Con motivo del lanzamiento de La transparencia del tiempo, novena parte de la saga policiaca protagonizada por Mario Conde, Leonardo Padura conversó con el diario Clarín acerca de los cóncavos y convexos de su novela con la sociedad cubana. Pese a que es un reconocido escritor en todo el mundo, Padura nunca ha dejado de vivir en “la isla”, donde nació, específicamente en La Habana, el 9 de octubre de 1955.

A partir de los años 90, Padura es contundente en definir su patria como un lugar en el que “nadie se ha muerto de hambre, pero en el que tampoco nadie ha comido lo suficiente”. De la misma manera, ha creado en Mario Conde a un personaje naturalmente cubano que, ahora, en los albores de sus seis décadas de edad, busca la solvencia económica digna de los inicios de la vejez; con un semblante enteramente humano, Conde bebe ron, fuma con pasión y se enfrenta en sus caminatas cotidianas a la pobreza de los barrios, el miedo de que un amigo cercano se vea obligado a emigrar. En este universo, es en donde se verá adentrado en la búsqueda de una Virgen de Regla que puede tener mucho más valor del que aparenta, simbólicamente.

Y es que el ícono católico de María condensa numerosos episodios históricos que envuelven a la Guerra Civil Española con Cuba y de los cuales convergen tiempos y espacios fascinantes.  En una especie de análisis inductivo, Padura asevera que “hay una reflexión desde lo singular de cada lugar hasta lo universal”, debido a que la Historia algunas veces toca, pero otras “ nos tumba la puerta”.

Aunado a lo anterior , Padura le asigna a Conde la singular característica de detestar el reguetón, espejo de su propio disgusto por el mencionado género:

“Creo que el reguetón ha sido una de las maldiciones de la música latina… Puede haber algunas piezas salvables, pero la mayoría de los temas son un simple artificio sonoro, sin muchas cosas interesantes que oír ni que escuchar”, asegura el también periodista. Al respecto, reconoció la responsabilidad que las sociedades, incluida la cubana, tienen sobre este tipo de expresiones, de “esa manera vulgar, soez, agresiva que tiene de representar la realidad se da porque la realidad responde muchas veces a códigos que son igualmente vulgares, soeces y agresivos”.

En su papel de literato, Padura realiza una evaluación de la cuba que ha vivido y vive. “La sociedad cubana tiene sus aristas positivas y sus aristas negativas”, dice al recordar la extraordinaria solidaridad de su gente, pero también la decadencia, por ejemplo de los niveles de lectura en “la isla”.

A Padura aún le preocupan las “opiniones bastante jodidas” que se mantienen acerca de su país acerca de la homosexualidad, sin embargo, nota un progreso al respecto. En el tema de su vida y edad, el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015 espera seguir los pasos del escritor norteamericano Philip Roth, que en 2008 decidió dejar de escribir.

“Hay escritores que aún a cierta edad han comenzado a publicar obras que sería preferible que no hubieran publicado. Tengo esa preocupación, saber cuando decir: Hasta aquí llegué”.