En un diario de la Ciudad de México (Reforma, 28/I/2018), Daniel Servitje, director general de Grupo Bimbo, escribió un artículo que expresa con meridiana claridad “el país que queremos”, el cual “tiene gobiernos honestos, empresas íntegras y ciudadanos participativos”; cuenta con un Estado de derecho, con instituciones eficaces y confiables; es justo y solidario, enfrenta con éxito los grandes cambios globales y es, también, una democracia en la que todos tenemos cabida.
Los deseos de don Daniel hasta ahora se han estrellado con la corrupción gubernamental, practicada y promovida por el PRI y los partidos que le precedieron, el PNR y el PRM. A esa forma de enriquecimiento ilícito no pudo escapar el PAN en los doce años que mal gobernó México hasta llevarlo a un desastre que alegremente asumió y profundizó el actual mandatario, otra vez del PRI.
Las empresas íntegras que demanda el señor Servitje no serán una realidad mientras el país continúe hundido en el socavón de obras públicas mal realizadas, del contratismo lucrativo para los funcionarios y de compras amarradas a la infaltable e ilegal comisión que se embolsan los representantes del Estado. Ante esa realidad necesitamos ciudadanos participativos, es cierto, pero hasta ahora los gobernantes han preferido tener una ciudadanía que acuda a las urnas y luego se retire de la actividad política para ser espectadora y víctima de la ineficacia y las corruptelas de quienes mandan.
El Estado de derecho, las instituciones eficaces y confiables son responsabilidad de los representantes del Estado, pero hasta ahora esos conceptos han sido mero disfraz de un sistema judicial podrido, de gobiernos deshonestos en los que no se puede confiar. Con esos gobiernos no tendremos un país justo y solidario, pues promueven exactamente lo contrario. La injusticia y la desigualdad hacen de la democracia un espejismo, y así seguirá mientras los órganos electorales estén cooptados por los gobiernos priistas.
En esas condiciones, enfrentar con éxito los grandes cambios globales no pasa de ser un sueño guajiro. Por eso resulta indispensable que los ciudadanos rechacen todo lo que significa seguir con la inseguridad, la pobreza, poco crecimiento económico, abandono del campo, una reforma educativa sin la opinión de los mentores, un sistema de salud colapsado, dependencia (no interdependencia) de Estados Unidos y otros males. PRI y PAN son más de lo mismo y no representan el país que queremos. Habrá que trabajar a favor de otra opción.