Jacquelin Ramos y Javier Vieyra
Axel García Stur es un hombre que ha dedicado 20 de sus 28 años de existencia a la música. Con un talento prodigioso como pianista, puede parecer una persona común en las calles y entre la gente de las muchas naciones que visita, sin embargo, antes de salir al escenario en cada una de sus presentaciones, se coloca una singular peluca blanca y se convierte en Mozart.
Aunque pareciese cosa de la imaginación, el artista argentino revive al “Mago de Salzburgo” en una encantador espectáculo, que, por si fuera poco, tampoco es hecho a la usanza común de la música clásica, pues es mostrado ante cientos de niños en diversos recintos educativos de numerosos países, siendo México uno de los predilectos, para que el compositor austriaco reviva sus notas de manera divertida e interactiva con los pequeños; se trata de “Mozart va a la escuela” un proyecto que nació hace cuatro años de las ideas de García Stur sobre la necesidad de implementar la educación y el gusto musical en los infantes sin importar el tipo de sistema, escuela o contexto social al que se enfrentan.
“La escuela dejó de ser escuela como la conocíamos hace mucho tiempo, dejó de ser la institución educativa que enseñaba por segmento, a nosotros nos inculcaron todo dividido, hoy la historia no es así, está todo unido, por lo que actualmente la música no debe de estar separada de una educación integral”.
La encarnación “Mozart” añadió en entrevista exclusiva para Siempre! que artísticamente en México se enfrentó con una particularidad muy importante, la enseñanza musical “no es obligatoria”, situación que en países como el suyo, Argentina, sí lo es: “en la edad temprana la música es fundamental para desarrollo cognitivo, auditivo, mejora el habla, la fonética, la dicción, la música expresa el cuerpo, el movimiento, trabajamos la motricidad, entre otras cosas. Me parece que esta rama debe ser fomentada en este país.”
Sin embargo, aseveró el artista, en México suele haber 30 veces más maestros de educación física que de arte, y de música mucho menos, si se mira solo la disciplina. Por lo que, asegura, hace falta formar en principio espectadores: ¿cómo podemos pretender, por ejemplo, que los teatros, los museos u otros recintos culturales estén llenos, si no formamos espectadores?; a decir del maestro, el arte libera, hace falta que los músicos se animen a ir a las escuelas, porque los mismos, ya sea maestros o artistas, “tenemos una función social, e ir a una escuela, o simplemente buscar espectadores, esto degrada tu actividad”.

Axel García Stur.
Romper protocolos de la música clásica
Antes de su búsqueda por espectadores, García Stur necesitó resolver dos incógnitas para construir su proyecto musical. La primera era quitar todos los estereotipos que se creen de la música clásica: que es aburrida, que es para ciertas clases sociales, que es música elitista, que no tiene acceso, etc. La otra, y la más importante, dejar de pensar que la música clásica es solo para adultos, “tenía que armar algo que me llevara y me acercara a otro tipo de publico: los niños”.
“Tenía que romper con esos protocolos y esas estructuras que se han querido mantener desde el siglo XVI o siglo XVII. Tenía que transformar esas salas donde muchas veces se respira tensión, para convertirlas en espacios de un ambiente relajado, de disfrute y de mucha diversión, y que, a su vez, no dejara de ser una manifestación cultural. Los músicos tenemos que llevar al publico a lugares a donde quizás no conocen, y transmitir el amor e interés por esta labor”.
¿Por qué buscar publico infantil?, se le pregunta a “Mozart”, “porque los niños son el todo, responde, e identificar este publico fue la base del proyecto. Asegura el músico argentino que en los infantes se tiene que poner el absoluto deber social, que como muchas veces se escucha, son el cimiento para un mundo mejor, por lo que me di a la tarea de revivir a uno de los más interesantes genios universales en la música clásica, llevar a Mozart a las escuelas”.
“Mi objetivo estaba claro, divertir a los niños a través de un espectáculo que no distinguiera contextos sociales, porque los pequeños aquí en México, así como en Chile, Argentina, Estados Unidos, son iguales, son seres que absorber lo que uno les da, sedientos de aprendizaje. Debemos de quitar prejuiciosos y determinar si esto será o no interesante para un niño, démosle la posibilidad de que tenga su capacidad de discernir”.
