La revolución industrial, las innovaciones tecnológicas, las invenciones y los descubrimientos científicos han marcado la pauta del nivel de crecimiento y desarrollo de los países. Actualmente la innovación y los derechos de propiedad intelectual son dos elementos estratégicos en los mercados mundiales que permiten obtener grandes dividendos a los países poseedores, que generalmente son los más desarrollados.

Información del Banco Mundial reveló que en el 2016 los cargos por el uso de propiedad intelectual en el mundo ascendieron a 372 mil millones de dólares; este monto ha tenido un crecimiento positivo desde los años sesentas y se ha vuelto exponencial los últimos 15 años. Esta tendencia describe que en más de una década las grandes economías comenzaron a invertir mayores recursos en activos intangibles que en tangibles, es decir, más inversión en diseño, marcas, software, investigación y desarrollo, en lugar de maquinaria y edificios.

El “Informe sobre la propiedad intelectual en el mundo 2017” que examina el papel esencial de los activos intangibles como la tecnología, el diseño y el desarrollo de marcas en la fabricación internacional de productos, muestra de manera sorpréndete, que cerca de un tercio del valor de los productos manufacturados vendidos deriva del capital intangible. Dicha cuantía, que equivale aproximadamente 5.9 billones de dólares, puso de manifiesto que la contribución de este, al valor total de los productos manufacturados, duplica con creces la de edificios, maquinaria y otras formas de capital tangible. Lo anterior pone en evidencia que la propiedad intelectual juega un papel cada vez más preponderante, y se utiliza con mayor frecuencia para proteger activos intangibles y conexos en la economía mundial.

La CEPAL define a la propiedad intelectual “el conocimiento y la información que forman parte de los inventos, las creaciones e incluso los signos y las palabras. Su función específica es convertirlos legalmente en bienes privados intangibles y transables en el mercado, por un período determinado de tiempo y con ciertas restricciones…”. Existen multiples categorías como marca, indicación geográfica, nombre de dominio, patentes, derechos de autor, secreto comercial, etc., pero todas ellas surgen de la innovación, como refiere Francis Gurry, director general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual “La innovación es el motor del crecimiento en nuestra economía mundial, cada vez más dependiente de los conocimientos…”.

De acuerdo al “Índice Mundial de Innovación 2017” los países con mayores niveles de desarrollo son los que encabezan el ranking: Suiza, Suecia, los Países Bajos, Estados Unidos de América y el Reino Unido. Lamentablemente ninguno de los países latinoamericanos figura entre los 25 primeros del mundo, el puesto más alto lo ocupa Chile (46), seguido de Costa Rica (53) y México (58).

Llama la atención un grupo de 17 economías de ingresos medianos y bajos que han obtenido importantes resultados, por lo que fueron considerados artífices de innovación. Nueve proceden de la región de África Subsahariana, incluidos Kenya y Rwanda, y tres de Europa del Este. Por su parte, varias economías asiáticas como la República de Corea, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia, Filipinas y Viet Nam se están movilizando para mejorar sus ecosistemas de innovación y se clasifican en puestos altos en lo que respecta a varios indicadores importantes como la educación, la I+D, el crecimiento de la productividad, y las exportaciones de alta tecnología.

Si revisamos las cifras de solicitudes de patentes, damos cuenta que tenemos un serio problema. En el 2015 la suma de solicitudes de todos los países latinoamericanos ascendió a 1,216, menos del 10 por ciento de las presentadas por Corea del Sur (14,626). El que más registró fue México (320), un número muy pequeño si comparamos con las que presentó Israel (1,698). La realidad es que tenemos varias asignaturas pendientes como la falta de inversión en investigación y desarrollo, políticas que promuevan la innovación, pero principalmente, no hemos entendido que la nueva economía global gira en torno a los activos intangibles, que valen cada vez más, y las materias primas que exportamos valen cada vez menos.

*SECRETARIA DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

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