Por Fernando Marcos*
El tiburón se volvió cangrejo
Una vez el “Pirata” Fuente, cuyo nombre lleva el estadio que construyó el talento de Juanito Arrieta, americanista que tuve el honor de dirigir como jugador de fútbol, se le puso al brinco al “Gitano” Palomini, a la sazón entrenador del Veracruz. Y Palomini, pintoresco y bragado, echó mano de su navaja de muelles y mostrando la punta al “Pirata” le dijo: “¡Aquí mando yo y usted obedece!”. Luis, mi inolvidable compañero de equipo en el “España”, entró por el aro. Y Veracruz fue campeón, estableció marcas increíbles de victorias y espectáculo, conquistó al público de todo el país y fue campeón. ¡Y sólo tenía once hombres en el plantel! Pero eran hombres que jugaban manejados por otro hombre que había borrado de su diccionario la palabra derrota. Y que le peleaba a todos y en todas partes, sin dar ni pedir cuartel.
Ese Veracruz no lo he olvidado. Y por eso me da rabia que un aventurero internacional de fútbol, hombre con talento y dotes de mundo —de eso no hay duda— esté imponiendo al Veracruz el mismo sistema que desgració al Toluca y acabó con la escasa popularidad que tenía en Uruguay el “Defensores”.
Arguye De León que “eso da puntos”. Pues bien, el Veracruz, convertido en “cangrejo”, está en último lugar de su grupo. ¿Vale la pena desprestigiar a un equipo aguerrido y brillante, y conseguir solamente un último lugar en su grupo?
Si Ricardo De León “hizo” campeón al Toluca, ¿se han puesto ustedes a pensar porqué el Toluca no quiere a De León ni regalado?
Todavía no se recupera el equipo rojo del Estado de México del desprestigio feroz en que cayó cuando el “talentoso” De León lo llevó al campeonato. Y pregunto ¿cuánto tiempo tardará el Veracruz en recobrar su brillo después de que el señor De León se haya marchado del país?
En Toluca, De León ganaba partidos y perdía partidarios. En Veracruz, ni eso. Allí ha cambiado a los aguerridos tiburones en reptantes “cangrejos”: juegan para atrás, son conchudos y, de vez en cuando, muerden con sus tenazas. Pero nadie va al campo, pagando su dinero, por ver cangrejos. Cada vez que el Veracruz va de visita, su rival tiembla. Tiembla de miedo. Y no por perder los dos puntos, sino porque sabe que va a perder muchos miles de pesos. Nadie quiere ver a este Veracruz de Ricardo de León, porque aburre, irrita, repudia. Y todavía más después de lo que le hicieron a Fernando Bustos, al cual cazaron alevosamente en su primera intervención: ¡no hay justificante posible para esta combinación de aburrimiento, alevosía y vulgaridad! Y la gente no lo justifica.
Recuerdo a Churchill, cuando comentaba la retirada gloriosa de Dunquerque. Alguien le dijo: “¡Qué victoria, señor primer ministro, qué victoria!” Y Churchill contestó: “¡si, que victoria; pero con dos de ese tipo perderemos la guerra!”
O la frase del almirante español que tenía que enfrentar sus barquitos de madera a los acorazados de acero de la Marina Norteamericana en la guerra de Filipinas. Entonces le dijeron sus consejeros: “no salga usted, almirante, le hundirán sus barcos”. Y el almirante español contestó: “más quiero honra sin barcos, que barcos sin honra”.
De León es incapaz de decir cosas como estas; es incapaz de hacerlas. Él solo va a lo suyo: y lo suyo es ganar el billete grande aunque su equipo se hunda en su prestigio y en el afecto de los aficionados. De León va de país en país haciendo lo mismo. Ahora bien, si en Veracruz lo toleran, allá los veracruzanos. Después de todo, en la capital del país sólo veremos a ese fiambre —que no equipo— cuatro veces en el año. Y cuatro veces se puede soportar, lo mismo que soportamos otras calamidades…
FIN DE LA PRIMERA VUELTA
En la última jornada del campeonato de fútbol ninguno de los líderes pudo ganar. Sólo uno, el América, logró su inevitable empate, resultado que es su especialidad este año. Los demás cayeron frente a enemigos de inesperada capacidad combativa.
