Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante. Aldous Huxley

A falta de algo más emocionante, toda la semana ha atrapado la atención de toda la opinión ilustrada y la opinión publicada el rechazo que hizo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a la propuesta del Instituto Nacional Electoral para que, la noche de la elección, se abrieran dos veces las urnas, en aras de tener más temprano el conteo de votos.

La mayoría de los personajes más connotados de la opinión publicada se han alineado con el Instituto Nacional Electoral, cuyos consejeros han expresado su desacuerdo con la decisión de los magistrados del tribunal, lo cual se explica por varias razones.

Se argumenta que el objetivo de la propuesta rechazada por el tribunal es disipar la incertidumbre sobre los resultados, al disponer de ellos más temprano. “Que no nos vayamos a la cama sin saber los resultados”. Y uno se pregunta, ¿por qué no?

Ah, nos dicen, porque eso crearía el conflicto de que, sin conocer temprano las cifras de los conteos rápidos del INE, se provocaría que algunos candidatos se proclamaran ganadores, sin serlo.

Y, aducen, arrojaría una nube de sospecha sobre la elección presidencial y sobre todo el proceso electoral.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha explicado una y otra vez que, primero, la ley es clara en cuanto el procedimiento para que en cada casilla se cuenten los votos depositados por los ciudadanos; y, segundo, que abrir dos veces las urnas, la primera para sacar de las otras urnas las de la elección presidencial que hubieran sido depositadas erróneamente por los votantes, en realidad se abriría espacio no solo para el sospechosismo.

Por lo demás, si somos francos, el debate ha sido un debate falso, pues, salvo aquellos que, por representar los intereses de los medios, ansían tener temprano los resultados, todos los demás se comportan con gran hipocresía.

Está probado que a la mayoría de nuestros partidos y nuestros políticos no se les da esa capacidad que distingue a los demócratas de todo el mundo: la capacidad de aceptar el rechazo de los ciudadanos que significa ser derrotados en las urnas.

A pesar de las declaraciones y sus votos democráticos, no dude usted que esos que ahora reclaman a los magistrados del tribunal, en caso de perder la elección, serían los primeros en denunciar que al abrir dos veces las urnas en las casillas hizo posible que, a ellos, los derrotados, les hicieran fraude.

Así que seamos serios. Aceptemos que esas son las reglas actuales para contar los votos y que ya no pueden cambiarse. Así que la noche de la elección, a quienes les interesen los resultados, habrán de armarse de paciencia y prepararse dosis masivas de café, para aguantar la desvelada.

El resto, aquellos que tienen que trabajar duro todos los días, pues simplemente se irán a dormir y ya se enterarán de los resultados por la mañana del dos de julio.

Como dice el viejo dicho mexicano: sólo hay dos sopas y la de fideos se acabó.

 jfonseca@cafepolitico.com