En la lucha por atraer al electorado, hasta ahora la losa ha resultado muy pesada para el precandidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade. Las últimas encuestas lo colocan en un segundo y tercer sitio frente al moreno sonriente Andrés Manuel López Obrador y el representante de la alianza México al Frente, Ricardo Anaya.  Y no es para menos: el fuego amigo, las luchas intestinas, el ser un candidato ciudadano que arrastra la marca del PRI, en una precampaña donde las decisiones se centralizan y donde se han hecho a un lado los liderazgos regionales, le están cobrado la factura.

La precampaña de Meade empieza a tener cambios, de un tono de confrontación pasó a un acento propositivo. El arribo de Vanessa Rubio —quien fuera subsecretaria de Hacienda, de Relaciones Exteriores y Sedesol con Meade—, hoy como coordinadora de la oficina, se asegura que le ayudará a tomar las riendas y mostrar al verdadero Meade.

Para el periodista Salvador García Soto, columnista de El Universal, quien platicó con Siempre!, es necesario hacer más ajustes a la campaña para más allá de atraer a las élites financieras, debe buscar conectar con la ciudadanía y sobre todo con el voto duro de su partido.

 

Necesarios, más ajustes

¿Su opinión sobre el manejo de la precampaña de Meade, donde hemos visto algunos cambios pero que no levanta?

Es una precampaña que no ha encontrado un discurso claro para proyectar lo que quiere el candidato, ha habido cambios y ajustes que se entienden obligados por una falta de efectividad en el discurso, que si bien es propositivo, parece no estar conectado con el electorado, desde las últimas encuestas que se conocen no hay una variación positiva o un crecimiento del candidato Meade lo que haría pensar que no hay un efecto positivo de su propuesta.

Aunque es el candidato que más ha planteado propuestas, el desgaste que arrastra la marca de su partido, los cuestionamientos al gobierno actual le están pesando demasiado. Cuando uno le escucha una propuesta contra la corrupción que puede ser coherente o interesante, se topa con críticas de por qué no se hizo antes o por qué no se planteó cuando estaba en el gobierno. El esfuerzo propositivo choca con el lastre de la marca del PRI y de un gobierno que trae los más bajos niveles de aprobación de la historia reciente.

¿Cómo calificar el manejo de jefes de campaña como Aurelio Nuño y Enrique Ochoa?

Se tendrían que hacer más ajustes a la campaña, la estrategia de mostrar a Meade como un candidato ciudadano a veces un poco distante del PRI, se entiende por no asociarlo a una marca tan desgastada como el PRI, pero por otro lado plantear que es un precandidato más preparado o más experimentado, está bien para las élites empresariales y sectores específicos de la población, pero para llegar a las grandes masas, creo que no es el discurso más adecuado.

Experiencias recientes lo confirman; en el caso de Donald Trump, la gente no votó por el candidato más preparado o el de más experiencia, si así hubiera sido, Hillary Clinton tendría que haber ganado. La gente suele votar más por emociones y es donde está la falla de sus estrategas de campaña, que no han encontrado no solo el discurso sino una estrategia más orientada a proyectar emociones y esperanza a ciertos sectores de la población.

Su discurso, muy articulado y con un alto nivel de conocimiento de los problemas, se escucha muy plano, parece que escuchas más al secretario de Estado que ha sido, a un hombre con mucha preparación pero que no conecta. Es un tema que debiera preocuparles, tener un discurso propositivo que conecte más con las audiencias.

A veces los grandes públicos no están esperando a que les digas cómo vas a resolver los problemas porque mucha gente ni siquiera entiende cuando le hablas de términos técnicos, cifras o estadísticas; lo que quiere son mensajes contundentes, claros, que sean los que esperan escuchar y los que necesita para resolver su vida cotidiana.

Usted ha señalado en sus artículos la enemistad de Luis Videgaray y Nuño con Manlio Fabio Beltrones y Miguel Angel Osorio Chong. ¿Qué tanto esta animadversión ha afectado la campaña priista?

