Javier Vieyra y Jacquelin Ramos 

El 19 de septiembre de 2017 no se ha ido. Del sismo que sacudió la Ciudad de México y otros estados de la república quedan todavía muchas heridas que el olvido ha tratado de borrar con la cotidianidad y, sin embargo, aparecen como una revelación incómoda y dolorosa de aquel fatídico día. No existe mejor ejemplo que aquellos edificios que han quedado en pie pero muertos, como un árbol seco; muchos de ellos, guardianes y expresión de un invaluable patrimonio artístico, histórico  y cultural, como el caso de las oficinas centrales de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

Estética de los edificios

Ubicada en la esquina del Eje 4 Sur Xola y  avenida Universidad, la icónica sede gubernamental, que ha sido dictaminada como inhabitable después del 19 de septiembre, sigue resguardando importantes tesoros murales y escultóricos, realizados por algunos de los más prestigiosos artistas mexicanos del siglo pasado, y que hoy buscan un nuevo hogar.  Frente a tal panorama,  la Oficialía Mayor de la dependencia tiene entre una de sus más altas prioridades el rescate y preservación del mencionado acervo, una tarea nada sencilla dada la naturaleza y simbolismo de las obras.

Al respecto, el maestro Rodrigo Ramírez Reyes, titular del órgano, recuerda con emoción el nacimiento del entonces llamado Centro SCOP (Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas ), inaugurado en 1954 por el entonces presidente de la república Adolfo Ruiz Cortines. Se trataba, explica el funcionario, de un conjunto urbano de 92 mil 572 metros metros cuadrados consistente con la idea de crear microciudades dentro de la ciudad, pues, en un inicio los arquitectos que realizaron el proyecto, entre los que se encontraba Carlos Lazo, secretario en funciones, no concibieron únicamente realizar oficinas, sino  también un multifamiliar, supermercados y  áreas deportivas para los empleados; sin embargo, siempre dejando abiertas las puertas para que los artistas mexicanos plasmaran sus creaciones.

“Siempre estuvieron presentes los valores artísticos. Desde un inicio se cuidó la estética de los edificios y se buscó que estuvieran incorporados los murales, las esculturas y las expresiones plásticas que expresaran elementos de la historia de México y de las comunicaciones”.

Así, relata el maestro en administración pública, se invita a personajes de la talla de Juan O´Gorman, José Chávez Morado, Arturo Estrada  y Guillermo Monroy a participar en la ornamentación de las fachadas y la explanada del lugar. En total, fueron realizados 13 murales que abarcan un espacio de 6 mil metros cuadrados de superficie, además de un conjunto escultórico de Francisco Zúñiga que engalana la puerta principal y una escultura titulada Cuauhtémoc hecha por Rodrigo Arenas Betancourt. En materia histórica, el funcionario puntualiza el extraordinario valor que poseen las piezas murales pues, hechas con incrustaciones de mosaicos, son la expresión nacional de una técnica que tiene claros y milenarios antecedentes en culturas como la romana, la bizantina y la arábiga.

“Los murales se encuentran conformados por piezas muy pequeñas de mosaico que están incrustadas en lozas de concreto con un tamaño aproximado de un metro por un metro que, a su vez, se encuentran adheridas al muro mediante pernos. Es un un concepto muy similar al que utilizamos actualmente con las imágenes, un pixel de hoy es el equivalente a un mosaico. Ambos elementos forman figuras“.

Refiriéndose a la corriente en que nacieron las obras, Ramírez Reyes explica que el contexto nacional influyó de manera clara en las ideas artísticas, debido a que el país se encontraba en un vigoroso momento de expansión y crecimiento que trataba de sintetizar el progreso sin olvidar sus procesos históricos propios; se trataba de una corriente que era de forma contundente heredera del muralismo que tan majestuosamente había dejado huella en los edificios que albergaban las principales dependencias públicas, aunque más enfocado a una visión futurista de México. Los edificios, al igual que los libros y profesores, educaban a la población.

“Las obras que tenemos en resguardo se hicieron en un México sumamente dinámico que estaba inmerso en una una muy fuerte aceleración urbana; nuestros artistas pudieron plasmar en una fotografía, metafóricamente, el crecimiento de un país que se había vuelto institucional y en donde no dejaban de construirse centrales energéticas, hospitales y escuelas. La misma Ciudad Universitaria es otro de los grandes ejemplos que tenemos de este ánimo mexicano, en el aspecto social y artístico”.

