La crisis de los partidos políticos en el mundo se ha agravado por la pérdida de identidad ideológica. Después de la caída del Muro de Berlín, los partidos socialistas y comunistas han sido cooptados por las estructuras de la globalización.

En México, desde hace ya tiempo, todos los institutos políticos han perdido identidad ideológica; hoy más que nunca es notorio este fenómeno y la prueba más clara de esto son las alianzas denominadas contra-natura, donde destacan los partidos PAN, PRD y MC que postulan al panista Ricardo Anaya, y tienen signos programáticos completamente distintos, inclusive con causas sociales como el matrimonio entre personas del mismo sexo y la interrupción voluntaria del embarazo.

En los partidos que postulan a Andrés Manuel López Obrador es también, definitivamente absurda, la alianza entre un partido que promueve a la Iglesia evangelista, como lo es Encuentro Social, y la supuesta izquierda que representa Morena.

Curiosamente, el PRI es el único partido que mantiene sus alianzas tradicionales con el PVEM y Nueva Alianza, aunque existen problemas internos como es el caso de Chiapas, donde se está rompiendo parte de esta tradicional unión de fuerzas políticas entre el Partido Verde y el PRI.

Estos fenómenos de desintegración ideológica, a su vez, generan el llamado chapulinismo, es decir, personas que cambian de partido, no en función de principios o de ideas, ni de programas y proyectos, sino meramente por el interés mezquino y personal de obtener una posición política; lo vemos en todos los partidos y en todos los protagonistas que, en virtud de sus intereses personales cambian de partido, como la candidatura del nieto de Elba Esther Gordillo en el partido de López Obrador, o de la senadora Gabriela Cuevas, de Cuauhtémoc Blanco para postularse a la gubernatura en Morelos y también se habla del hijo de Fausto Vallejo, los cuales son ejemplos claros donde la posición ideológica de López Obrador se ha perdido de manera absurda y mediocre. Pues todos estos cambios, lo único que hacen es desacreditar más a los partidos políticos nacionales y alejar a la ciudadanía de su militancia.

Los llamados candidatos independientes, tampoco lo son, pues Jaime Rodríguez El Bronco proviene de las filas priistas; Margarita Zavala sigue siendo partidaria del ideario panista, pues sólo se desprendió de ese partido por la falta de democracia interna; asimismo, El Jaguar, Armando Ríos Piter, llegó a la posición de senador apoyado por el PRD.

Todo este pantano de mezquindades deja al ciudadano común sin esperanza ni destino; se han perdido los objetivos superiores de la política en aras de un pragmatismo francamente reprobable.

Esta concluyendo la llamada precampaña que, teóricamente, solo debería enfocarse en los militantes de cada uno de los partidos que proponen candidato, pero que en realidad se ha convertido en una guerra de lodo, que no ha respetado las directrices jurídicas que ha fijado el INE.

Está por venir una etapa de intercampaña, que nadie entiende y que impide equívocamente a los candidatos desplegar sus respectivas campañas y vendrá corta e incierta la verdadera campaña que habrá de concluir este proceso electoral.

Mientras tanto, las condiciones externas y la patológica actitud de Trump dejan a México en condiciones difíciles hacia el futuro económico inmediato.

La única forma de salir adelante es entendiendo con claridad que la derrota del capitalismo neoliberal no puede ni debe desembocar en el fascismo siniestro, que siempre será una amenaza para la libertad.