Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]l cine mexicano contemporáneo se caracteriza por una paradoja: mientras las cintas que logran entradas dignas en cartelera están plagadas de lugares comunes, un grupo cada vez más nutrido de realizadores, con mucho menos público, está abriendo veredas de producción y distribución de un cine que tiene por sello la innovación, ya sea argumental o estilística y que si bien no ha conseguido el éxito financiero, sí lo ha hecho en reconocimiento en un buen número de foros, premios y festivales alrededor del mundo.

En plena efervescencia del fenómeno que desató Guillermo del Toro con el histórico Oscar a mejor director y mejor película, vale la pena revisar algo del cine creado por directores mexicanos jóvenes, que mientras reciben la influencia de los tres premiados por la Academia, han logrado iniciar filmografías personales que hace no muchos años hubieran sido casi imposibles de crear.

Estrenada en 2014, El incidente, de Isaac Ezban, es una de las películas mexicanas indispensables para comprender esta década cinematográfica desde algunos de los géneros menos explorados en el país: la ciencia ficción y el terror.

Una persecución se desata al interior de un edificio. Dos hermanos huyen escaleras abajo, seguidos por un detective, quien le dispara a uno de ellos en la pierna. La bala en la pierna desata el terror: la herida cambia la percepción del tiempo. Todo dolor parece ser eterno. Pero, ¿y si sí es eterno? Escaleras abajo, el perseguidor descubre que están dentro de un bucle. Los pisos, los objetos y el espacio se repiten mientras las horas pasan y parece no existir un final.

En una línea narrativa paralela, una familia sale de vacaciones, huyendo de lo cotidiano, de lo predecible. Un error humano complica el viaje y la familia intenta volver, pero la carretera ya no tiene salida. Atrapados en un loop, tendrán que sobrevivir, si antes no se cansan de buscar un final al laberinto. Como en El ángel exterminador de Buñuel, el sinsentido conduce a la degradación, a la desesperación, al horror.

En la pesadilla claustrofóbica de los protagonistas asistimos al infierno personal. No hay monstruos ni espíritus, ni siquiera antagonistas. Hay, si, muchas preguntas que nos sugieren una idea escalofriante: El infinito es aterrador.

La ópera prima de Isaac Ezban es un gran punto de inicio para un director que con un par de películas y un par de cortometrajes ha dejado claras sus obsesiones estéticas y literarias, y con ellas ha conseguido ser sido solicitado en el extranjero para dirigir, entre otras, una adaptación de la obra de Dan Simmons.

El incidente se encuentra disponible en Netflix y otros servicios de streaming.

Permanencia voluntaria:  Yo, Tonya

Continúa en carteleras la divertida tragicomedia Yo, Tonya, la historia de Tonya Harding, patinadora estadounidense que en 1991 se consagró como la primera en realizar el “Triple salto Axel” en competición, para después convertirse en el enemigo favorito de las audiencias, en una sociedad que ama el espectáculo más de lo que ama a sus héroes.