La política no es el arte de lo posible, es saber escoger entre lo desastroso y lo desagradable.

John Kenneth Galbraith

La elección presidencial ha provocado, como siempre, un realineamiento de fuerzas políticas, económicas y sociales.

Se percibe ese realineamiento en los medios de comunicación, los tradicionales y los más novedosos, como las redes sociales.

No puede ser de otra manera, pues la lucha por el poder moviliza todos los intereses, tan diversos y tan contradictorios, que coexisten en nuestra república.

Pero, como en todas las democracias, para los ciudadanos de a pie es difícil discernir entre la gigantesca diversidad de mensajes que reciben de los medios de comunicación, todos con el propósito de inclinar su voluntad en uno u otro sentido.

En realidad, a los ciudadanos les interesa saber qué efecto tendrán las propuestas de los candidatos en su entorno familiar o laboral. A los ciudadanos de a pie les interesa, primero, que sus hijos y nietos puedan vivir mejor y que mejore el entorno donde cada uno vive.

Es una visión egoísta, ajena a los grandes diseños ideológicos, sí, eminentemente humana, porque en toda democracia todas las políticas públicas, todas les estructuras de gobierno deben estar al servicio de las personas. Es un error suponer que las personas están al servicio de las estructuras políticas y económicas, pues hasta la misma economía debe servir a los hombres y mujeres de la república.

Durante la campaña todos los candidatos, sin excepción, apelarán a nuestras emociones, capitalizar nuestros descontentos, nuestras fobias y prejuicios. Crear las divisiones que les beneficien.

No hay reglas que merezcan respetarse cuando se lucha por el poder. Los ciudadanos debemos tener presente que los que se disputan la Presidencia harán lo que sea para convencernos votar por ellos.

Dentro de 146 días tendremos que acudir a las urnas para elegir a quienes nos gobernarán durante seis años. Es la hora en que los ciudadanos tenemos el poder, la única.

Ya veremos si acudimos a las urnas con responsabilidad ciudadana, o simplemente nos dejaremos llevar por la indignación, los resentimientos y los rencores que con perversidad cultivan los políticos.

jfonseca@cafepolitico.com