Desde la detonación de las primeras bombas atómicas el 6 y 9 de agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki, respectivamente, no ha habido otra ocasión para usar estas armas estratégicas. Japón ha sido la única nación que ha sufrido los efectos de un invierno nuclear. Se estima que la explosión ocasionó una ola de calor y radiación que se extendió en un radio de cinco kilómetros. Las partículas radioactivas enrarecieron el aire y ocasionaron una lluvia negra que contaminó la zona con neutrones liberados. ¡El suelo lucía como las más horrendas imágenes del Infierno de Dante! Cerca de 210 mil personas perecieron en la explosión y mucha más debido a los síntomas ocasionado por la radiación.

A más de 70 años de esa hecatombe, la Universidad de Nagasaki aún investiga los daños sufridos por la población que van desde afecciones cancerígenas y genéticas. De ese entonces a la actualidad, la humanidad no está capacitada para sortear los efectos de una guerra nuclear, no hay cómo evitar un catástrofe clínica ni una desgracia ambiental que afectaría los recursos alimentarios del mundo.

En un intento por comprender esta situación Siempre! conversó con Jans Bromow, miembro de ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares) y de Physicians for the Prevention of Nuclear War (PPNW), organismo que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2017, por su labor para abolir las armas nucleares en el mundo.

Bromow prácticamente nos presentó un panorama de difícil sobrevivencia, para el que no estamos preparados y del cual nos comenta que la única posibilidad de superar una situación así es sometiendo a las potencias nucleares al Tratado de No Proliferación Nuclear. También aumentando la seguridad para evitar que grupos rebeldes o delincuenciales puedan apropiarse de este tipo de armas altamente letales. La crisis nuclear entre Estados Unidos y Corea del Norte no es la causa más inmediata, en realidad estamos viviendo bajo la amenaza nuclear todo el tiempo. Esta es la entrevista que concedió a nuestro medio vía telefónica.

Trump y las armas nucleares

¿Cómo se considera la crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte, desde la perspectiva de la seguridad nuclear?

La cuestión de la seguridad nuclear no está incluyendo solamente la crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte, sino que se refiere a la presencia de armas nucleares en todos los países que las poseen. Todos ellos constituyen una amenaza mundial constante. El conflicto actual entre esas dos personalidades: Kim Jong-un y Donald Trump agrava y hace más inmediata la posibilidad de una conflagración nuclear. La situación es crítica ante los cambios de Estados Unidos en su postura sobre el armamento nuclear. Recientemente, el Departamento de Defensa está llevando a cabo por órdenes del presidente Trump una revisión de la posición nuclear de Estados Unidos. Se espera que de forma oficial se dé a conocer a finales de enero. Esa revisión nuclear trae consigo dos circunstancias muy importantes  respecto a la manera en que Estados Unidos manejará a partir de ahora la cuestión de las armas atómicas.

Primero: que hay una serie de lineamientos que hacen más débiles las restricciones para el uso de las armas atómicas y abren la puerta a un uso mucho más fácil; y, segundo, creará una política de desarrollo de nuevas armas atómicas con diferentes capacidades. Ambos puntos son preocupantes porque agravan la cuestión nuclear y no solo afectan el conflicto con Corea del Norte sino que abren la posibilidad del uso de armas atómicas en otros aspectos.

Es decir, ¿la humanidad está en mayor riesgo ante el uso de armas nucleares que durante la Guerra Fría?

El problema con la Guerra Fría era el distanciamiento y la falta de diálogo entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, que todavía poseen miles de armas atómicas. Aunque tuvieron una reducción de sus arsenales, las más de 15 mil bombas nucleares que aún existen siguen siendo una amenaza. Lo que cambia es esta unilateralidad en la política nuclear de Estados Unidos. En 2010, Washington hizo la última revisión de su estrategia, en ella extendía un ataque nuclear a cualquier país no nuclear o que no estuviera en cumplimiento con sus responsabilidades internacionales establecidas por el Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas.

Esta nueva política de Trump abre la posibilidad del uso de armas atómicas a cualquier país que cause víctimas en masa o que ataquen infraestructura crítica o de control militar. Estos dos términos son muy ambiguos y abren la posibilidad del uso de armas atómicas prácticamente a cualquier conflicto armado. Asimismo, preocupa mucho el desarrollo de nuevas armas atómicas que les llaman de baja intensidad o alcance, que no son de una afectación gigantesca basada en kilotones o megatones sino más pequeñas, pero que siguen causando el mismo tipo de daño,  de destrucción masiva civil. Hay que recordar que las armas nucleares no son armas legítimas.

