Las relaciones bilaterales con la Unión Americana siempre han sido complicadas, tensas y difíciles; después de un largo periodo de amistad comercial, las cosas se han complicado como nunca.

El presidente Trump, con su decisión de subir los aranceles del acero y el aluminio, con la estratagema jurídica de que se trata de un asunto de seguridad nacional, ya demostró que, más allá de cualquier tratado, su decisión unilateral será lo que determine las políticas económicas y militares del imperio.

De los cuatro temas álgidos que se discuten en la renegociación del TLCAN, el primero, se refiere a la reglas de origen en materia automotriz, asunto que parece estar resuelto; el segundo, a la estacionalidad, que tiene que ver con la absurda pretensión de que nuestros productores agrícolas solo puedan vender sus productos cuando los estadounidenses no puedan producirlos; el tercer tema, el sunset clause, establece la terminación obligada del tratado cada 5 años; y, finalmente, el tema del arbitraje, donde se pretende que los tribunales de Estados Unidos sean los que tomen las decisiones en los conflictos comerciales.

De estos temas, la opinión pública ha estado informada oportunamente por los voceros mexicanos del gobierno y de la iniciativa privada. Sin embargo, existen otros relacionados con la política migratoria y el caso de los llamados dreamers; el combate al crimen organizado y al narcotráfico; la construcción del absurdo muro, que es una verdadera estupidez, en un mundo donde la tecnología podría ofrecer múltiples soluciones, donde por cierto, los congresistas demócratas entienden que es un gasto inútil.

Al respecto, el presidente Peña Nieto le solicitó a Trump que se desistiera de que México pague el muro, asunto en el que nuestro país ha sido y será inflexible; sin embargo, Trump dio a conocer la conversación telefónica, con el infame trato que le dio al presidente mexicano, al decirle Are you crazy?

No obstante, la pregunta es a qué vino Jared Kushner, un día antes de que nos “perdonaran” temporalmente los aranceles del acero y el aluminio.

De lo que poco se habla, y que siempre ha permanecido en el secreto de estas relaciones, tiene que ver con la seguridad continental, el espionaje, el manejo de las relaciones militares y la acción de agencias como la CIA y la DEA en nuestro país; esto explicaría la obligada presencia de los secretarios de Defensa y de Marina, Salvador Cienfuegos y Vidal Francisco Soberón, en la reunión con el “yerno favorito”; asimismo, fue notoria la ausencia de la embajadora —todavía en funciones— Roberta Jacobson.

No hay duda de la actitud bélica de Trump que se confirma, una vez más, con el cese del secretario de Estado, Rex Tillerson, y su sustitución por el jefe de la CIA, Mike Pompeo; la gravedad del tema es que los botones del holocausto nuclear están en manos de este personaje xenófobo y beligerante.

La conclusión es que el joven Kushner vino a tratar algo que solo podría acontecer en forma personalísima, por lo que seguimos en la incógnita: ¿será una pifia más de la diplomacia norteamericana? o ¿existen secretos que desconocemos en un mundo que se colapsa entre la libertad y el miedo?