De tal suerte, los temas, personajes y símbolos contenidos en las postales, como las llama el oficial mayor, son congruentes con el mencionado escenario y así lo dejan ver. En el  mural titulado El canto a la patria, de Juan O´Gorman, se representa una extraordinaria alegoría de los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire, que es mostrada en el estilo precortesiano. En ella, puede apreciarse a dos familias, una de las cuales es de campesinos, mientras la otra corresponde a la clase obrera; a la primera, corresponden los signos de tierra y agua, mientras a la segunda la gobiernan los signos del fuego y el aire, esto es, en ojos del pintor, la base constitutiva de la sociedad mexicana.

Puede decirse que el mural de O´Gorman es una sumario del resto de las obras, en las cuales cada uno de los artistas trabaja un elemento por separado y con sus respectivas visiones. Por ejemplo, el mural llamado El Aire, hecho por Arturo Estrada, contiene motivos serpentinos que hacen alusión a Quetzalcóatl, mientras que El Fuego, de Jorge Best, representa el fuego como sinónimo de energía.

De igual forma, en el trabajo de El Agua, concebido por José Gordillo, se expresa un desplegado de la fauna marina, al tiempo que en La Tierra se conjunta iconografía prehispánica con elementos modernos, como una torre petrolera. De Juan O´Gorman, también, se reconoce Independencia y progreso, un conglomerado de símbolos y personajes que contiene leyendas que aluden a las funciones de la secretaría, tales como “Aeropuertos”, “Rutas Aéreas” y “Puentes, carreteras y caminos vecinales”.

Destino final

Ramírez Reyes hace notar, por otra parte, la gran carga histórica y política que poseen las obras realizadas por José Chávez Morado, quien rinde un homenaje individual a pueblos originarios como los aztecas y los mayas, y a su vez contrapone en una sola imagen tiempos, iconos y representaciones, como el caso de Conquista y libertad, donde pueden apreciarse conquistadores y evangelizadores europeos, al igual que a Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez y Francisco I. Madero, bajo las raíces de un árbol; en la misma escena, discordantemente, Lázaro Cárdenas, da la mano a un trabajador mientras detrás suyo brota el llamado oro negro.

“La enorme capacidad de Chávez Morado para realizar collages históricos, por así llamarlos, se muestra en plenitud con Cuatro siglos de comunicaciones, un recorrido que va desde las alusiones a Fray Bernardino de Sahagún, pasando por la Nao de China, hasta la infraestructura industrial y portuaria moderna”.

Con tal majestad de riqueza, no es casual, advierte el oficial mayor, que sea de una enorme importancia la preservación de estas obras de arte en las mejores condiciones posibles, por lo cual se ha decidido llevar a cabo un minucioso proyecto de desmontaje, restauración y almacenaje de las mismas bajo la experta asesoría del Instituto Nacional de Bellas Artes, órgano que se encargará de que se cumplan todos los protocolos establecidos para la salvaguarda de los murales y los elementos escultóricos.

“Estamos hablando de un proceso muy complejo en que deben retirarse con sumo cuidado cada uno de los componentes de las obras, sin embargo, nos encontramos en tiempo y forma cumpliendo con los lineamientos que deben llevarse a cabo.  A finales de febrero habremos ya contratado quién se encargará de desmontar en un lapso de tres o cuatro meses; posteriormente se restaurarán y almacenarán en algún recinto que cubra las condiciones ideales de seguridad hasta que se cuente con un nuevo recinto para volverlos a exhibir”.

Aun con todas las fases del proceso, aún queda en el aire la interrogante sobre el destino final que tendrán estas joyas de la plástica mexicana, aunque se analizan ya diferentes propuestas y alternativas, dice el maestro, la más sensata sería esperar la construcción del nuevo conjunto de oficinas centrales. Sin embargo, también se considera el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México como una opción.

El despacho del arquitecto Fernando Romero ha ofrecido un proyecto interesante en que se colocarían los murales en el edificio terminal del aeropuerto, el cual valoramos mucho, pero en este momento no podemos pronunciarnos definitivamente por algo concreto. Estamos cuidando y respetando la secuencia de los procedimientos.

Es así como el rescate y la preservación del patrimonio artístico y cultural de la SCT es una de las grandes responsabilidades a que se enfrenta la Oficialía Mayor, afrontando los retos que dejó el 19 de septiembre de 2017 y que se habían superado ya en 1985.  Se trata de un desafío nada sencillo, pero  al  cual Ramírez Reyes está seguro de responder con efectividad.

“Es un gran orgullo, como oficial mayor y como ciudadano, resguardar este legado tan hermoso y expresivo de lo que somos los mexicanos, estoy muy seguro de que brillará nuevamente con todo su esplendor“.