La construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se ha convertido en manzana de la discordia en el ámbito político y empresarial por los contratos, las inversiones que implica, y sobre todo los costos al erario. Sin embargo, también permite tener, por fin, una visión más clara del pensamiento del candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien va a la cabeza en las encuestas.

Para algunos analistas, la construcción nuevo aeropuerto se ha convertido en un rehén político de López Obrador, quien una y otra vez ha señalado su intención de acabar con este proyecto, cancelación que traería una pérdida aproximada de 120 mil millones de pesos, de acuerdo con datos del grupo aeroportuario capitalino.

Su insistencia en mantener el actual aeropuerto y habilitar la base aérea militar de Santa Lucía ha sembrado dudas sobre la necesidad de una nueva sede aeroportuaria, que se contempla sea seis veces mayor al actual, con capacidad para atender a 70 millones de pasajeros — son 42 millones actualmente— y permitirá mover hasta 2 millones de toneladas al año —cuatro veces más de lo que maneja la terminal internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.

Federico Patiño, director general del aeropuerto capitalino, señaló que de cancelarse la obra se registrarían demandas por las penas y perjuicios de las 292 empresas que laboran actualmente y otras, además de pagar la liquidación de trabajadores. También se perderían alrededor de 450 mil plazas de empleos.

Legisladores de Morena encabezados por Javier Jiménez Espriú, quien fungiría como titular de Comunicaciones y Transportes —si gana las elecciones López Obrador— advirtió a legisladores que la colocación en la Bolsa Mexicana de Valores de mecanismos financieros de inversión en infraestructura y energía fibra E solo encarecerán el proyecto y dificultan una posible cancelación del aeropuerto.

Los empresarios, en voz del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, dijeron que los contratos se “deben honrar” para luego aceptar que se revisen y analizar la viabilidad de la obra mediante una comisión tripartita donde participen representantes de Morena, empresarios y el gobierno federal.

El anuncio provocó encendidas protestas de los candidatos presidenciales de las coaliciones Todo por México, José Antonio Meade, y Por México al Frente, Ricardo Anaya, quienes coincidieron en señalar que la obra no puede negociarse en estas mesas de análisis.

Errónea, una mesa de trabajo

“Lo que celebro —asegura a Siempre! el exembajador de México en Cuba Ricardo Pascoe Pierce— es que por fin se están esclareciendo los verdaderos posicionamientos de Andrés Manuel López Obrador”, quien siempre ha jugado con mensajes contradictorios no solo con el tema del aeropuerto sino también con las reformas energética y educativa.

El militante de izquierda señala que “a través de sus voceros, como Alfonso Romo, ha estado promoviendo el discurso de que iba a asegurar que los contratos estén realizados de manera correcta, pero que no iba a cancelar el proyecto. Lo mismo han dicho con respecto a la industria petrolera y a la reforma educativa. Ha sido un mensaje muy claro, se lo he escuchado a sus voceros, incluso en reuniones públicas, mientras que él y otros de sus representantes plantean posiciones totalmente contrarias”.

Pascoe Pierce considera que el manejo de mensajes confusos es parte de la estrategia del tabasqueño.

“Han estado diciendo que la reforma educativa se va a cancelar y van a adoptar los criterios de la CNTE, especialmente la sección 20 de Oaxaca, se ha planteado en el caso del aeropuerto y lo mismo en el sector petrolero, es decir, ha habido dos mensajes completamente contradictorios emanados de la campaña de López Obrador. Lo que esta situación ha provocado es presionar al candidato a que se defina y al escuchar voces de protesta dentro de su propio partido ha tenido que ser más claro. Ya sabemos de verdad lo que opina, en vez de esta situación engañosa que estaba haciendo, queriendo confundir, ganar tiempo y no definirse”.

“Es una estrategia muy común de López Obrador —dice Pascoe— de aparentar mucha decisión y mucha claridad, pero en el fondo no ocurre así. En el caso particular de los contratos del aeropuerto es positivo que haya dicho de plano que va a cancelar el aeropuerto, porque eso permite ya tener una discusión más clara acerca de cuáles son los proyectos necesarios, prioritarios del país y no estar jugando”.

Ricardo Pascoe Pierce, a la derecha, junto a Raúl Flores, presidente del PRD en la CDMX, y Alejandra Barrales, candidata a jefa de gobierno.

No dice lo que piensa

Respecto a la mesa de discusión propuesta por López Obrador para analizar los contratos y la viabilidad de la nueva terminal aérea, Pascoe Pierce —hoy incorporado oficialmente a la campaña política de Alejandra Barrales— considera que es un error.

“Lo es porque el planteamiento de López Obrador —agrega Pascoe—está en el contexto de la campaña, no es el momento de estar discutiendo o negociando como si López Obrador ya fuera el presidente de la república. Esa es su posición y ahora el electorado va a escuchar posiciones contrarias, de hecho ya Ricardo Anaya y José Antonio Meade lo han hecho y el tema es exactamente quién tendría la mejor propuesta frente a esta situación. Sin embargo, la idea de ir a una mesa de trabajo me parece un enfoque erróneo pero el tiempo dirá qué es lo que conviene”.