Bastante. Pensaría en las cicatrices que dejó la elección en el PRI, un proceso que no se manejó de la manera más adecuada, se manejaron muchos nombres, se habló de una selección que todos sabían que sería definida por el presidente Peña Nieto, pero se generaron expectativas en los aspirantes y algunos se sintieron con la posibilidad real de ser candidatos y luego se toparon con el anuncio anticipado de Luis Videgaray que dejó en el ánimo de muchos la sensación de que no fue solo el presidente el que tomó la decisión, sino que hubo otros elementos. Fue la decisión de un grupo de poder.

Esas cicatrices no fueron debidamente cerradas, si bien Meade hizo un esfuerzo por reunirse con cada uno de los aspirantes y se tomó fotografías con ellos, no fue suficiente, no hubo una operación política de fondo. Quizá se subestimaron estos liderazgos, se creyó que con el hecho de tener un candidato designado, estos grupos automáticamente con sus bases —que muchos las tienen en algunos estados del país— iban a sumarse y adherirse a la campaña.

Se pasó por alto que el PRI funciona históricamente como un partido de grupos, si bien digamos cohesionado, tiene sus grupos de interés. Estos responden a negociaciones y posiciones de poder y aquí faltó en un principio, amarrar esas negociaciones. También se creyó que esta idea de proyectar un Meade ciudadano, como le llamaron en un principio, había que distanciarlo de esos liderazgos que al final no le aportaban mucho, pero en la ecuación de un candidato que busca el voto externo, se olvidó que para ganar primero se necesita el voto duro del PRI, y ese sufragio no se endosa automáticamente al candidato, hay que ganarlo.

Hay que dar mensajes a esa estructura para que se sume a un proyecto que la entusiasmen, que también le dé posiciones y ofrezca una garantía de acceso al poder. Es lo que faltó, en los últimos días hemos visto a Meade acercarse a estos liderazgos en un intento por subsanar esas deficiencias y por dejar de estar aislado de la estructura priista que tal vez no sea suficiente para ganar, pero sí necesaria para ganar.

Salvador García Soto.

Meade se ve contenido y encapsulado

¿Se limaron las asperezas con Beltrones y con Osorio Chong en la reunión que tuvieron con Meade?

Son mensajes que le ayudan hacia el interior del PRI, pero no creo que sean suficientes, porque el PRI de hoy son muchos, son 32 PRI en cada estado, y si bien Beltrones y Osorio Chong representan liderazgos importantes que hay que tener a tu lado, faltan otros elementos, no veo a Meade conectando con esos priismos locales y moverse bajo su propia lógica.

Hay 17 estados que no tienen un gobernador de su partido y esos priistas si no tienen un liderazgo fuerte, sólido, porque no hay un gobernador que los cohesione, están a merced de otros partidos y Morena ha obtenido apoyos importantes de bases priistas en los estados.

Les está faltando concebir una estrategia nacional donde entiendan que el PRI no es un ente monolítico, hay muchos PRI regionales y ese trabajo en los estados no se ve; espero que lo consideren en las siguientes etapas.

¿O se repetirán rebeliones como la que se vivió en Chiapas?

Lo vimos en Chiapas, está pasando en Sonora, donde hay un precandidato que quiso registrarse para entrar por la libre, no le dieron el registro y es probable que emigre a otro partido. Estos fenómenos son parte de una estrategia que es atribuible al grupo de Enrique Ochoa y Aurelio Nuño, que conciben un PRI muy centralizado y creen que desde acá se puede decidir todo, que no hace falta una negociación local para definir este tipo de operaciones y de candidaturas. Eso les está fallando y pueden emerger este tipo de inconformidades que pueden reflejarse en fracturas regionales en el priismo.

¿Qué otro tipo de ajustes deberá tener esta campaña?, ¿cortar el cordón umbilical con Videgaray y Peña Nieto?

Sería un mensaje necesario, muchos de los que hacia afuera observan a Meade, lo ven como un candidato muy contenido, demasiado encapsulado, que no tiene ni todo el liderazgo, ni toda la capacidad de operación. Se ve mucho y se escucha que las decisiones se toman fuera del círculo inmediato del candidato, y eso preocupa, porque un candidato que no se ve fuerte, que no se ve como un líder, no va a ser seguido por las estructuras del priismo.

