Donald Trump sorprendió este lunes a propios y extraños, poniendo en suspenso su fiel defensa de la libertad de acceso a las armas de fuego, alineado con la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el poderoso grupo de presión que niega cualquier límite a la posesión de armas en Estados Unidos. En 2017 aseguró a dicha organización que tendría “un amigo en la Casa Blanca”, pero en esta jornada ha ejecutado un pequeño paso en dirección hacia el refuerzo del control de armas en su país.

Lo ha hecho apoyando un proyecto de ley sobre este asunto, presentado en noviembre por los senadores demócratas y republicanos Chris Murphy y John Cornyn. En ese texto se especifica que tiene por objetivo aumentar la eficacia de la base de datos nacional sobre antecedentes criminales, con el fin de impedir que esos sujetos compren armas. “El presidente habló el viernes con el senador Cornyn sobre el proyecto de ley bipartidista que presentaron el senador Murphy y él para mejorar el cumplimiento a nivel federal de la legislación de verificación de antecedentes criminales“, reconoció Sarah Huckabee Sanders, portavoz del equipo de trabajo del presidente.

En ese comunicado, Sanders expone que “aunque las conversaciones continúan y se están considerando cambios (al proyecto de ley), el presidente apoya los esfuerzos para mejorar el sistema federal de verificación de antecedentes“. Esta constatación supone un avance monumental, si se considera la posición que Trump mantuvo durante su campaña y el silencio que ha guardado durante su mandato ante los múltiples tiroteos que ha acogido su nación.

Pareciera que la presión social, que prepara una manifestación multitudinaria en los próximos días para reclamar más control en el acceso a las armas tras la masacra de 17 personas en una escuela secundaria de Florida, ha hecho que el magnate vire su criterio. O, al menos, lo flexibilice. Y es que hasta esta fecha, sólo había tomado una medida sobre este polémico asunto. Fue hace un año, cuando suspendió la regulación que implementó Obama para evitar que los enfermos mentales accedan a la compra de armamento de fuego.

El caso es que esta decisión no traiciona a la NRA, ya que dicha asociación radical ya afirmó en noviembre que no se oponía al proyecto de Cornyn y Murphy que ahora podría apoyar Trump. Porque, entre otras cosas, ese borrador de ley tiene un alcance limitado. En su argumentario no se plantea el aumento del tipo de control de antecedentes de armas a aquellos compradores que acudan a vendedores sin licencia, relacionados con las ferias de armas o internet. Ambos nichos son cruciales y protegidos, hasta el momento, por la Asociación Nacional del Rifle.

Los senadores Murphy y Cornyn sólo buscan dar más peso y profundidad a la base de datos del Sistema Nacional Instantáneo de Verificación de Antecedentes Criminales (NICS). Ese programa, que usa el FBI para comprobar con rapidez si algún solicitante de armamento tiene antecedentes delictivos, está incompleta. Algunos estados no informan al NICS cuando condenan a un sospechoso de un crimen. En este sentido, se ofrecerían incentivos económicos a los estados para que informen al sistema. Y el apoyo del presidente supondría un impulso trascendental para sacar al texto del bloqueo al que ha quedado abocado por el Congreso, de mayoría republicana.

Sea como fuere, este es un paso reseñable dentro de la actual Casa Blanca, que en octubre de 2017, tras la muerte de 58 personas en un tiroteo en Las Vegas, aseguró que daba “la bienvenida a un debate” sobre la restricción de la venta de algunos de los mecanismos de las armas usadas en dicha masacre -usan dispositivos, llamados “bump stocks”, que provocan un disparo más veloz-. Pero ese debate no llegaría nunca a la orilla, pues ni el Congreso ni el Senado le dieron cobijo.

Trump parece estar más permeable a este conflicto en la actualidad. Tras el tiroteo de hace días en Florida, se reunirá en esta semana con estudiantes, profesores y distintas autoridades para entender mejor cómo abordar el desafío de “la seguridad en las escuelas“. Así lo ha apuntado la portavoz de la Casa Blanca. Incluso políticos republicanos, como el senador por Florida Marco Rubio, ha solicitado la toma en serio y un rol más activo del presidente. También la influencia de las continuadas protestas que rodean al recinto presidencial desde la matanza perpetrada por Nikolas Cruz ha podido influir.