Añadió que elegir audiencia infantil no es con la idea de formar futuros músicos ni formar profesionales, sino simplemente es acercar la música clásica a los chicos para que la puedan conocer de otra manera y generar en ellos algo, con lo que el trabajo está completo.
Músico para el publico infantil
Mozart reunía todos los condimentos que debía tener un espectáculo infantil, asegura García Stur, su personalidad poseía aspectos atractivos que seguro llamarían la atención de cualquiera de ellos. Por ejemplo, dice el pianista, a Mozart lo caracterizaba su gran humor, divertido y eufórico, más allá de su faceta de alcohólico, así como del tomentoso ambiente familiar en su niñez.
“Beethoven tenía un temperamento difícil y odiaba a los niños, ¿dime cómo podía planteárselo a los niños? Pensé también en Schubert y Bach, pero no daban las características físicas o personales, simplemente no eran congruentes para un espectáculo infantil. A Mozart lo conocemos por numerosas obras que desde niños identificamos, como es la famosa canción de Estrellita. Ahí estaban los elementos, ver a ese Mozart que se ha hecho de mitos, de ese efecto Mozart, hacer un Mozart para niños, y transmitir su música en su mayor esencia, de una forma divertida, tratando de recuperar el espíritu alegre de Mozart; y resultó”.
Hoy se vive una situación critica sobre el abuso en los niños, no solo en México sino en el mundo, es algo que es impresionante, expresa el artista, quien asegura que el efecto que produce Mozart en estas escuelas es una sorpresa extraordinaria especialmente en los niños en situaciones difíciles, pues ellos siempre lo expresan buscando tocar a Mozart, “lo pellizcan o rozan el traje para ver si es real, como una forma de generar un vinculo afectivo”.
Agregó que una clave para hacer frente a estas problemáticas es durante la presentación establecer contacto visual con cada uno de los niños. “Estamos hablando de que a lo mejor son 180, 600, 500, pero ellos se sienten observados y atendidos, como que hay alguien que les está prestando atención, ahí se olvida si van a un colegio particular, si vienen de una escuela federal, de hecho he realizado espectáculos con escuelas con diferentes realidades, no obstante, todos los niños reaccionan de la misma manera”.
Aunque reconoce que ha habido lugares y ocasiones memorables, una de ellas fue en México, en donde hace cuatro años descubrió la voz de Mozart, pues asegura que necesitaba salir primero de las escuelas de Argentina, y asumir un desafío aun mayor.
“Cuando vengo a México por primera vez, se produce algo increíble en mí, se despierta ese miedo al salir a escena como al principio, naturalmente después de hacer muchas funciones, pues me enfrentaba a un sistema educativo diferente al de Argentina, a niños con otra cultura, por lo que tenía que cambiar ciertos matices, como los significados de ciertos términos, así como la tonalidad neutra que tienen en su voz los mexicanos, es ahí donde se da la verdadera voz de Mozart”.
A cualquier rincón del mundo
Durante cuatro años del proyecto Mozart va a tu escuela, ha pisado más de 2 mil escuelas, entre ellas de estados como Veracruz, Puebla, Tamaulipas y Guanajuato, San Luis Potosí, Estado de México, entre otros, con una lista de espera de 8 mil escuelas: “pienso que algo debemos de estar haciendo bien, para que la gente responda de esa manera”, apuntó.
Asegura que tiene una satisfacción inmensa, que a decir del artista argentino, se ha convertido en algún punto en un peregrino, evangelizando con la música: “la música antiguamente vivía viajando también y en algún punto estamos en la misma. Escuchar a los niños reír, sus aplausos, el abrazo y la foto, el afecto del público, es mi inspiración cada vez que me pongo la peluca y salgo al escenario.
“Quiero poder llegar a la mayor cantidad de niños posible y es un poco lo que inquieta y desespera, siento que la vida se va muy rápido. Deseo dejar en cada escuela el mensaje principal de esta clase de música, que es que los niños sean lo que quieran ser, que no tengan miedo o vergüenza, que seamos librepensantes, que cortemos con esta violencia que nos esta llevando constantemente a estar separados por pensar y sentir distinto. Eso es lo que se lleva de Mozart”, concluye Axel García Stur.