El 2018 parece ser uno de los capítulos del libro de Barbara W. Tuchman  The March of Folly: From Troy to Vietnam en el que describe, y evidencia, cómo las élites gobernantes llegan a ser estúpidas y autodestructivas, lo cual parece ser el caso de la alta jerarquía política mexicana.

Este año se anuncia como uno de los más complicados de la historia reciente de nuestro país, con una ecuación peligrosa: una clase gobernante voraz, corrupta, alejada de cualquier sensatez, asfixiada en su miedo y hundida en la corrupción, con un presidente que abdicó a su gobierno de cualquier responsabilidad de conducción democrática e imparcial en el proceso electoral. Sólo queda la operación y preservar el poder al costo que sea, con instituciones débiles o cooptadas que no lo limitan.

Otro problema es la violencia política que se ha emparejado, cuando no fusionado, con la del narcotráfico, frente a una impunidad ofensiva y cínica, donde ha quedado al descubierto, más allá de cualquier duda, el vínculo entre el uso de recursos ilegales y el PRI, como en los casos de Chihuahua y Veracruz. Los saldos de esto es una sociedad irritada, furiosa, con poca fe y para completar tan terrible situación tenemos una economía frágil que no muestra un viso de mejora, sino que tiende a empeorar.

En la Ciudad de México no es diferente, Mancera perdió la capacidad de influir, los “Lobos” y los “Toledos” harán una elección violenta, mañosa y tramposa sin que al gobierno central le alcance o le interese instituir una normalidad democrática que la ciudad había vivido.

El punto más grave de todo esto, la verdadera marcha de los idiotas, es la falta de una propuesta de ruta para la conducción de un proceso viciado, frágil y con finales inesperados. Viviremos un año de barbarie, cinismo, del poder por la fuerza que dan la corrupción y el dinero, no la integridad o las instituciones. Se ha preparado un fraude con anticipación y alevosía.

La confusión se apoderó del gobierno, en su torcida psicología mezcla la militancia política con el interés nacional, piensa que con trampas y fraudes salva al país, no hay tal cosa como el fraude patriótico, simplemente es fraude y lo cometen los delincuentes. Una muestra de esto es el ejercicio de prestidigitación que hacen con el tema de Elba Esther Gordillo: celebran una coalición con Nueva Alianza (su partido), la sacan de la cárcel y luego, en un acto de gran cinismo, dicen que es aliada de Andrés Manuel, además de las fake news y los miles de millones de pesos que el gobierno federal destina para la difusión de mentiras a través de plumas y micrófonos mercenarios que quieren hacer de su confusión la confusión de la sociedad.

Frente a este cúmulo de problemas nacionales hay esperanza y una salida sencilla basada en tomar conciencia de los riesgos y que la clase gobernante defina, en especial Peña Nieto, si quiere pasar a la historia como el nuevo Victoriano Huerta y un delincuente o plantear una ruta objetiva, madura e institucional que le permita rescatar los retazos de su prestigio.

@LuisHFernandez