Si se genera esta percepción de que quienes toman las decisiones están afuera de la campaña, en una posición de gobierno o incluso ahora que se habla de la presencia del expresidente Carlos Salinas, es algo muy delicado porque el PRI suele moverse por la fuerza de sus liderazgos. En la tradición priista, si bien el presidente es el que manda, una vez que hay candidato, este es el que manda. El presidente podrá decidir algunas cosas pero quien debe tener el liderazgo para definir candidatos, hacer nombramientos y mover posiciones, es el candidato.

 

Vemos a un Aurelio Nuño muy ensoberbecido…

Ahí está el error que se cometió mucho con el gobierno de Peña Nieto y, además, estamos hablando del mismo círculo que manejó durante varios años la estrategia del presidente Peña Nieto encabezada por Nuño desde los Pinos. Un grupo donde no hay mucha autocrítica, en el que a veces se niegan a ver lo que está pasando, y con este discurso de que todo marcha bien, y las encuestas dicen que ya estamos empatados en el segundo lugar o que ya casi alcanzamos a López Obrador, no sé si eso les alcance en una campaña terriblemente competida y a contracorriente para el PRI. Tendrían que entender que no están en el gobierno, porque Nuño ya no es asesor de Los Pinos.

Hay que trabajar desde abajo y reconocer que están en condiciones de desventaja, si no empiezan por ahí difícilmente remontará la campaña. Les escucho un discurso muy triunfalista cuando las señales que vemos afuera y las encuestas conocidas no apuntan en esa dirección. Hay que eliminar las soberbias que le hicieron mucho daño a este grupo del gobierno y si lo repiten hoy como estrategia de campaña, se van a equivocar.

Tener una actitud autocrítica

Y acabar con estos rumores donde hablan de Nuño como la opción B, que le hacen mucho daño a Meade y al PRI.

Son terribles porque te remiten a una de las peores etapas que ha tenido no solo el país sino el partido que hoy nos gobierna, una de las etapas más angustiantes, turbulentas y dañinas que tuvimos en el país en 1994. Quien esté agitando esos rumores, si viene desde adentro como algunos piensan o inducidos desde la oposición, no le hacen ningún favor, pero tampoco ha habido la suficiente contundencia para frenarlos, para dejar claro que Meade es el líder que los priistas están esperando y que la sociedad a la que quieren conquistar —más allá del voto duro— también perciba a un candidato fuerte que toma decisiones, que tiene la capacidad incluso de criticar al gobierno.

No le he escuchado una sola crítica a Meade de las fallas que hay en el gobierno y eso preocupa, porque un candidato que pretenda defender a capa y espada al gobierno, no va a tener posibilidades mínimas de ganar simpatías. Una elección que en buena medida se está volviendo plebiscitaria, dicen los analistas que es una elección que tiende más hacia el cambio, hacia el antisistema, y si el candidato del PRI no es capaz de asumir una posición crítica hacía los errores cometidos en este gobierno, como la corrupción rampante que vemos en los estados con algunos gobernadores priistas o en algunas dependencias de gobierno, la campaña no levantará.

La gente no va a comprar un discurso que no sea realista, los mexicanos hoy ven con indignación y hartazgo los temas de la corrupción, de la inseguridad, del aumento de precios. Ahí creo que es donde hay que trabajar para darle más margen al candidato con un discurso más realista aunque fuera crítico.

Estamos hablando de casi dos meses de precampaña pero les quedan por delante tres meses de la campaña formal, les valdría más tener una actitud autocrítica y decir esto hay que ajustarlo, en lugar de entrar en actitudes complacientes de no estamos creciendo pero vamos muy bien; por ahí no van a lograr nada.

Cuando uno platica con gente que está dentro de la campaña tampoco se escucha que estén conscientes de la realidad que afuera se percibe, y es el peor error, cegarte a la realidad y no tomar decisiones a tiempo, porque puede ser que esto que hoy reflejan algunas encuestas, se vuelva una tendencia. Hay tiempo de corregir errores si están dispuestos a hacerlo y si tienen la capacidad para aceptarlos y enmendarlos.