Por lo regular, las caras de los aspirantes a diversos cargos de elección popular son las mismas, los perfiles de siempre que acumulan décadas de lanzarse en el acrobático trapecio de los cargos públicos por un partido u otro, los cuales ahora son franquicias rentables para sus dirigentes.

No deja de sorprender lo que acontece en el mundillo de la política mexicana, los debates que se han observado entre dirigentes o representantes partidistas dejan mucho que desear, la descalificación como dardo, las imputaciones dolosas como sistema son la norma común que deja ver su pronunciada mediocridad.

El proceso electoral de este año tendrá un mayor grado de dificultad porque la concurrencia en materia de comicios representa algo inédito, nunca como ahora se habían disputado la cantidad de cargos electivos en la historia de México. Ello va a la par del desprestigio partidista, todas las organizaciones están señaladas en casos escandalosos, obvio algunos partidos más que otros, antes sólo se señalaba al PRI, ahora los que ante fueron los jueces mediáticos también han estado en el banquillo de los acusados, nadie se salva del ridículo.

En Michoacán se registran casos bastante curiosos, Fausto Vallejo Figueroa, quien ha sido alcalde en diversas ocasiones de Morelia, ahora buscará ganar de nueva cuenta el ayuntamiento capitalino con Morena, la némesis de su expartido el PRI, eso no estaba en el guión dirán priistas y morenistas, ese hecho tiene diversas interpretaciones. Vallejo Figueroa fue gobernador en una etapa complicada para Michoacán motivada por la impunidad con que actuó el crimen organizado que sembró muerte, extorsiones y muchos ilícitos más.

La gestión de Vallejo Figueroa fue interrumpida por la llegada de Alfredo Castillo, hubo un gobierno interino por Jesús Reyna, Michoacán fue el caos heredado por las administraciones perredistas de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, ambas marcadas por la opacidad. Finalmente, Vallejo Figueroa solicitó licencia a su cargo y fue sustituido por el exrector nicolaíta Salvador Jara Guerrero, aunque el gobierno de facto lo presidía Alfredo Castillo Cervantes, actual titular de la Conade.

Los desprendimientos en diversos partidos se hacen evidentes, se trata de un asunto terrenal no de la divinidad, se pelea por el poder no precisamente por los valores de la democracia. Es ingenuo señalar quién ganará los comicios del mes de julio, aún es prematuro plantear al probable ganador porque los imponderables en política saltan en el momento más inesperado y definen rumbos.

Aún no se esboza de manera sensata un proyecto de nación, escuchamos ocurrencias, lances publicitarios y palabras huecas que en muchos caso reflejan la oquedad de los quienes las expresan. Esto apenas comenzó, estamos en las precampañas ruidosas aunque sin mayor sustancia, los tres aspirantes a la presidencia hace rato se definieron y realmente los procesos internos  no tienen razón de ser si ya la suerte está echada en todos los partidos, y los candidatos independientes se perciben como una válvula de escape.