Chapeau, tendrán que decir los críticos y los admiradores de Angela Dorothea Merkel al resultar la evidente ganadora en la consulta dominical —4 de marzo— de las bases del germano Partido Socialdemócrata (SPD). Este resultado permitirá reeditar la Gran Coalición para que Alemania cuente con una nueva administración desde las elecciones del 24 de septiembre último, a casi seis meses de distancia, el mayor periodo sin gobierno de la Alemania moderna. Con esto, el país más poderoso de Europa, y la cuarta economía mundial, evita convocar a nuevas elecciones y, al mismo tiempo, un probable avance de la extrema derecha que se ha convertido en el fantasma del Viejo Continente.

En un mal remedo del estrafalario presidente de Estados Unidos de América, desde la cuenta de Twitter de su partido, el Cristianodemócrata (CDU), la canciller Merkel escribió: “Doy la enhorabuena al SPD por este claro resultado y me alegro de poder proseguir con la colaboración para el bien de nuestro país”. No era para menos. El voto afirmativo de los socialdemócratas hace posible la cuarta legislatura de Angela Merkel y la tercera ocasión que la famosa estadista conservadora encabeza una Gran Coalición de la mano del SPD.

En esta ocasión las encuestas no se equivocaron tal y como ha sucedido en las últimas elecciones europeas. La aprobación de la alianza con la dirigente germana obtuvo una mayoría de 66.02% de los votantes socialdemócratas. Los más de 463,000 afiliados a ese partido reaccionaron pragmáticamente al miedo a desaparecer del tablero del poder, a las consignas revolucionarias de jóvenes “mesías” (reunidos en los Jusos), convertidos en pirómanos convencidos de que su partido sólo podría renacer como el Ave Fenix, de las cenizas de la oposición.

La canciller no se redujo a celebrar el triunfo, sino  manifestó preocupación para que su país no se retrase en los propósitos fundamentales: “Me esforzaré al máximo para que el próximo gobierno trabaje para los ciudadanos de Alemania y para que el país tenga una voz fuerte en Europa, junto a Francia, ante retos globales como el comercio internacional”, dijo en sus primeras declaraciones. De cara a la competencia con China y las nuevas reglas en el comercio internacional, la señora Merkel adoptó un papel de árbitro global dispuesta a pitar los goles de Donald Trump en el partido frente a  Vladimir Putin, pero también a sacar tarjeta al presidente estadounidense a la menor falta arancelaria. Actitud comprensible, pues todos los líderes políticos tienden a internacionalizar más su trabajo en cada legislatura en el poder, y Merkel va ya por la cuarta.

Con una década más en el poder que la mayoría de sus rivales de Occidente, su fluidez en inglés y ruso y cinco portadas en la revista Time como la mujer más poderosa del mundo, no hay la menor duda sobre el liderazgo global de Angela Merkel.

Kevin KÜhnert.

Tanto en la “crisis de los refugiados”, que a escala nacional le ha proporcionado más de un dolor de cabeza, como en la política de la Unión Europea (UE), la canciller comenzó a trabajar volviendo a los mismos papeles que dejó sobre la mesa para hacer campaña electoral y repite las mismas frases que en la anterior legislatura: “Solidaridad y responsabilidad son las dos caras de una misma moneda”.

Por lo que toca a la política local, Angela Merkel no es insensible al paso del tiempo y pone la CDU en manos de su “probable sucesora”, Anegrett Kramp-Karrenbauen, a la que ha designado personalmente para evitar indeseables desacuerdos. Varios de los grandes Ministerios han quedado en manos de sus socios  y sin embargo amigos socialdemócratas, con los que mantiene una relación de confianza y familiaridad después de haber gobernado ocho años juntos. Y Martin Schulz, el político que regresó de Bruselas, conocedor a fondo de los pasillos comunitarios y que se creía destinado a llevar las riendas de la política europea, se quedó en el camino, por lo que quien estará personalmente al frente de la política de la UE, sin mayor discusión, por cierto, sería la propia Angela Merkel. En estas condiciones, el presidente interino del SPD, Olaf Scholz —sustituto del malogrado Schulz— aseguró que los resultados de la consulta dan “fuerza” para iniciar el necesario proceso de renovación de ese partido histórico y evitar ser sobrepasado por la extrema derecha.

