Como muchos pueblos mexicanos, Chipilo sufre el acoso del negocio inmobiliario. Este pueblo fue fundado en 1882 por agricultores italianos del Venetto. Es un lugar agrícola, con entrañable olor a vaca y a productos lácteos, mugidos, cantos de gallo, carrillón y hasta moscas con las que uno aprende a convivir. Tiene tradiciones propias, tan valiosas como las de los pueblos nativos, así como su lengua, que podría estar en peligro. Una de las desgracias de Chipilo es estar situado a orillas de la carretera federal Puebla-Atlixco que el gobierno está transformando en una vía rápida entre ambas ciudades y que impulsa la urbanización y la especulación financiera sobre terrenos rurales. A la fecha, esta carretera ya se amplió a 4 carriles hasta el pueblo de Acatepec, a pocos kilómetros de Chipilo; se prevé que este boulevard llegue hasta Atlixco. La mancha urbana va ganando terreno sobre el campo y sobre la producción de lácteos, fuente de sustento de buena parte de los casi 4 mil habitantes de Chipilo. La segunda desgracia es que este pueblo industrioso, junta auxiliar del municipio de San Gregorio Atzompa, no recibe el debido apoyo por parte del municipio.
Preocupa sobremanera que en terrenos en los que no debería edificarse, en parte porque están en una zona de riesgo por la cercanía con el Popocatépetl y porque su uso de suelo es agrícola, Construcciones y Edificaciones Viento S.A. de C.V. ha comenzado a construir una zona residencial de unas 100 casas, incluidos departamentos: ¡casi el 10 por ciento de las que hay en el pueblo! “El Rincón del Veneto”, como le llaman, es un nombre engañoso pues este fraccionamiento pone en riesgo la identidad y la misma existencia de quienes emigraron de esa región italiana. El gobierno panista de San Gregorio Atzompa permitió unilateralmente el cambio del uso de suelo de estos terrenos, lo que afectará tanto el entorno natural como social de Chipilo. Por otra parte, el agua que se usa en el pueblo para la agricultura, la ganadería y el uso doméstico proviene de pozos que se verán mermados por la extracción del líquido en este fraccionamiento. Finalmente, el Municipio no cuenta con una planta de tratamiento de agua, por lo que el aumento poblacional incrementará el daño del agua y la tierra: las aguas sucias se vierten en un ramal del río Atoyac, uno de los más contaminados del país.

Alertados por estas amenazas: cambio de uso de suelo, pérdida de espacios agrícolas, aumento del consumo de agua y su consecuente merma, falta de tratamiento de aguas grises y negras, y la futura llegada masiva de gente de ciudad que no comprende el ethos ni las necesidades de los pueblos ganaderos, y para quien tampoco hay la infraestructura de transporte necesaria, un grupo de 1,200 chipileños formó el Foro Ciudadano de Chipilo. Han acudido a diversas instancias de gobierno para exponer la situación y pedir que se detenga la construcción: desde el Presidente Municipal de San Gregorio, Horacio Tlahuel Abraján, la Secretaría de Desarrollo Rural, Conagua, hasta el gobernador Antonio Gali. Al no encontrar soluciones interpusieron un amparo que fue rechazado. En tanto ciudadanos mexicanos, consideran acudir a entidades federales. Por desgracia, el abandono de las autoridades y los permisos concedidos de manera irregular llevan a pensar que hay un posible arreglo entre el gobierno panista y la constructora: mera suposición factible en el corruptísimo país en el que nos hemos transformado.
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se investigue Ayotzinapa, que trabajemos por un nuevo Constituyente, que recuperemos la autonomía alimentaria, que revisemos las ilusiones del TLC, que defendamos la democracia.
@PatGtzOtero

