Vicente Ramos González
Mi más sincero agradecimiento a la directora de la revista Siempre!, doña Beatriz Pagés, por permitirme, a partir de este número, colaborar en las páginas de este prestigiado medio que ya forma parte de la tradición periodística en México. En lo personal es un gran honor.
Nuestro país se ha distinguido por el ingenio, creatividad e inventiva de varios de sus hombres y mujeres que han aportado al mundo grandes descubrimientos en la ciencia y en la técnica. Esa capacidad creativa es una cualidad que tenemos los humanos desde pequeños, pero que es necesario canalizarla por los caminos de la perseverancia y la disciplina de la investigación y el rigor científicos. Es decir, aunque exista en los niños la semilla de la inventiva, es la formación académica la que logra que germine en grandes ideas que les augurará un éxito futuro en el campo de la creatividad.
Afortunadamente día con día en los centros de educación superior mexicanos, decenas de jóvenes estudiantes canalizan esa capacidad creativa y de ingenio hacia investigaciones que redundan en beneficio de la comunidad. Sin embargo, la mayor parte de las veces, no cuentan con el apoyo necesario de instituciones gubernamentales, ni locales ni federales, para que sus inventos sean conocidos y de esa manera ellos se puedan consolidar como emprendedores y continuar con sus proyectos hasta que se conviertan en empresa sólidas en donde la inventiva sea la materia prima de su capital humano.
Como una muestra de la capacidad innovadora y creativa de los jóvenes estudiantes mexicanos, vale la pena resaltar el caso de Luis Carlos Valverde, Arístides García y Noé Lozano, alumnos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creadores de un robot con capacidad de inspeccionar y limpiar cisternas sin necesidad de vaciarlas e interrumpir el suministro de agua a los inmuebles que abastecen.
Estos alumnos cursan el octavo semestre de la licenciatura de ingeniería industrial e ingeniería petrolera. Explican que este aparato sumergible desarrollado por ellos es controlado vía remota y está equipado con una cámara de viseo que permite revisar las condiciones de los depósitos, así como medir lo turbio del agua y controlar la limpieza.
Los ingenieros indican que entre las ventajas que ofrece la utilización de este robot destacan el ahorro económico, de agua y de tiempo para la limpieza de cisternas, actividad que hasta hace unos años representaba la necesidad de vaciar esos depósitos casi por completo y sólo dejar un mínimo de líquido para tallar las paredes.
Explican los ingenieros que con la utilización del robot (de 35 por 35 y 30 centímetros de altura), éste se sumerge en la cisterna y una vez que hace el diagnóstico de su condición, aspira el agua, separa los sedimentos que son expulsados mediante una manguera y el agua limpia es devuelta. La videocámara envía información en tiempo real y conforme se observan las imágenes en la pantalla de una computadora, se controlan los movimientos del robot.
“Así —dicen los inventores—, analizamos y checamos, en primer lugar, la estructura de la cisterna, si tiene grietas o fisuras. Luego se procede a la limpieza y filtrado, se sacan los sedimentos y el agua procesada es devuelta. Lo importante de este método es que el agua no se tira, se devuelve sin que su composición química haya cambiado”.
Cabe resaltar que este equipo de inventores universitarios recientemente participó en un concurso de emprendimiento sustentable, organizado por Cleantech Challenge México, el cual reconoce a las mejores empresas de invención sustentable. Asimismo, una importante cadena hotelera les entregó el Premio Innovación Sustentable, por demostrar la novedad de su producto y la viabilidad de su aplicación.
Sin embargo, a pesar de estos merecidos reconocimientos, también se les debe dar el suficiente apoyo institucional para desarrollar su producto a escala industrial. Casos como el de estos emprendedores universitarios existen, afortunadamente, varios. Pero, insistimos, si no tienen el respaldo suficiente para dar a conocer sus inventos e industrializarlos, serán flor de un día y pasarán, sin remedio, a los archivos académicos perdiéndose en el olvido.
Apoyemos y difundamos la creatividad, el ingenio y la inventiva mexicana.
Periodista y editor