido Láser, Dick El Demasiado y Aux Raus, sus mejores descubrimientos.

Se volvió famoso en 2003 por su performance relacionado con la lucha libre llamado Amorales vs Amorales. Su trabajo se ha presentado en museos como el Tamayo, Cornerhouse, Museo Amparo, Kunsthale Fridericianum, Irish Museum of Modern Art, Cincinnati Art Center, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, entre otros.