El llamado movimiento #MeToo ha cimbrado de manera significativa no sólo al mundo hollywoodense y las redes sociales, sino también a los más diversos círculos intelectuales y culturales en el mundo. Fuente inagotable de polémica, el tópico de la mencionada corriente versa en estimular a las mujeres a denunciar el acoso y abuso sexual, y puede identificarse su origen en el año de 1996, cuando Tarana Burke, una activista norteamericana, emprendió toda una cruzada nombrada Me Too Movement para combatir dichos comportamientos.
En días recientes, la actriz Alyssa Milano, mediante un hashtag en Twitter, retomó el título e invitó a todas las mujeres a denunciar públicamente lo que ellas consideran conductas de violencia machista y sexual, teniendo como claro antecedente el reciente escándalo alrededor de productor Harvey Weinstein.
La tendencia mediática se ha vuelto un extraordinario altavoz en el que miles de personas se han expresado a favor del peculiar estandarte feminista; sin embargo, vale decir, existe también una postura opuesta y crítica a sus consignas, igualmente respaldada, que ha logrado balancear el análisis y la reflexión acerca de una cuestión de tal complejidad. Hasta ahora, su más notable pronunciamiento fue un desplegado en el diario Le Monde en el que prestigiosas intelectuales francesas se declararon en contra del “clima de puritanismo” imperante en los reflectores.
Hoy, el cineasta austriaco Michael Haneke se ha sumado a esta figura externando su preocupación al diario Kurier por “la caza de brujas” que ha germinado en este “nuevo puritanismo, impregnado de odio hacia los hombres”.
“Como artista, uno empieza a estar confrontado al miedo ante esta cruzada contra cualquier forma de erotismo”, ha dicho el dos veces ganador de la Palma de Oro en Cannes sobre el giro que ha tomado la tendencia #MeToo que, considera, “cada aluvión de críticas que generan estas revelaciones, incluso en los foros Internet de diarios serios, envenena el clima en el seno de la sociedad.”
Asimismo, el director de Amour (2012) hizo referencia a la progresiva dificultad de debate frente al tema del acoso sexual debido al ambiente reaccionario. Y concluye contundentemente al respecto:
“Desde luego, cualquier forma de violación o abuso sexual debe ser sancionado. Pero esta histeria y las condenas sin proceso a las que asistimos hoy me parecen repugnantes”.