Andrés Manuel López Obrador es el ganador absoluto de la precampaña por la Presidencia de la República. Al terminar esta breve etapa del proceso electoral, que también marcó el inicio del año, el resultado salta a la vista, o mejor dicho, en las encuestas: el precandidato presidencial de Morena se perfila como el triunfador en las elecciones del próximo 1 de julio. Su ventaja respecto a sus competidores, Ricardo Anaya, del PAN, y José Antonio Meade, del PRI, ha aumentado, con lo cual su triunfo será por un amplio margen y ello repercutirá en una representatividad mayor de Morena en ambas Cámaras del Congreso de la Unión y triunfos en los gobiernos estatales en disputa.

En contraste con el crecimiento de López Obrador en las preferencias electorales, las precampañas de José Antonio Meade y de Ricardo Anaya se estancaron. Ambas fueron un rotundo fracaso. Meade no soportó sobre sus hombros la inmensa carga que representa el desprestigio del PRI, su imagen de hombre honesto y burócrata eficiente rápidamente se esfumó. Ricardo Anaya, al cual sus aliados del PRD y de MC se apresuraron en encumbrar, fue una decepción. Su precampaña estuvo llena de ocurrencias y de cinismo. Nadie le creyó, por eso tampoco aumentan sus preferencias electorales.

Antes de llegar a la campaña, es decir, en la llamada intercampaña, la oligarquía mexicana y el gobierno de Estados Unidos, o mejor dicho, de Donald Trump, se decantará por José Antonio Meade o por Ricardo Anaya para que intente detener a Andrés Manuel López Obrador. La moneda que definirá el destino de estos dos candidatos aún está en el aire. Si fuera a partir de los datos que se han difundido en la mayoría de las encuestas, la decisión de estos factores se decantaría a favor de Anaya; sin embargo, los hilos del poder, principalmente la interlocución con el gobierno del Trump, la mantienen los priistas, es decir, el hombre más cercano a Enrique Peña Nieto: Luis Videgaray. Lo que sí puedo asegurar es que los priistas y los panistas terminarán pactando, o para decirlo más claro, los obligarán a pactar.

En las precampañas quedó claro por qué López Obrador va arriba en las preferencias electorales y ganará el próximo 1 de julio. Existe en toda la geografía nacional una auténtica insurrección cívica y política que rechaza tanto la continuidad de un priista, como el regreso de un panista a la Presidencia de la República. Ambos partidos tuvieron su oportunidad, la desaprovecharon, defraudaron a la sociedad, degradaron la política, frivolizaron el servicio público y permitieron que la corrupción penetrara en la médula de la administración pública en todos sus niveles. Ahí están los escandalosos casos de los gobernadores corruptos y de los directivos de empresas estatales vinculados a escándalos internacionales de corrupción y lavado de dinero. ¿Con qué cara los candidatos del PRI y del PAN se atreven a pedir de nueva cuenta el voto de los ciudadanos?

En la precampaña salieron a la luz varios aspectos preocupantes que pueden incrementarse en la llamada etapa intercampaña, en la campaña misma, y que pueden poner en riesgo el proceso electoral. Me refiero a varios aspectos, como la  guerra sucia en contra de Morena y de sus candidatos, al descarado rebase en los topes de precampaña de los candidatos presidenciales y de los candidatos a gobernadores del PRI y del PAN, de la actuación por consigna en contra de nuestros candidatos o la omisión cómplice de las autoridades electorales locales y federales ante evidentes violaciones a las normas electorales de priistas y panistas.

Las etapas de los procesos electorales deben revisarse. La existencia de precampañas, intercampañas y campañas no ayuda al fortalecimiento de nuestra democracia. Debe existir claridad en cada una de las fases del proceso porque, como están, facilitan que los transgresores profesionales de las normas electorales actúen a sus anchas y en total impunidad. Las autoridades no están contribuyendo de manera efectiva al cumplimiento de la ley y de que existan condiciones equitativas de competencia. Desde la precampaña saltan a la vista el derroche de recursos que priistas y panistas realizan en todo el país. Es indignante para la ciudadanía la cantidad de recursos de que disponen para promoverse.

Precisamente este derroche de dinero público en beneficio de priistas y panistas es una de las causas del malestar ciudadano. No les está funcionando. La ciudadanía cada día es más consciente y rechaza este tipo de prácticas y a sus promotores. Esta breve etapa de precampaña es el preludio de lo que vendrá, guerra sucia y recursos al por mayor para intentar detener a Andrés Manuel López Obrador, obstáculos que serán superados por una insurrección cívica que está dispuesta a ponerle un alto al estado de cosas y a los grupos políticos que han llevado el país al atolladero.

@MBarbosaMX

Precandidato al gobierno de Puebla