Después de su participación en la Convención Nacional Bancaria, Andrés Manuel López Obrador tiene una deuda con el electorado: revelar la identidad de ese tigre que saldrá a destrozar todo si el 1 de julio no es él el ganador. López Obrador tiene varios tigres. Uno de ellos vive adentro de Morena.

El escritor Paco Ignacio Taibo II, en un foro sobre democracia, fue severamente crítico con los candidatos y asesores que López Obrador ha invitado pese a que tienen antecedentes delictivos o han formado parte de la reacción.

En un video en YouTube, Taibo II describe al empresario Alfonso Romo como un advenedizo: “Romo ha dicho que no afectaremos las concesiones para la industria petrolera de las trasnacionales. ¿Quién chingaos le dijo a Romo que somos «nos», a nombre de quién habla porque, que yo recuerde, en los últimos congresos de Morena se ratificó plenamente que hay que echar abajo la reforma energética”.

“Y esa demanda es nuestra. No solo es de Andrés. Hay que preguntarle —a Romo— a nombre de quién habla y si le habla al oído a las trasnacionales… y se le hablas al oído a las trasnacionales, muy tu pinche gusto…”

“Abajo todas las pinches reformas neoliberales, mandémosle el mensaje a Romo”, gritó el autor de Pancho Villa: una biografía narrativa.

En ese mismo espacio, el escritor dijo que Germán Martínez Cázares —una de las más reciente adquisiciones de López Obrador, y quien, por cierto, siempre aparece sentado a su derecha— es un personaje “salido de los meandros de la oscuridad reaccionaria, de las covachuelas del clero decimonónico”.

Su discurso anticardenista —subrayó Taibo II— es uno de los discursos más criminales y gansteriles que se han pronunciado en México. Y recordó que, como expresidente del PAN, Martínez Cázares declaró que “a Cárdenas había que matarlo y dejarlo en la tumba…“

Lo que deja ver Taibo II es la inconformidad que existe en Morena por el tipo de “personajes basura” que ha venido recogiendo López Obrador en su afán por llegar al poder. Pero también que los principales líderes de Morena comienzan a dudar sobre la identidad y lealtad ideológica de López Obrador.

El tabasqueño prometió a los señores de la banca no afectar sus intereses. “No voy a nacionalizar ni a expropiar o confiscar sus bienes”.

Lo dicho por López Obrador en la Convención Nacional Bancaria contradice lo que ha venido repitiendo de pueblo en pueblo, de municipio en municipio, ante los más pobres del país, y lo que ha escrito en todos y en cada uno de sus libros.

¿A cuál de todos los López Obrador hay que creerle: al antineoliberal, al que encabezó las principales protestas contra el Fobaproa por salvar precisamente a los banqueros, o al que se arrodilla ante los ricos y hace candidatos a quien —como lo señaló Taibo II— “le habla al oído a las trasnacionales”?

Por que el tigre al que se refirió el candidato presidencial, durante su participación en Acapulco, tiene nombre y apellido. Son las células guerrilleras, los agitadores a sueldo, los cárteles de la droga —con los que ha coqueteado—, los anarcos y los profesionales de la desestabilización procedentes de Venezuela y de otros países latinoamericanos, a quienes también paga, ha pagado y paga bien.

El tigre de López Obrador es una advertencia y, sobre todo, una amenaza. Quien pretende convertirse en presidente de México puso una pistola en la sien de los mexicanos. Lo que dijo fue simple: si no reconocen mi triunfo, aviento el tigre para que desgarre el país.