La presencia de Angela Merkel en Berlín, en consecuencia, no solo es bueno para el Viejo Continente, sino para todo Occidente, sobre todo en estos tiempos marcados por el vitriólico inquilino de la Casa Blanca en Washington. Trump no puede andar por la libre enviando tuits a troche y moche. Personajes como Angela Merkel son necesarios para enfrentarlo.

De tal suerte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron consideró el resultado de la consulta en Alemania “una buena noticia para Europa… Francia y Alemania trabajarán juntas, en las próximas semanas, para desarrollar nuevas iniciativas y hacer avanzar el proyecto europeo”, indicaron fuentes del Palacio del Elíseo.

Antes de que el próximo gobierno alemán sea una realidad —lo que podría suceder antes de Semana Santa—el pacto entre el SPD y la CDU debió ser refrendado por las bases socialdemócratas, 463,723 afiliados que votaron por correo hasta el domingo 4 de marzo, cuando definitivamente se dio el “sí” aunque muchos saben que la Gran Coalición III nace con fórceps, de un matrimonio difícil entre los cónyuges y que, en fin de cuentas, es un mal menor al que ambas partes se aferran en aras de la gobernabilidad de Alemania. Por tal razón, no son pocos los analistas y políticos que calculan un máximo de dos años de vida a una convivencia entre dos bloques políticos  muy debilitados y en busca de una nueva identidad. No hay que olvidar que esos dos grandes partidos alemanes tuvieron en septiembre último sus peores resultados electorales desde 1949. Ahora sufren la crisis que padecen la mayoría de los partidos políticos en todo el mundo. Además, en este proceso debe incluirse el avance de la extrema derecha —representada en la Alternativa para Alemania: AfD—, que recibió el 12.9% de la votación en las elecciones de septiembre, algo que nunca antes había sucedido en este país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Asimismo, los analistas señalan que no se debe menospreciar a las dinámicas juventudes socialdemócratas —los Jusos—, que fueron los que más promovieron la campaña de oposición a la Groko —como se llama popularmente a la Gran Coalición—, pues su participación será fundamental en la nueva etapa que ahora comienza. La presencia de Kevin KÜhnert, el dirigente juvenil, en la renovación del SPD es  indispensable.

Como sea, la realidad del momento obligó a que la dirección del SPD se sentara a negociar con Angela Merkel un pacto de 177 páginas en el que se reflejaron muchas de las demandas socialdemócratas. Los puntos clave del acuerdo de coalición son los siguientes: Presupuesto,  Inversiones, Impuestos, Europa, Pensiones, Migración, Asuntos Exteriores y Medio Ambiente. De los cuales sobresalen el de Europa, Pensiones y Migración.

Europa: El acuerdo apoya la reforma de la zona euro en línea con la propuesta de Francia que apuesta por el fortalecimiento de la eurozona para que la moneda sea más resistente a las crisis globales. Fortalecer el Parlamento Europeo y aumentar el gasto de la Unión Europea con una Alemania dispuesta a aportar más a los fondos comunitarios, es otro de los puntos del pacto, así como el apoyo a un sistema de impuestos más justo para grandes empresas como Facebook, Google o Amazon.

Pensiones: El acuerdo fija como objetivo estabilizar las pensiones al 48% del salario medio para 2025 y asegurar que las contribuciones no se eleven por encima del 20% del salario bruto.

Migración: Tras las críticas por la política migratoria de Angela Merkel, el futuro gobierno establecerá que la entrada de refugiados no supere las 180,000 y 220,000 personas por año. También reducir a 1,000 por mes el número de personas que podrán unirse a familiares que ya viven en Alemania como inmigrantes.

Como sea, la canciller germana se encamina a igualar a su mentor, Helmut Kohl, hasta ahora el canciller que más tiempo dirigió los destinos de Alemania: 16 años. Sin embargo, no falta quien especule sobre si Angela Merkel podrá terminar su próximo mandato. Al grado que el acuerdo de la Gran Coalición incluye una cláusula de revisión a los dos años de inicio de una legislatura que sin duda será muy agitada. Positiva o negativa su gestión, propios y extraños saben que Alemania se prepara para la era post-Merkel. De una u otra forma, doña Angela Dorothea Merkel volvió a sonreír ante su indiscutible triunfo. VALE.