José Antonio Meade Kuribreña, precandidato presidencial del PRI, está enfrentando un escenario político electoral muy complicado, aun cuando el exsecretario de Hacienda sea “un hombre profesional, ético, honrado, serio y cuente con un impecable historial académico y administrativo” —como lo presentan sus coordinadores de campaña—, no es suficiente para pagar los “platos rotos”, atender y saldar las deudas que en materia económica, de seguridad y corrupción tiene la administración de Enrique Peña Nieto con los mexicanos.

Al abanderado del tricolor “le pesará haber participado en el gasolinazo, aplaudido la visita de Donald Trump, formar parte de este grupo económico tecnócrata que nos tiene endeudados, que ha disparado la inflación y que ha causado mayor pobreza, y sin demérito de los señalamientos de corrupción en el manejo de recursos públicos”, asegura Virgilio Bravo Peralta, director del Centro de Negociación, Medición, Conciliación y Arbitraje y del Instituto Internacional de Estudios de Derecho y Jurisprudencia.

Destaca que hoy, en pleno siglo XXI, en los países que hay elecciones, las personas que tienen un deterioro en su capacidad adquisitiva, en su economía familiar, votan generalmente con el estómago no con la cabeza. El escenario en este momento, para que el candidato pueda tener un buen resultado, pasa por los resultados negativos del gobierno de Peña Nieto, tendrá que recoger esa siembra que han hecho durante estos años y cosechará números negativos, eso ha sucedido siempre. “No veo cómo puedan revertirlo y convertir estos números en algo positivo, porque finalmente habrá esta sanción por parte del electorado”.

Romper con Peña y Videgaray

Bravo Peralta afirma a Siempre! que Meade “tiene un lastre muy pesado, difícilmente se podrá desligar, romper, con todo ese grupo que lo colocó como precandidato del PRI. Tiene que romper con las personas que son un lastre y una carga, con ese grupo que representa lo negativo de este gobierno, y eso no lo estamos viendo”.

“Tiene que romper de manera drástica, fuerte, distanciarse de sus principales mentores, padrinos, promotores, que pueden ser el presidente de la república y el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray”, agrega.

Aunque el politólogo reconoce que eso “se ve muy complicado y muy difícil, primero, por la personalidad de Meade, y segundo, por los compromisos adquiridos, las complicidades que ha implicado pertenecer a ese grupo político en estos últimos años. El lastre es muy pesado, probablemente mucho más pesado que el que tuvo Luis Donaldo Colosio, quien finalmente se estaba desligando, no del presidente, sino probablemente de algún círculo cercano al mandatario, pero el saldo de Carlos Salinas en ese momento no era negativo, lo supimos después, en este caso el saldo de Enrique Peña Nieto ya es negativo”.

Advierte que “el hecho de que José Antonio Meade no se desprenda, no rompa ya con ese grupo le seguirá constituyendo un lastre, una carga muy pesada, si no lo logra operará en su contra y todos estos aspectos negativos que comento, estas deudas de violencia y corrupción que nos deja este gobierno se las cargarán a él, las pagará completitas aunque no haya sido él o haya participado en menor medida. No romper, lo hemos visto aquí y en otras partes del mundo, implica un costo, y él lo pagaría”.

Gobierno federal reprobado

Bravo Peralta considera que, además de la situación económica, tanto la seguridad como la corrupción en México serán dos temas que estarán presentes en las campañas electorales e influirán de una manera definitiva en los ciudadanos que irán a votar el próximo 1 de julio.

De acuerdo con los datos publicados en los medios, 2017 ha sido el mes más violento del sexenio de Enrique Peña Nieto, con unos índices de homicidios solo comparables con los de 2011, en plena guerra contra el crimen organizado emprendida por el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa.

“La violencia que vivimos los mexicanos, literalmente, en cualquier parte del país, en cualquier rincón, en todos los niveles, cualquier tipo de delincuencia desde la organizada hasta la de menor impacto, ha generado una percepción de que este gobierno no ha cumplido con esa mínima garantía de seguridad pública que todo ciudadano debe tener”, indica el analista político.

