Los debates entre los candidatos presidenciales son un factor de decisión para los ciudadanos, sobre todo para los indecisos, que en México, por lo menos en las últimas tres elecciones han resultado ser determinantes para los resultados.

El “hoy, hoy, hoy” del panista Vicente Fox lo catapultó en las encuestas y seguramente fue determinante para su triunfo; no pocos electores quedaron encantados con la determinación del exempresario, sincero y franco, una antítesis del hasta en ese momento candidato presidencial priista.

El 23 de mayo del año 2000, los candidatos presidenciales: el panista Vicente Fox, el priista Francisco Labastida y el perredista Cuauhtémoc Cárdenas mantuvieron una reunión para llegar a un acuerdo sobre la fecha del segundo debate, con los medios de comunicación como testigos.

En ese encuentro, Fox insistió en que esa noche se llevara a cabo el debate, asegurando que había un acuerdo de que televisoras transmitieran el encuentro y que lo único que se esperaba era la presencia de los aspirantes presidenciales y definir a los conductores.

Después de concordar Cárdenas y Labastida en realizar el debate, dentro de tres días,  el 26 de mayo, Fox pronunció y reiteró una de las palabras que lo marcarían como político, así como la historia de los debates en el país: “Hoy, hoy, hoy”.

Por su parte, Labastida aprovechó el encuentro para relatar una larga retahila de quejas ante millones de televidentes: “Me ha llamado [Fox] chaparro, me ha dicho mariquita, me ha dicho la vestida, me ha dicho mandilón. Ha hecho señas obscenas…”, esta frase precipitó el principio del fin de una era del priismo en el poder.

Seis años después, el primer debate presidencial entre los aspirantes presidenciales de 2006 destacó por la ausencia del candidato Andrés Manuel López Obrador, ese hecho le mermó en las encuestas, además fue utilizado por sus adversarios para atacarlo el resto de la campaña.

En estas elecciones, a menos de 15 días de que concluya el periodo llamado de intercampañas, una decisión del Tribunal Electoral abrió la posibilidad de un debate entre candidatos presidenciales antes del 30 de marzo, y con ello, varios candidatos se quieren sumar a un evento de ese tipo en un medio de comunicación.

El primero que salió a convocar fue José Antonio Meade: “en cualquier foro que el resto de los contendientes escoja”. Después reiteró: “El Tribunal Electoral nos dio ya luz verde para debatir en este periodo intercampañas. Ya no hay pretextos, López Obrador, ¡éntrale!”

Posteriormente, el aspirante presidencial Ricardo Anaya retó a su contrario de Morena, López Obrador, a debatir “de frente y con ideas”.

“Yo quiero formalmente retar a un debate a Andrés Manuel López Obrador. Vamos a ver si el señor tiene las ideas, el valor y los pantalones para enfrentarnos”, expresó.

Incluso, el aspirante presidencial independiente Margarita Zavala se apunta y apunta a López Obrador a un debate: “Yo estoy lista para debatir con quien sea, sobre todo con Andrés Manuel López Obrador, aunque ya sabemos que lo suyo no es el debate”.

La verdad es que será muy complicado que López Obrador acepte acudir a un debate que no esté organizado por la autoridad electoral, sobre todo porque sabe que, como puntero, será el saco de boxeo que todos querrán golpear.

Y tiene razón en decir que no. Poco a poco va subiendo en las encuestas, mientras sus más cercanos contrincantes bajan; asistir a un debate en esas condiciones es arriesgar mucho por poco o casi nada.