Luke Harding, escritor y periodista del diario The Guardian y quien fuera corresponsal de ese periódico en Rusia entre 2007 y 2011 desmenuza en su libro Conspiración. Cómo Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones, la trama creada desde el gobierno encabezado por Vladimir Putin —primero como primer ministro y luego como presidente de Rusia— para incidir en las elecciones estadounidenses que le dieran el triunfo a Donald Trump en noviembre de 2016, en lo que algunos consideran como la mejor operación de espionaje ruso de la historia.

Con este triunfo, Putin, quien fuera miembro del espionaje, primero KGB y ahora FSB y quien señaló que se dedicó al espionaje clandestino, “una tarea que solo pueden cumplir los elegidos“ —como lo reconoció en julio de 2017— buscaría, como lo ha señalado Harding, extender la red de influencia similar a la que se tenía en la época de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

En el libro —publicado por la editorial Debate, México, 2017— se muestra cómo una potencia extranjera, que tradicionalmente fuera hostil a Estados Unidos, había logrado intervenir en los comicios norteamericanos, donde un factor fundamental fue la campaña orquestada desde tiempo atrás en contra de la demócrata Hillary Clinton.

En diciembre de 2016, el FBI reconoció que Rusia había interferido en las elecciones presidenciales de noviembre, sumándose al criterio de la CIA, en momentos en que el entonces presidente Barack Obama acusara al mandatario ruso Vladimir Putin de estar detrás de esos ataques informáticos. Una acusación que el Kremlin siempre negó, mientras que los funcionarios de la Casa Blanca ratificaban que era un hecho que la piratería rusa había favorecido la campaña del republicano Trump. La denuncia fue avalada por el diario The Washington Post que publicó un informe de la CIA sobre la intervención rusa en la campaña a través de los ciberataques.

Miembros del Partido Republicano manifestaron su preocupación por la posible intervención rusa en los ataques cibernéticos y apoyaron que el Congreso realizara una investigación bipartidista.

Luke Harding.

Harding y Steele, exespía M16

En la investigación, que duró cerca de un año, fue determinante la información que tuvo Harding del exagente británico del M16 Christopher Steele, dueño de la empresa de inteligencia Orbis Business Intelligence, y sus contactos con diversas agencias. Los informes de Steele fueron leídos y compartidos por el Departamento de Estado norteamericano; ahí se analizaban las reuniones sostenidas por los enlaces de Trump con los hombres de Putin, donde sobresalen exmiembros de la inteligencia de ese país.

Harding trabajó sobre dos vertientes de la relación entre Rusia y Trump: el dinero y las mujeres.

En Cómo Rusia ayudó… se destaca que, luego de la traumática decisión británica de abandonar la Unión Europea, el mundo se consternó ante el inesperado triunfo de Trump, como el 45 presidente de Estados Unidos y quien realizó “una campaña rencorosa, malintencionada”; en el texto gravitaba la acusación de que la archienemiga Rusia “le había dado un empujoncito a la hora de cruzar la meta” al magnate; personaje a quien el republicano John Mc Caine se refería como “un matón y un asesino”.

La acusación de la colusión se hizo creíble al analizar el comportamiento de Trump en la campaña electoral, quien frente a las acusaciones de que Rusia “estaba hackeando los correos electrónicos de los demócratas, y filtrándolos para perjudicar a su rival”, Trump con su eficaz manejo de redes instaba públicamente al gobierno ruso a seguir por ese camino.

En ese contexto, también se recuerdan los correos electrónicos difundidos por Wikileaks en junio y octubre de 2016 donde Trump utilizaba a los medios de comunicación para acusar a “la corrupta Hillary”, y aunque se habían robado correos del Comité Nacional Republicano, obviamente esos no los hizo públicos.

Sus vínculos con Rusia

Trump siempre negó cualquier nexo con Rusia. Sin embargo, ya se le vinculaba a ese país desde 1987, luego de su boda con la famosa modelo checoslovaca Ivana Zelnikova; en esa época ya estaba en la mira del radar del espionaje, y Vladimir Putin era miembro del servicio secreto.

El primer viaje de Trump a Moscú se consolidó en 1987, cuando fue invitado por el embajador soviético Yuri Dubinin para presentarle diversos negocios inmobiliarios, como la construcción de un hotel. Luego de ese viaje, el magnate se empezó a vincular a la política estadounidense.

En junio de 2016, Steele redactaba: “El régimen ruso ha estado trabajando y asistiendo a Trump durante al menos cinco años. El objetivo: fomentar las divisiones en la alianza occidental. Y es que Putin buscó desde el principio socavar la hegemonía de la OTAN, encabezada por la hegemonía estadounidense, a través de la cibernética y la inteligencia militar —que ha desarrollado un ejército de hackers que roban datos, bots, trolls y sitios de internet especializados en desinformación”.

Steele descubrió que Trump había renunciado a propuestas inmobiliarias relacionadas con el Mundial de Futbol pero a cambio aceptó información que se le hizo llegar a través de su círculo rojo.

Se destaca que lo que cautivó a Trump para aceptar el apoyo ruso fue la información que le proporcionaron sobre Hillary Clinton y los miles de correos filtrados durante su campaña. Al tiempo que un alto exoficial de la inteligencia rusa considera que la FSB comprometió al hoy presidente norteamericano por las actividades que realizó en Moscú, organizadas por la inteligencia rusa para favorecer sus obsesiones y perversiones sexuales, y que sostuvo en el hotel Ritz Carlton de Moscú —en la misma habitación que habían ocupado Barack Obama y su esposa Michelle en sus viajes oficiales— con “las golondrinas” —prostitutas—, y que fueron grabadas.

Al respecto, Vladimir Putin ironizó sobre el reporte de la inteligencia de Estados Unidos sobre esta información comprometedora que tenía el Kremlin, y sus relaciones con las prostitutas, ocurridas en 2013 cuando era empresario, y señalaba “me cuesta imaginarlo en un hotel ruso con chicas de dudosa reputación… chicas de conciencia social reducida, aunque por supuesto sean las mejores del mundo…”

Reducir sanciones a Rusia

A cambio del apoyo del Kremlin, Donald Trump se habría comprometido a suavizar la posición del Partido Republicano sobre la intervención militar rusa en Ucrania y la posterior anexión de Crimea.

Una intervención que se llevó a cabo con el apoyo de Paul Manafort al entonces candidato Viktor Yanukovich, considerado un títere de Putin y quien ganó, gracias a su apoyo, la elección en 2010, para posteriormente suspender el proceso para ingresar en la Unión Europea, pese a las protestas ciudadanas.

Yanukovick Inició la represión y luego tuvo que salir huyendo. Manafort posteriormente se convirtió en jefe de campaña de Donald Trump.

Luke Harding señala en su libro que la operación Putin, audaz e incluso arrogante, ha sido un triunfo táctico, pero un desastre estratégico, que habría tenido grandes beneficios para la economía rusa, pero hoy continúa el veto al crédito occidental barato.

No entendieron, asevera, la política institucional estadounidense, ni fueron capaces de apreciar la separación de poderes o las restricciones que pesan sobre el presidente. “De no haber sido por su dossier, Trump habría levantado las sanciones y habría establecido una nueva alianza con Rusia”. Mientras, continúan las investigaciones a los colaboradores de Trump y se siguen levantando cargos en su contra.

“La agonía de Donald J. Trump no había hecho más que empezar”, finaliza Luke Harding.

Luke Harding, Conspiración. Cómo Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones, México, Debate, 2017

(Traducción Francisco J. Ramos Mena)