“Se pensaba que con este gobierno de Peña Nieto, con las políticas que se instrumentarían, con los discursos instrumentados y las personas que estarían encargadas, la inseguridad y la violencia disminuirían sensiblemente, pero ha sido todo lo contrario. En materia de seguridad, el gobierno federal está reprobado, existe una total desaprobación de las acciones del gobierno, por eso se ha incrementado esta percepción de total rechazo, de total castigo a este gobierno, y se verá el próximo 1 de julio”.

La corrupción lastima

El consultor e investigador en temas de legislación, seguridad nacional, políticas públicas, educación, negocios, tecnologías de la información y comunicación destaca que la corrupción “es el gran tema de este país, y ahí sí todos los partidos, todas las cúpulas, incluidos los grupos de poder, están involucrados en que no se combata”.

La corrupción es algo que lastima, que duele a la sociedad, porque es quien la sufre con los trámites ante el gobierno federal, con la falta de apoyo de las autoridades, por ejemplo, con las tarjetas del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, con la “estafa maestra” o los actos de corrupción en donde están implicados gobernadores, principalmente del PRI.

“La corrupción es un tema en el que desafortunadamente la clase política está unida en no permitir su combate frontal, donde la sociedad lo sufre en mayor medida y donde al PRI se le están cargando cada vez más este tipo de fenómenos”, asegura Bravo Peralta.

Indica que la inseguridad y la corrupción son dos temas que estarán presentes a lo largo de toda la campaña, “pero de manera extraña ninguno de los precandidatos ha tomado en sí la bandera de combate a la corrupción, nadie le ha declarado una guerra frontal, eso es grave, sobre todo porque es la clase política y son quienes tienen todos los recursos y  los instrumentos, el marco legal para poder hacerlo”.

En opinión de Bravo Peralta, “el único que habla de corrupción constantemente es Ricardo Anaya, Morena ocasionalmente y el PRI solo en la guerra sucia con Morena. Son los grupos empresariales quienes han señalado, incluso en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la corrupción que existe. Los organismos internacionales recientemente también han señalado que nuestro gobierno no ha cumplido con el combate a la corrupción.

“Hay un fracaso total de combate a la delincuencia, la violencia exacerbada, y no se ve en el escenario político electoral quién esté ya formulando propuestas concretas”, apunta.

 

Discurso populista, el beneficiado

Bravo Peralta asegura que “todo este panorama beneficia a aquellos que tienen un discurso más social, popular o de víctima, de redención, de salvación, que podemos llamarles populistas, pero es principalmente ese discurso el que se beneficia. Es ahí donde veo complicado para Anaya colocarse en alguno de ellos, porque finalmente el PAN ha sido coparticipe de estos resultados. Donde sí puede tener un impacto es en su discurso de la corrupción”.

“Se irá viendo cómo se delinean y se perfilan estos discursos, porque ahorita lo que la gente quiere  escuchar es, primero, que se combata y se acabe el problema de la inseguridad; dos, cómo recuperar la economía familiar, es ahí donde los candidatos tendrían que abocarse: quién es más creíble que otro, quién tiene un mejor discurso, quién romperá con esos compromisos para posicionarse. Sinceramente veo muy complicado el escenario para Meade, cuesta arriba con un pasivo como nunca había tenido un candidato priista”, asegura Bravo Peralta.

Aun cuando no se puede decir que Morena y sus candidatos son unas personas llenas de pureza y en un castillo de cristal, ahorita el lastre, las deudas, el fardo, están del otro lado. Por tanto, la situación que se vive en el país beneficia a López Obrador, porque además maneja un discurso social, anticorrupción, de la mafia de la política, que ya permeó; difícil para Meade que hoy en día la mayoría de la sociedad no logra conocerlo, igual que a Anaya.

En opinión del doctor en derecho por UNAM, en el PRI “pusieron a la persona más frágil, más débil, que está comprometida o tiene conocimiento de todos los negativos económicos de este gobierno. La apuesta ha sido muy arriesgada, audaz, están pensando en que el electorado se olvide”, concluye Bravo Peralta.