Cuestionado sobre las declaraciones de López Obrador a los periodistas del periódico Milenio sobre que “seré como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas”, el político opina sobre estas declaraciones y las consultas populares.

“Se combinan —dice Pascoe— dos cosas, las consultas populares a las que quiere someter los temas son porque no quiere decir lo que realmente opina sobre las cosas. Intenta engañarnos con una supuesta metodología democrática, pero en el fondo es evadir la responsabilidad de definirse frente a temas candentes.  Eso no le sirve al país y resulta preocupante que Andrés Manuel siempre recurra a la simulación”.

“Respecto a la idea de que López Obrador —dice Pascoe— aspira a gobernar igual a Juárez, Madero y Cárdenas, la declaración intranquiliza porque empieza a tener un cierto tufo de delirio en el ejercicio del poder, y preocupa que pudiéramos tener un gobernante delirante junto con el hecho de que es un candidato que no nos quiere decir con toda claridad qué es lo que opina sobre temas claves del país. Estos elementos son los que tenemos que tomar en cuenta a la hora de decidir el voto”.

Rodrigo Salazar.

“Son bravuconadas”: Rodrigo Salazar

Con un doctorado en ciencias políticas, Rodrigo Salazar, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, experto en economía política, asevera que los discursos del candidato presidencial de Morena son bravuconadas, y se refiere a las similitudes existentes entre el tabasqueño y el extinto presidente venezolano Hugo Chávez.

“Cuando escucho —dice el catedrático— a López Obrador decir que va a echar atrás las reformas, las considero bravuconadas, no es algo que esté en condiciones de aprobar por sí mismo. Las reformas como tal fueron producto de un consenso multipartidista y resulta difícil que alcance la mayoría calificada, porque al menos el PRI va a obstaculizar cualquier intento en este sentido, posiblemente el PAN hará lo mismo y por mal que les vaya en conjunto seguramente van a tener, por lo menos, una tercera parte del Congreso. No hay manera de reformar la Constitución a través de consultas populares, son bravuconadas para  arrancar fuerte en su campaña electoral”.

“Respecto a las similitudes entre López Obrador y Chávez, la comparación tiene un sustento real, con un discurso muy antipolítico, muy moralista, montado sobre una indignación real de la sociedad y con muy buenos motivos”, asegura el coordinador de la maestría de gobierno y asuntos públicos de la Flacso.

“Y es un asunto que existe, que es patente, pero hay que analizar el proceso por el que Chávez se convirtió en el presidente Hugo Chávez. Cuando se piensa en las características que adquirieron los gobiernos de Chávez y de Nicolás Maduro, llama la atención la enorme concentración de poder en manos del jefe del Ejecutivo y la irresponsabilidad e incompetencia en el manejo de la economía, es lo que da miedo de estos modelos chavistas”.

Es muy parecido con Chávez

Para llegar a consensuar tanto poder, asegura Salazar, “Chávez en cuanto asumió la presidencia convocó a una asamblea constituyente que a su vez emitió una nueva Constitución, le dio varias facultades que antes no tenía la presidencia y, una vez que las tuvo, las fue alimentando con sucesivas reformas que concentraron más poder en la figura presidencial. Pudo hacerlo porque, uno, se movió rápido; dos, los poderes, sobre todo en sistemas de partidos tradicionales en Venezuela, se encontraban en una gran descomposición debido a la crisis económica permanente que se vive”.

Ahí hay diferencias, advierte el doctor universitario, “aquí la economía nacional no anda muy bien pero afortunadamente en México llevamos ya muchísimo tiempo con estabilidad. No sabemos qué es estar en una crisis económica durante tantos años, por atroces que hayan sido los presidentes mexicanos, al menos ha habido una relativa estabilidad. La pobreza, la corrupción no son de ninguna forma comparables con la situación de Venezuela cuando asume Chávez y aquí hay otro elemento: López Obrador siempre es escurridizo, siempre tiene declaraciones ambiguas como esas de echar atrás las reformas energética, educativa, entre otras cosas”.

“A lo que voy es: López Obrador es muy parecido a Chávez y a otros personajes similares de la política, lo que no es igual es el país, México tiene una situación en la que la división de poderes aunque a mucha gente no le parezca, es bastante sólida. El PRI y el PAN y hasta el PRD son partidos que conservan apoyos muy fuertes, muy sólidos y eso que quiere decir que si a López Obrador se le ocurriera seguir por el camino chavista de concentración del poder en sus manos, desde mi punto de vista la va a tener tan fácil como la tuvo Chávez”, considera el especialista en comportamiento electoral.

“El extinto presidente convocó a una Asamblea constituyente, su fuerza, su partido, se quedaron con casi todo, la gente ya no quería saber de los políticos tradicionales, y si uno analiza bien a Morena, es el partido de los políticos tradicionales por excelencia y si quisiera seguir el camino chavista en términos institucionales tendría muchos más obstáculos de los que enfrentó en su tiempo Chávez. López Obrador es un político muy, muy un priista, muy tradicional y se mueve bajo los códigos del PRI de los años sesenta, setenta, digamos incluso del PRI clásico”, remarca Salazar.