“Hay algo que se llama portar armas de forma oculta, y que solo funciona cuando tienes a gente entrenada para ello. Los profesores tendrían un permiso especial, y la escuela ya no sería una zona libre de armas“, ha expuesto Donald Trump, este miércoles, a los profesores y trabajadores de las escuelas de Estados Unidos con los que se ha reunido en la Casa Blanca con el fin de buscar soluciones para frenar el recurrente flujo de tiroteos en centros educativos.

En esa charla, en la que estaban presentes seis estudiantes del instituto de Parkland en el que hace una semana murieron 17 personas en un tiroteo, el magnate ha propuesto que los profesores lleven armas para evitar los ataques armados. Esa hipótesis defendida por la Asociación Nacional del Rifle, convierte al docente en una suerte de agente de seguridad si la situación se vuelve complicada. Así se lo ha expuesto a esa audiencia.

En la actualidad las escuelas son espacios en los que no está permitido acceder con armamento, por lo que, ha señalado, es terreno abonado para que los “maníacos” campen a sus anchas para cometer las matanzas que se han registrado en los últimas décadas. Pues bien, la rápida respuesta de un profesor, con su pistola, si se activa un tiroteo, es la clave del enfoque que el presidente de Estados Unidos baraja al tiempo que la sociedad está expectante a su gestión de esta crisis.

Ha reconocido que la medida es “algo controvertida”, pero ha profundizado advirtiendo que los profesores entrenados debidamente pueden frenar los sucesos desgraciados “rápidamente”. Desde luego, con un margen de acción infinitamente superior a los minutos que tarda la Policía en llegar al centro educativo que es víctima de la violencia armada.

Vamos a examinar esa idea muy en serio, mucha gente va a estar opuesta a ello, y mucha gente va a estar de acuerdo”, afirmó. Y también puso sobre la mesa la posibilidad de destinar a “profesionales, que podrían ser marines” a las escuelas. Esta medida, ha reflexionado, “podría resolver el problema”. Y ahí concluyó el paquete de ideas trabajado en el Despacho Oval para dar respuesta a la comunidad educativa que ha salido a las calles y a la que se ha quedado en casa, expectante.

Trato Trump, asimismo, acciones de diverso tipo en dirección a una mayor fiscalización en la esfera de la compra de armas de fuego. “Además, vamos a fijarnos en el tema de la edad (mínima) para comprar (un arma) y en el aspecto de salud mental”, manifestó para, a continuación, prometer a los presentes que su Ejecutivo va a alcanzar una solución “muy robusta en el tema de los antecedentes criminales”, con el fin de mejorar la coordinación entre los cuerpos policiales federales y locales.

Hasta ahora, en Estados Unidos se puede comprar una pistola con 21 años y un rifle con 18, pero en el mercado del armamento particular fluye una amalgama de vendedores sin licencia que suministran armas a jóvenes y menores de edad. No obstante, Nikolas Cruz, el autor de la matanza de Florida, tiene 19 años.

Por último, hubo espacio para la interacción con los asistentes a la reunión, y, en ese punto, Trump hubo de agachar la cabeza. Mark Barden, padre de un niño de cinco años que fue asesinado en el tiroteo de Newtown (Connecticut) en 2012, le dijo al mandatario que “mi esposa es profesora y ella le diría que los maestros ya tienen suficientes responsabilidades como para además tener la enorme responsabilidad de la fuerza letal que puede acabar con una vida“. Él y otros de los presentes se mostraron muy críticos con la medida estrella presentada por su Gobierno.