“Armas nucleares sucias”

El papa Francisco alertó recientemente ante la posibilidad del terrorismo nuclear, ¿qué piensa al respecto?

Aunque se ha hablado mucho sobre la posibilidad de un conflicto nuclear entre Estados Unidos y Corea del Norte o Paquistán-India, poco se ha hablado del terrorismo nuclear; es una posibilidad muy grande. Hay algo que se llaman “armas nucleares sucias” que son las que tienen poco refinamiento y que están al alcance de grupos terroristas, los cuales además tienen un alto poder económico para adquirirlas. Tenemos registrado varios casos de pérdida de material nuclear potencialmente usado para armas atómicas en la mayor parte del mundo. Esto ha tenido lugar desde el fin de la Unión Soviética, desde entonces se ha reportado constantemente las pérdidas de material nuclear.

¿Las pérdidas que se han reportado en México tienen que ver también con esa perspectiva?

Eso que se ha perdido son robos aleatorios cometidos por algunos grupos delincuenciales de material, pero no tienen nada que ver con circunstancias nucleares.

No hay cómo sobrevivir a un ataque nuclear

Llama la atención que hay manuales de sobrevivencia para enfrentar desastres naturales o accidentes industriales, pero no sobre cómo actuar ante una ataque nuclear, ¿qué opinión tiene de esto?

Recientemente hubo una convocatoria de varios grupos médicos en Estados Unidos para hacer una revisión de este tipo y la actuación que habría que tener ante un potencial ataque nuclear. El problema es que no hay modo de salvaguardarse en circunstancias de una destructividad cien veces mayor al equivalente a la bomba de Hiroshima. No hay estructura o sistema médico que pueda mitigar en lo más mínimo las afectaciones a un ataque nuclear. El número de camas en Estados Unidos dedicadas a la atención de pacientes graves y de cuidados intensivos ni siquiera son suficientes en menos de una centésima parte de víctimas de una conflagración nuclear.

No estamos preparados, por eso es que en la organización de la que soy miembro, creemos que la única forma que tenemos por hacer ante una emergencia nuclear es más bien previniéndola, porque una vez que se da, no hay ni cómo enfrentarla.

¿Se refiere a prevenirla mediante compromisos políticos internacionales?

Así es. La única forma es prevenir que no haya esos daños a la salud ocasionados por una conflagración nuclear. Supongamos que ya estamos en una, en la que India y Pakistán se enfrentaron usando la mitad de sus armas nucleares, que representan menos del uno por ciento del total del arsenal nuclear mundial. De forma inmediata, en esa zona densamente poblada, morirían tan sólo en la primera semana 20 millones de personas. Hay que recordar que en toda la Segunda Guerra Mundial murieron 50 millones, pero esto sería sólo en una semana.

A eso hay que agregar los daños al medio ambiente, a los ecosistemas y a las cosechas que afectarían a todo el mundo.

Autosuficientes en materia alimentaria

¿Qué medidas se deberían tomar al respecto?

Mientras no se concrete que los países se suscriban el Tratado de No proliferación Nuclear, mientras no se erradique este armamento, la amenaza estará en nuestras cabezas. Tenemos que prever qué sucedería, por ejemplo con México, si lo vemos de una forma muy nacionalista, cómo nos podríamos preparar como país ante esta emergencia, sobre todo en lo que respecta al daño a los ecosistemas. En ese supuesto, las cosechas en todo el hemisferio norte se reducirían en alrededor de un 20 por ciento, lo que daría un problema de hambre muy importante. Hay que recordar que nuestro país es un importador de granos arriba de 90 por ciento. Esa importación de granos se afectaría y entonces nos veríamos en un problema muy grave de abasto en lo más mínimo para la comida del mexicano. Los precios de la comida se elevarían. Lo primero que tenemos que pensar es en ser autosuficientes en materia alimentaria; segundo que el acopio de alimentos sea garantizado para la población, esperando al menos que después de unos años de contaminación nuclear, la tierra pueda estar lista de nuevo para ser cultivada, lo cual es una incertidumbre.