La inflación en 2017 a tasa anual fue de 6.77%. En 2016 fue de 3.36%. El repunte de la inflación en el tramo final del año recién tiene un primer efecto negativo sobre las familias mexicanas menos favorecidas, que vieron mermado su poder adquisitivo y afrontan ahora un 2018 complejo para sus finanzas individuales. También para el gobierno de Enrique Peña Nieto y para su candidato, José Antonio Meade, que ven como una de las variables económicas con mayor arraigo social se acelera a solo seis meses de las elecciones presidenciales.

De acuerdo a los números, los precios cerraron 2017 con un aumento del 6.77%, ligeramente más de lo previsto por los principales casas de análisis y muy por encima del rango objetivo del Banco de México –entre el 2% y el 4%-. Es la cifra más alta desde mayo de 2001, hace casi 17 años, y duplica con creces a la registrada un año antes de 3.36%.

La inflación subyacente, una variable que descuenta la evolución de los componentes más volátiles, como la energía y los alimentos, creció un 4.9% en el último año: el grueso del incremento vino dado por el encarecimiento de los energéticos y la comida. En buena medida se arrastran los efectos del gasolinazo, el súbito aumento del precio de los carburantes tras la liberación del mercado en enero de 2017.  Además, en los últimos meses lo que más ha pesado sobre el alza de precios ha sido la depreciación acumulada del peso mexicano frente al dólar, que ha encarecido las importaciones de bienes básicos.

Entre diciembre de 2016 y diciembre de 2017 lo que más subió fueron las frutas y las verduras (+18.6%) y los energéticos (+17.7%). Por el contrario, la vivienda fue la partida que menos se encareció en el periodo, solo un 2%.

“Las cifras empeoraron en los últimos meses del año”, valora Ernesto Revilla, máximo responsable del Departamento Económico de Citigroup para América Latina y ex jefe de unidad de Planeación Económica de la Secretaria de Hacienda. “No  es una buena noticia para el bolsillo de los mexicanos, pero esperemos que la inflación baje rápidamente en 2018”.

Al complicado cierre de 2017, se suma una cuesta de enero más difícil que en años anteriores. En los primeros compases de 2018 se aprecia el encarecimiento de productos básicos de la canasta básica como el tomate o el huevo, según un sondeo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). También el gas LP que ya cuesta casi la cuarta parte más que en la primera semana del año pasado.

A estos aumentos, tangibles, se suman las amenazas de los representantes de estaciones de servicio y tortillerías, que anunciaron la semana pasada una subida en el precio de la gasolina y la tortilla de maíz en un país que depende de ambos bienes para su día a día.

Cabe señalar que el gobierno negó la posibilidad de que se produjese un nuevo gasolinazo –en año electoral parece poco aconsejable para su capital político- y pactó el mantenimiento del precio de las tortillas con la promesa de que luchará para controlar el costo de los insumos.

(Con información de El País)