Las “chivitas” del Guadalajara fueron vencidas por el árbitro y por el Potosino, equipo este último que viene dando la nota aguda en el torneo. Lleva una excelente racha y será bueno que la mantenga en esta segunda vuelta. Las “chivas” con su derrota, perdieron el liderato de su grupo y ahora marchan en segundo lugar, seguidas muy de cerca por el León y siguiendo, también muy de cerca, al América. Pero si José de Jesús Aceves, nuevo centro delantero contratado por el América les da resultado, ¡que le echen un galgo al equipo de Raúl Cárdenas! La pelea, entonces, será entre el Guadalajara y el León. Y, en estas condiciones, el León terminará imponiéndose. Es más equipo, si bien el Guadalajara va por la ruta de su recuperación final. Ruta larga y que exige paciencia, coraje y talento, tres virtudes que parecen poseer ahora los dirigentes del carismático equipo rojiblanco del Guadalajara.
Cruz azul cayó con San Luis, dejándose rescatar tres veces, una ventaja. Mal anda Cruz Azul, tanto que Alfonso Portugal, entrenador que le dio la cómoda ventaja que aún no ha podido quitarle el acartonado esquema de Nacho Trelles, ha decidido emigrar. No quiere ser segundo plato en un menú en el cual, el primero, no le gusta ni a un náufrago. Malos vientos soplan por el lado de Cruz Azul. Y no sólo en el desempeño de su equipo, La verdad, tengo muy serios temores por la vida misma de esa institución modelo que tanto llegó a significar para el fútbol nacional. Pero, ¡qué malo es tener que hablar en pasado de un equipo que siempre mostró un espléndido presente y un subyugante futuro!
Atlético Español rompió su racha de quince fechas sin perder, ante la mordedura taimada de un “cangrejo”. Pero sigue de líder y en segundo lugar en la tabla general de clasificaciones. El primero lo tiene, todavía, el nuevo UNAM, derrotado por “Curtidores”, “el equipo que no quiere perder” y que pelea siempre como demonio. No obstante esto, podemos afirmar que prácticamente tienen asegurada su clasificación para la serie final, el América , el UNAM, el Atlético Español y, muy probablemente —pese a todo— el Cruz Azul, que goza de la enorme ventaja que goza de la enorme ventaja que le conquistó el trabajo de Alfonso Portugal y que no podría anular la “estrategia” de cartón de Nacho Trelles.
Trelles quiere que “los jugadores hagan”. Roca busca que “los jugadores quieran”. Y en esa inversión de términos está evidente el ascenso del Atlético y actual opacidad del Cruz Azul.
RÉQUIEM PARA UN CAMPEÓN
Alfonso Zamora, desbordando ya en el camino que no debe llevar jamás un deportista, sigue invicto en su división y continúa siendo campeón del mundo —por mitad— en la división gallo. Pero el hombre que ha noqueado a todos sus oponentes profesionales, está a punto de noquearse a sí mismo por la torpeza de sus conductores y consejeros— sus explotadores sería muy grueso decirlo— y sus propia inconsciencia, que no aprende ni en los desastres de Olivares, de Nápoles y, tal vez, en el desastre de Zárate, todavía contenido por la marrullería enérgica y calculadora de del “Cuyo” Hernández.
Zamora está vetado por California. Es decir, está fuera del dinero gordo y la publicidad mundial. Su papacito se mete en lo que no sabe y su manejador, señor Musso, nada más lleva el agua a su propio molino. No le importa Zamora, sino la lana que le pueda esquilar al campeón. “Cuyo” Hernández, con un campeón gallo —Zárate— quiere un segundo, y está promoviendo a Pintor para que le arrebate el cetro a Zamora. Éste, por conducto de sus representantes, se queja: “mientras que Zárate tiene tres o cuatro peleas programadas, yo no tengo ninguna”. Y allí está la diferencia entre ser manejado por un experto y ser explotado por un papá desbordado y un manejador torpe y tortuoso.
Cosa extraña: nadie ha vencido a Zamora y éste se ve con las magulladuras— o mallugaduras, como lo prefiera usted— clásicas en un derrotado.
La demagogia siempre hace daño: hasta en el box.