Hace unas semanas que Javier Corral denunció la triangulación de recursos vía la Secretaria de Hacienda para favorecer las campañas del PRI, sin que la administración del presidente Peña diera explicación alguna, ahora vemos cómo se utiliza otra institución de no menor importancia, como la PGR, para pegarle a Ricardo Anaya, candidato por el Frente.

El perverso entramado orquestado desde las entrañas del actual régimen, sin duda, con fines electorales, aprovechando el control que tiene la actual administración de la aún Procuraduría General de la República, solo puede explicarse de esa manera, por los tiempos y momentos por los que atravesamos, aunado que viene acompañada de toda una estrategia mediática, con filtraciones sesgadas, parciales, incompletas, al más puro estilo kafkiano, el surrealismo de la justicia, que en su momento utilizó Profirió Díaz, no obstante, esos actos tienen lecturas que son de llamar la atención.

En principio, resulta ocioso introducirnos al examen jurídico, simplemente baste decir que le buscan tres pies al gato. Así mismo, cabe mencionar que de acuerdo con los sondeos de opinión pública, las encuestas y estudios sobre prospectiva electoral, en ninguno se refleja la más mínima posibilidad de que el candidato del PRI obtenga el triunfo en las próximas elecciones.

Así las cosas, la contienda tal como estaba previsto, se cierra entre dos: Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador, con un panorama de competencia bajo condiciones complejas, pues independientemente de la situación que guarda el país en rubros delicados, también abonan a la descomposición los sentimientos de ira y de rencor que están presentes en el ámbito de los mensajes y del electorado.

En ese tenor, ¿a quién favorecen los ataques contra Anaya?, en el entendido de que la campaña para desprestigiarlo es con el objetivo de restarle simpatías, contemplo tres escenarios posibles: 1. Que ese núcleo de votantes se trasladen a apoyar a otro candidato o se abstengan de participar; 2. Que el PRI-gobierno, al considerar su imposibilidad de ganar, está inclinando la balanza a favor de Morena, y 3. El hecho de ser víctima y perseguido por el sistema, Anaya salga fortalecido.

De cualquier manera, resulta deleznable utilizar las instituciones del país y el aparato gubernamental con objetivos de carácter electoral, cobrando sentido y vigencia la oposición de Anaya y algunos senadores en la intención de imponer un fiscal-carnal, pues evidentemente percibieron lo que ahora está ocurriendo, que sin recato alguno se siguen manipulando a contentillo los cimientos que sostienen el frágil Estado de derecho.