Lamentablemente, vivimos en un país donde la corrupción y la impunidad prácticamente son las madres de casi todas nuestras problemáticas. Habrá quienes intentarán tapar el sol con un dedo a base de discursos, estadísticas y espejismos, pero al final del día casi todos los mexicanos a diario sumergimos nuestra cotidianeidad en dinámicas que indefectiblemente nos conducen a este par de circunstancias que, para nuestra desgracia, pareciera que ya son parte de nuestro ADN.

Y como botón de muestra tomaré el caso de los supuestos candidatos independientes quienes durante los meses más recientes recorrieron casi todo el país con un único objetivo: conseguir los apoyos ciudadanos suficientes para poder justificar ante el Instituto Nacional Electoral (INE) que debían ser considerados para ser incluidos en la boleta electoral de candidatos a la Presidencia de la República, posición que habrá de dirimirse en las urnas el próximo 1 de julio.

Así las cosas, la supuestamente expanista Margarita Zavala de Calderón, el supuesto expriista Jaime Rodríguez Calderón, a quien muchos conocen como el Bronco, y el supuesto experredista Armando Ríos Piter, el Jaguar pa’ los cuates, junto con Pedro Ferriz de Con, Édgar Ulises Portillo Figueroa y María de Jesús Patricio, Marichuy, se presentaron ante la ciudadanía como “una verdadera alternativa para llevar a la extinción el obsoleto sistema de partidos que durante décadas para lo único que ha servido es para sangrar el país y postrar a los mexicanos en una crisis permanente”.

Sin embargo, hace unos días, cuando el INE dio a conocer los resultados finales de esta contienda presidencial, la realidad nos volvió a golpear de manera por demás contundente: Estos señores (Zavala, el Bronco y el Jaguar) resultaron ser unos verdaderos expertos en las deleznables malas artes de la transa y que su tan cacareada independencia no existe. Aquellos partidos políticos a los que renunciaron los aleccionaron de tal manera, que a la hora de salir a buscar el apoyo ciudadano para sustentar sus aspiraciones presidenciales a lo único que pudieron recurrir fue a esas mañas, vicios y corruptelas que tanto criticaron y disque los arrojaron al sendero de la “independencia”.

Pero, lo que son las cosas, vivir en un país tan surrealista y huérfano de justicia como el nuestro, no solo permitió que la esposa del expresidente Felipe Calderón obtuviera su registro como candidata independiente, sino que el nuevoleonés y el guerrerense andan tan campantes como si no hubieran hecho nada malo. Es más, hasta se dan el lujo de acusar al árbitro electoral de perjudicarlos arteramente, cuando la realidad es que lo que hizo esta tripleta de políticos no fue nada más una trampa, sino un delito electoral el cual ya debería ser tipificado y castigado con una pena verdaderamente ejemplar. Pero no, como este es el país donde nunca pasa nada, los tres se jactan de ser víctimas de las instituciones y de vayan ustedes a saber qué oscuros intereses políticos.

Analizando en frío la coyuntura, tenemos que ponderar algo muy importante: la cantidad de apoyos o firmas falsificados o irregulares es monstruosa, gigantesca. No estamos hablando de la firma falsificada por un escolapio cuando saca una mala calificación y el profesor le exige que al día siguiente le presente el examen reprobado firmado por alguno de sus padres. Nada de eso. Estamos hablando de un crimen mastodóntico del que los señores Zavala, Rodríguez y Ríos están saliendo totalmente inmaculados y que por enésima ocasión nos deja como país en una muy precaria situación respecto a cómo debería ser la impartición de la justicia. Porque, a final de cuentas, así solo hubieran falsificado una firma, ¡una sola firma!, los tres ya deberían estar siendo irremediablemente descalificados de la contienda electoral y juzgado ante la autoridad judicial… no solo la electoral.

En serio, no se dejen tomar el pelo por estos señores… de independientes no tienen absolutamente nada. Son la misma gata… y ni siquiera revolcada.

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