Rafael G. Vargas Pasaye

Con traducción de Richard Gross llegan estos veinte ensayos de Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929) cargados cada uno muy a su estilo, con ironía y conocimiento de causa, con filosofía y un toque de humor que bien le hace falta a la modernidad.

Sus temas son variados, espulga entre lo más obvio para llevarnos a un pensamiento razonado partiendo quizá de la obviedad (“se hace bien en distinguir los problemas solubles de los insolubles”) a los actuales vericuetos modernos: “El principal producto de las llamadas redes sociales es la radiografía de sus participantes. En ello se basa el valor de fábula que Facebook y sus rivales alcanzan en la bolsa”.

Uno de sus temas preferidos es el de la política o como él lo llama, “el arte de lo imposible”. Por eso desde su experiencia brinda el consejo: “quien busque soluciones obvias, limpias y unívocas, debería optar por otra profesión. Si tiene la suficiente exigencia consigo mismo, la teoría de números sería un campo de trabajo atractivo para él; quien se conforma con menos, podrá matar el tiempo haciendo un solitario con la esperanza de que le salga y le depare una bonita aunque fugaz experiencia de éxito”.

En el ensayo “Sobre las trampas de la transparencia” hace una paráfrasis que nos lleva de la mano a una cruel realidad: “La insistencia con que todos los medios ofrecen thrillers huérfanos de cualquier thrill y el afán con que día a día se ponen al descubierto top secrets celosamente guardados dan fe de un modelo de negocio que ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia”. Para rematar: “Hace tiempo que la mentira política, por mera atención a los omnipresentes mercados financieros, está siendo considerada una necesidad de la realpolitik”.

Se da espacio para rememorar la filosofía del Cómo Sí de Hans Vaihinger, así como del sentido común e incluso con su impresionante talento concatena una disertación entre los chicles dejados en las baquetas y cómo afean las ciudades y los servicios secretos de los gobiernos.

También se da tiempo para la crítica: “Es posible que cualquier intelectual que se preste al juego con el poder como lo hizo Humboldt pague no sólo con toda suerte de compromisos tácticos sino también con una abismal melancolía la influencia que ejerce”. Y para la filosofía de las cosas o, mejor dicho, que hay en las pequeñas cosas: “Bastante antes de inventarse las monedas y los billetes, el interés y el préstamo, existía el don; más tarde, se le añadió el invento del privilegio. Ambos tienen en común que no se pueden exigir sino sólo conceder”.

Quizá la mayor satisfacción de leer a Enzensberger es el releerlo, o en ese momento en que sientes que solamente está platicando contigo, con camaradería y que te presta sus lentes para que mires la realidad con los colores que le iluminan sus días.

Hans Magnus Enzensberger, Panóptico. Malpaso Ediciones, España, 2016.