El lamentable fenómeno del desperdicio gigantesco de comida en nuestro país tiene un doble efecto. Por un lado, con la gran cantidad de toneladas de alimentos que anualmente van a dar a la basura, bien podría cubrirse la demanda alimentaria de 7.3 millones de mexicanos que actualmente viven en pobreza; y por el otro, este desperdicio de alimentos procesados y no procesados causan una gran contaminación de dióxido de carbono que afecta notoriamente el ambiente, sin considerar que el agua utilizada en la producción de estos alimentos también tiene un destino sin utilidad alguna.
Según el estudio Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en México, elaborado por el Banco Mundial y dado a conocer en medios de información nacionales en los primeros días de enero, el total de desperdicio de alimentos que se registra anualmente en nuestra nación es del orden de 20.4 millones de toneladas, cantidad que alcanzaría a cubrir las necesidades de alimentación de 53.4 millones de mexicanos (el 7.3 por ciento de la población total) que viven en pobreza. Asimismo, el estudio considera que el agua que se emplea en la elaboración de esa comida, y que también se desperdicia, equivale a un volumen de 40 billones de litros, cantidad similar al agua utilizada por todos los mexicanos en 2.4 años.
Por lo que respecta al impacto económico generado por el desperdicio alimentario, el Banco Mundial considera que el costo para el país es de 491 mil millones de pesos al año, lo que equivale a 12 veces el presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México, que en 2017 fue de 40 mil millones de pesos; o bien con ese monto de dinero se podrían construir seis proyectos iguales al Tren Interurbano que va a conectar la Ciudad de México con Toluca.
Además, los estragos causados por el gran desperdicio de alimentos en México tienen que ver también con la contaminación ambiental, pues esos 20.4 millones de toneladas de alimentos que no se consumen producen, según el Banco Mundial, 36 millones de toneladas de dióxido de carbono, es decir, un volumen similar a las emisiones de efecto invernadero generadas por 15.7 millones de vehículos anualmente en México.
Como vemos, el estudio del Banco Mundial nos debe mover como sociedad a analizar a detalle las causas de esta inaceptable situación, e impulsar una cultura del no desperdicio y promover actividades de orientación, sensibilización y capacitación dirigidas al aprovechamiento máximo de los alimentos.
Sería recomendable además incentivar, a través de canales autorizados para ello, la donación de alimentos que ya no serán utilizados y estén en buenas condiciones para su consumo.
Cabe mencionar que actualmente en el Congreso de la Unión existen al menos siete iniciativas que fueron presentadas por legisladores de casi todos los partidos, incluyendo el Verde Ecologista, que tienen que ver con la eliminación del desperdicio alimentario en México.
Secretario general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México


